Pensamientos

En este espacio se irán presentando pensamientos que en pocas líneas expresan guías o caminos que pueden ayudar a mejorar decisiones y avanzar hacia una mejor calidad de vida.

Sus aportes son bienvenidos. [email protected]

1. Avanzamos al construir nuestra vida con sensatez, madurez, responsabilidad, consistencia y verdad, no con lo opuesto.

2. Hagamos rendir sus frutos a nuestros talentos. No los desperdiciemos en vanidad e inseguridad, que restan en lugar de sumar.

3. Lo único que tiene sentido y vale la pena es servir a la verdad y al bien. Lo demás es retroceder y perder oportunidades de ser, desarrollarnos y realizarnos, y de contribuir a la calidad de vida nuestra y de los demás.

4. Cuánto más desaparezca nuestro egoísmo, más creceremos, pues nuestro crecimiento está en dar y en servir.

5. Nuestra responsabilidad es servir a los demás y a nosotros mismos, contribuyendo al desarrollo y realización de todos.

6. Cumplimos con nuestro fin y función en la vida cuando damos y hacemos el bien, aunque nos cueste. Además lo que vale cuesta, pero da alegría.

7. Aprendamos de la sabiduría de los niños que no están pendientes del qué dirán sino de la búsqueda del qué, porqué y para qué de la realidad.

8. Nuestro espíritu tiene la capacidad de ver, amar y hacer más allá de lo inmediato, la superficie y lo aparente.

9. Cuando nos dejamos dominar por el dinero, el poder y otras adicciones como si fuesen absolutos ellos manejan nuestras vidas y perdemos así libertad, calidad de vida, desarrollo y realización.

10. Cuando nos esforzamos por seguir el camino de la verdad y el bien no caemos en contradicciones que nos llevan a fracasos y frustraciones como personas y sociedad.

11. Los seres humanos estamos invitados a consciente y libremente cooperar en la obra de amor, realidad y bien, de la que somos beneficiarios.

12. Nos realizamos cuando dejamos que nos gobiernen las leyes del amor, la verdad y el bien que leemos en nuestra conciencia y en la realidad, en lugar de hacernos esclavos de lo opuesto.

13. Si nos dejamos engañar por lo inmediato y lo fragmentario, ignorando al conjunto de la realidad, vamos camino al fracaso y a la frustración.

14. Lo que vale cuesta, y requiere trabajo, esfuerzos y sacrificios. Pero vale la pena hacerlos, por amor y por el bien de los seres queridos.

15. Lo que vale y vale la pena en la vida es que todos los seres se apoyen y refuercen entre sí y para bien de todos, en un espiral virtuoso de sumar-sumar.

16. El dejarnos seducir por lo fácil, los halagos y las adulaciones, es hacernos esclavos de engaños que nos llevan al fracaso y a la frustración.

17. Debemos luchar con tenacidad y perseverancia para ir construyendo a pesar de nuestras dificultades. Cualquier poquito que avancemos es avance, y debe alegrarnos.

18. Estamos acostumbrados a creer lo que nos dice el ambiente que nos rodea. Si no evaluamos y cuestionamos sus convenciones y rituales tendremos una visión falsa de la realidad.

19. La realidad exige ser tomada en serio, con continuo esfuerzo de análisis, en profundidad, sin quedarnos en la superficie.

20. Si vemos lo inmediato y pequeño como si fuese grande, como si fuese todo, nos quedamos en la superficie, e ignoramos lo real, que es profundo e invisible.

21. Si nos dejamos llevar por el ambiente materialista, corrupto, dominado por la contradicción y el egoísmo, no ayudaremos a corregirlo para el bien de los demás, nuestro y de las generaciones futuras.

22. No juguemos con lo importante, con lo que valoramos y merece respetarse, amarse y servirse.

23. Sacudamos la inercia. Construyamos desde los cimientos, cuestionando los supuestos que aún no hemos cuestionado, y sobre los cuales navegamos como si fuesen verdades absolutas.

24. Todas las personas, aún quienes no estén identificadas con ninguna religión, creencia religiosa o doctrina, tienen la voz de su conciencia, que les permite reconocer, agradecer, alegrarse con lo que recibieron, y tener esperanza para el futuro.

25. Todo ser humano tiene una raíz común con la maravilla de lo existente. Esa raíz la busca y encuentra en el qué, porqué y para qué de todo.

26. Si pretendemos sustituir realismo por capricho y vanidad vamos contra nosotros y contra el conjunto del que formamos parte.

27. La humanidad avanza pues todas las personas en alguna medida tienen conductas de amor, buena fe y buena voluntad. Retrocede en la medida en que hacen lo contrario. Si apoyamos la buena fe en los demás y en nosotros, contribuimos al avance de todos.

28. Somos fieles a nosotros mismos y somos felices en la medida en que hacemos el bien.

29. Nuestra vida no está limitada a la materia y al tiempo. Ella es elevada por la conciencia que permite distinguir y valorar lo verdadero y lo bueno. El ver el bien de los seres queridos es nuestra felicidad, y no se agota en el tiempo, ni depende de la materia que muere.

30. Nos realizamos amando y dando, uniéndonos a todo lo existente, y compartiendo con ello, dejando actuar en nosotros a nuestra conciencia, sin estorbarla. De ese modo aceptamos el regalo de la vida, y seguimos su modelo.

31. Nos frustramos cuando nos separamos de nosotros mismos y de los demás por el egoísmo y la mentira. De ese modo interferimos con nuestra conciencia, y vamos contra nuestra propia vida.

32. Lo positivo del sufrimiento es que nos da una oportunidad para construir, avanzar y elevarnos.

33. A pesar de nuestras fallas nuestra conciencia continuamente nos invita a retomar el camino de amor, bien y verdad.

34. Recibimos mucho. Agradezcamos esos regalos valorándolos y siendo felices con ellos.

35. Dejemos que nuestra conciencia inspire, guíe y mueva todos nuestros pensamientos, sentimientos, deseos, decisiones y acciones. Así actuaremos según la verdad y el amor, que nos dan libertad y fuerza.

36. No interfiramos con nuestra conciencia magnificando las atracciones y apegos del momento, e ignorando la verdad y el bien, profundos e invisibles, que van más allá de nuestro egoísmo.

37. El desarrollo y realización humanos derivan de dar y hacer el bien, por amor. Ello mejora calidad de decisiones y de vida.

38. Somos muy pequeños considerándonos en el tiempo y en el espacio. Pero somos grandes en espíritu, para conocer, querer y disfrutar todo integrado en un solo conjunto. Agradezcamos el lugar que recibimos en el concierto de lo existente.

39. Si somos indiferentes no hemos entendido la vida que hemos recibido para hacerla rendir frutos de bien por amor.

40. Estamos dotados de vida y bien a través de lazos invisibles que nos integran al sistema de lo existente. Respetemos estos lazos cuyos frutos nos benefician.

41. Lo inmediato, visible y superficial nos habla de lo mediato, invisible y profundo. Escuchémoslo.

42. Vivamos plenamente nuestro ser con conciencia y respeto y disfrutando con las respuestas al qué somos, porqué y para qué, más allá del momento y el egoísmo.

43. Cooperemos con conciencia y libertad con el bien que recibimos y que debemos incrementar y compartir con los demás.

44. No existen personas no importantes. Ninguna es inferior a nosotros. Todas merecen nuestro respeto, amor y apoyo.

45. En la realidad que vemos podemos leer con los ojos del espíritu lo genuino y valioso, contribuyendo a ello y alegrándonos con ello.

46. Preguntémonos qué somos, porqué y para qué, y actuemos en consecuencia con acciones que beneficien a los demás y a nosotros mismos.

47. Aceptemos nuestra misión de trabajar para unirlo todo construyendo el bien sobre los cimientos del amor y la verdad. Así venceremos la muerte y el mal, que implican separar y restar y no unir y sumar.

48. En la fiesta de la vida todos somos invitados a compartir todo con amor. De allí deriva la alegría que llena al espíritu humano. Agradezcamos semejante regalo.

49. El hábito de valorar el bien, el amor y la construcción en los demás y en nosotros mismos lleva al desarrollo y realización personal y social, y a la calidad de vida. El hábito opuesto lleva a lo opuesto.

50. Si sobredimensionamos el instante y lo inmediato, nos dejamos confundir, engañar y tiranizar por ellos. Si los dominamos al servicio del bien, ejercemos nuestra libertad.

51. Las cosas existen relacionadas entre sí. Para conocerlas y comprenderlas necesitamos verlas en perspectiva, dentro del contexto más amplio de la realidad, en el que ellas existen.

52. Nuestros actos tienen implicaciones para bien o mal de los demás y de nosotros mismos. Al actuar buscando solo el bien nos realizamos. De lo contrario, dañamos a los demás y a nosotros mismos.

53. Vivir distendidos, confiados, serenos y felices es mostrarnos agradecidos con la vida y eso es lo justo.

54. Ver la parte separada, sin considerar el conjunto, es no ver las relaciones que dan sentido a cada ser, y que permiten conocerlo y comprenderlo.

55. Nuestra conciencia nos permite conocer y respetar las leyes de la naturaleza que rigen nuestra existencia.

56. Somos útiles en relación a la realidad en su conjunto. Si al pensar, decidir y actuar no consideramos a ese conjunto no hacemos rendir a nuestros recursos, y podemos hacer más mal que bien.

57. El preguntarnos porqué y para qué existimos nos permite fijarnos fines y metas que beneficien a todos y trabajar para lograrlos.

58. Actuemos con coherencia respetando la realidad sin dejarnos llevar por apariencias y modas presentadas como verdades absolutas.

59. La vanidad nos aleja de la realidad, de lo que realmente necesitamos y queremos.

60. Entendemos poco, sabemos poco, pero ello es mucho en comparación con nada, y es suficiente para avanzar y agradecer tal dignidad.

61. Lo bueno que tenemos y hacemos, por poco que sea, sirve de semilla para multiplicarse sin límites.

62. Nos realizamos en la medida en que dejamos actuar en nosotros la voz de nuestra conciencia, sin interferirla.

63. Vivimos en un pequeño rincón de la realidad puesto bajo nuestra especial responsabilidad, para que hagamos el bien.

64. Nos equivocamos cuando nos consideramos centro, principio y fin de todo. Nuestra conciencia nos libera de la prisión de la vanidad y nos hacemos seres útiles en lugar de caer en la ficción de creernos más de lo que somos.

65. Si sentimos que el impulso nos empuja en cualquier dirección, recordemos que tenemos nuestra conciencia para dominarlos y ordenarlos en la dirección que los demás y nosotros necesitamos.

66. Si escuchamos la voz de nuestra conciencia dominaremos y ordenaremos los impulsos que nos alejan del amor y el bien.

67. La función que tienen los impulsos en la realización de los seres humanos exige dominarlos y canalizarlos para los fines de amor, verdad, bien y belleza.

68. Del bien resulta el bien. Si actuamos bien la cadena de bienes que derivará es interminable. Y si actuamos mal de ello derivará una cadena interminable de males. La opción es clara.

69. Juguémonos por el bien, con libertad y amor. Si elegimos dejarnos llevar por las atracciones del momento no construiremos.

70. Existimos y vivimos porque muchos factores se han sumado a nuestro favor. Avanzaremos en esa misma dirección si en lugar de dejarnos dominar por impulsos, los dominamos al servicio del bien. Así seguiremos sumando factores a favor nuestro y de los demás.

71. Usamos bien nuestra mente y corazón cuando hacemos lo que es bueno, lo mejor y cuando lo aconsejamos a los demás y somos coherentes.

72. Actuemos según la verdad y el bien, sin ser peligro para los demás y para nosotros mismos. Demos a ellos lo que necesitan y debemos darles.

73. No existimos, vivimos, ni actuamos separados. Sin integración nada somos.

74. Corresponde que aceptemos y correspondamos con amor lo que con amor se nos da.

75. Si dejamos de emplear nuestro espíritu, nuestra mente queda a oscuras, nuestro corazón frío y muerto, y nuestros actos inútiles.

76. Siempre está pasando algo importante en nosotros y en quienes nos rodean, pues la fuente de nuestro ser no descansa, y al sostenernos renueva continuamente nuestra vida, oportunidades y responsabilidades.

77. Contribuimos al bien de los demás y nuestro si libre y conscientemente aceptamos a las personas dándonos con amor.

78. Si nos quedamos en las apariencias, sin profundizar, privilegiamos lo inmediato y nos sometemos a su tiranía.

79. Si no respetamos la integración que requieren nuestra mente y nuestro corazón quedamos atrapados en la contradicción.

80. Cuando profundizamos en la realidad nuestro espíritu se integra con ella dándole vida al unirnos a su vida.

81. Nuestro espíritu nos permite hallar el sentido real y verdadero a lo que vivimos, amamos y damos con alegría.

82. Cada ser, mientras vive en el tiempo tiene vida. Pasado ese tiempo sobrevive en espíritu y en lo que deja para quienes lo sobreviven. Los seres espirituales tienen una plenitud sin límites de tiempo ni de espacio.

83. Estamos equivocados si nos erigimos en autoridad para determinar lo que deben hacer nuestros hijos mayores de edad sin respetar su responsabilidad, derecho y necesidad de buscar y construir ellos mismos su camino.

84. Nuestros conceptos, convenciones y prejuicios necesitan ser evaluados constantemente para ajustarnos a la complejidad de la realidad.

85. Nuestro paso por el tiempo es efímero, y cada momento de nuestra vida lo es mucho más. Es importante considerar el conjunto de nuestra vida y de las de los demás, al pensar, decidir y actuar.

86. Los frutos que obtenemos de actuar mal serán siempre un pasivo en el balance de nuestra vida. Veamos en ese marco nuestras ideas o intenciones de actuar mal, y rechacémoslas.

87. Si somos coherentes beneficiaremos a los demás y a nosotros mismos, con libertad basada en la verdad, y fuerza basada en el amor.

88. Nuestro espíritu nos permite conocer el sistema invisible que relaciona a todos los seres entre sí.

89. La justicia verdadera ajusta todo a su lugar en el sistema de la realidad, en que cada ser ocupa su lugar, refuerza a los demás y es reforzado por ellos, en coherencia y armonía, hasta las últimas implicaciones.

90. Si nos consideramos centro y nos sobre-dimensionamos, ello nos impide ver y obrar bien.

91. Si no vivimos y actuamos aprovechando para bien nuestras capacidades y oportunidades no nos realizamos ni alcanzamos la felicidad.

92. Nuestra autocrítica incluye la evaluación y cuestionamiento de lo que damos por supuesto, entre ello los hábitos y normas sociales que influyen nuestras decisiones y acciones.

93. Cuestionar implica preguntarnos frente a lo inmediato qué hay detrás, en el ámbito de lo profundo, que solo el espíritu puede descubrir.

94. Estamos invitados a unirnos a los demás para trabajar juntos para el bien de todos.

95. Los fragmentos de la realidad son medios para el fin de amor y bien. Si los tomamos como fines perjudicamos a los demás y a nosotros mismos.

96. Si pretendemos ser auto-suficientes, y separados del conjunto al que pertenecemos, vamos al fracaso y a la frustración.

97. Son malas compañías no solamente los malos amigos y relaciones, sino también la mala televisión, otros medios e Internet. Podemos elegir, hagámoslo bien.

98. Cuando no vemos el sistema de la realidad en su conjunto, consistente y superador de contradicciones, idolatramos a los fragmentos, y lo que nos parece sabio, bueno y admirable es lo falso, superficial y carente de valor.

99. Construyamos cada día nuevos espacios de bien en nuestra vida. Por pequeños que sean valen y son avances. Nunca nos desalentemos aún cuando fallemos, luchemos pues tenemos todas las posibilidades de avanzar.

100. Hacer el bien, aunque nos cueste, nos engrandece. Es el camino para el desarrollo, la realización y la calidad de vida de las personas y la sociedad.

101. El fundamento de los derechos humanos reside en la conciencia y libertad que tienen las personas para servir a la verdad y al bien.

102. Hemos recibido derechos y somos responsables de ejercerlos según bien y justicia, dando a cada uno lo suyo con amor.

103. Todo existe para bien, y estamos invitados a cooperar en la realización de ese bien.

104. Las leyes de la ética y la moral existen para el bien de las personas y están escritas en su naturaleza para beneficiar a ellas y a los demás.

105. Las malas acciones fracasarán en definitiva siempre, pues las leyes de la realidad hacen triunfar al bien. El fracaso puede ayudarnos a advertir nuestros errores y corregirlos.

106. Nada somos de nosotros mismos, todo lo hemos recibido para contribuir al bien de los demás y nuestro.

107. Por misteriosos caminos el bien va triunfando en distintas personas, familias y sociedades. Esta alegría y esperanza nos alienta a vivir, avanzar y construir.

108. El espíritu busca continuamente la libertad que se consigue por el camino del amor, el bien y la verdad.

109. Si damos todo por amor y para el bien de los demás y nuestro, cumplimos con nuestra responsabilidad.

110. Si nos apegamos y aferramos a posesiones buscando solo el placer, en lugar de dar y darnos por el bien de los demás, decidimos y actuamos mal, dañando la calidad de vida de los demás y la nuestra.

111. Pensemos en función del marco de la realidad, en su consistencia y justicia. Si no nos ponemos al servicio de ese marco de amor, verdad y bien, y pretendemos separarnos de él, desperdiciamos nuestras oportunidades.

112. Si no dedicamos nuestro tiempo, energías y recursos a dar y darnos, los perdemos y desperdiciamos.

113. Todos somos merecedores de respeto, amor y solidaridad. No caben exclusiones ni privilegios.

114. No hablemos con nosotros en soliloquio. Dialoguemos para construir en equipo según los valores de amor, verdad y bien.

115. Hacemos muy mal negocio cuando cambiamos la verdad y bien de la gran armonía de la realidad por la idolatría a fragmentos.

116. Existimos y vivimos gracias a leyes que rigen a la realidad. Si cumplimos con esas leyes, que son de amor, verdad y bien nos realizamos y contribuimos a la realización de los demás.

117. Si nos consideramos el centro del mundo estamos desubicados, y vivimos en la ficción.

118. Si somos consistentes, sólidos y rectos será para bien de los demás y de nosotros mismos.

119. Si idolatramos el dinero, el placer y la vanidad caemos bajo su tiranía en lugar de dominarlos por amor y para bien.

120. Cuando nos creemos dueños absolutos del dinero, placer y poder paradójicamente nos convertimos en sus esclavos.

121. Actuamos correctamente en la medida en que no estorbamos la inspiración que nos viene a través de la conciencia, y la dejamos actuar a través nuestro.

122. Los hábitos malos se convierten en círculos viciosos. De hábitos buenos derivan círculos virtuosos.

123. Cuando nos creemos omnipotentes es lógico que fallemos, pues no lo somos y, al ir contra la realidad, tendemos a fracasar.

124. Algunos medios de comunicación social hacen un marketing de la muerte al presentar como ídolos al dinero, adicciones, perversiones y violencia.

125. Dar demasiada importancia al dinero, poder, vanidades y placeres es un camino engañoso que nos lleva al fracaso y la frustración.

126. La Radio como medio de comunicación debe trabajar para el bien y calidad de vida de la sociedad empezando por su audiencia a la que acompaña en sus distintas actividades y necesidades.

127. Mejoramos la vida y calidad de vida ayudándonos y apoyándonos recíprocamente con mensajes y ejemplos de lo positivo y constructivo.

128. El principal hecho de nuestra vida es que estamos invitados a cooperar para el bien de los demás y el nuestro, guiados por la conciencia.

129. Nuestra conciencia guía pensamientos, deseos, sentimientos, decisiones y acciones en la dirección del amor, bien y verdad. Escuchémosla.

130. La felicidad deriva no de tener y acaparar sino de dar y compartir con los demás amor y bien.

131. Recibimos existencia y conciencia para ser buenos y superar nuestras fallas. Para que trabajemos bien nuestro bien.

132. Nuestra vida la hemos recibido con una perfección que nunca llegamos a comprender completamente. Se equivocan quienes piensan, ante la adversidad, que todo es una conspiración contra ellos en lugar de confiar en que hasta los obstáculos son para ser superados y para bien.

133. Abrámonos a la realidad leyéndola con nuestra conciencia, para así servir al bien con coherencia. Esto es lo más importante en nuestra vida.

134. Todas las personas tienen algo bueno para dar y la mayoría tiene mucho bueno. Apoyemos a estas últimas para que su ejemplo se difunda y para que ellas se reconozcan entre sí y se integren, organicen y actúen multiplicando sus efectos de bien.

135. Somos buenos por mérito de nuestra conciencia, y en la medida en que no la interferimos.

136. Nos preguntamos el qué, porqué y para qué de todo y en base a ello respetamos, amamos y construimos con alegría.

137. Si con un pequeño esfuerzo que hagamos escuchando a nuestra conciencia logramos una pequeña onda de bien, esta onda en círculos concéntricos nunca cesará de contribuir al bien y la buena influencia es muy grande aunque no la veamos.

138. Muchas veces perdemos tiempo y vida dándole la espalda a la verdad y al bien, en lugar de seguir la voz de nuestra conciencia.

139. Actuemos bien no por las apariencias sino por amor al bien y a las personas beneficiadas.

140. Si dedicamos nuestras vidas al bien y a la verdad, con amor y coherencia, no serán vidas desperdiciadas.

141. Para construir y avanzar necesitamos ajustarnos a la realidad haciendo el bien con amor.

142. El ver caer a los poderosos y famosos de este mundo nos muestra cuánta vanidad y engaño hay en el encumbramiento.

143. El amor lleva a los seres a reforzarse recíprocamente generando una armonía o consistencia que es el cimiento en que se apoyan la realidad, la verdad y el bien.

144. Los medios que recibimos son para ser puestos al servicio del amor para bien, como el grano de trigo que muere para dar vida.

145. Si reconocemos que solos nada podemos, seremos más realistas y eficaces.

146. Hay mucho talento dedicado a engañar ridiculizando lo verdaderamente valioso y ético en muchos medios de comunicación. Nuestro juicio crítico nos permite tomar conciencia de esto.

147. Somos pequeños puntitos en el universo, dentro de la inmensidad sin límites. Y sin embargo muchas veces nos desubicamos y vemos nuestros pequeños intereses del momento como si fuesen el todo.

148. Beneficiamos a los demás y a nosotros mismos y nos realizamos en pensamientos, deseos, sentimientos y acciones si actuamos según la ética y valores superiores.

149. Todo existe para bien, como se manifiesta en el formidable desarrollo sistémico del universo, que muestra como su armonía o consistencia, impulsada por el amor, genera nuestra vida, bien y verdad en un proceso en que los seres se benefician entre sí.

150. Si reconocemos nuestra pequeñez, el horizonte se abre inmenso en la dirección del bien, única buena. Por ello ganamos mucho al ser humildes para no interferir con nuestra vanidad.

151. Dar y darse haciendo el bien es más importante que tener las mayores riquezas, poderes y prestigios del mundo.

152. La realidad, la naturaleza y la vida, están maravillosamente organizadas para nuestro bien a través de millones de siglos y de un universo sin fin. Podemos vivirlo como una voluntad de bien a la que estamos invitados a sumarnos.

153. Del bien que experimentamos inferimos la maravillosa organización que lo hace posible a través de un sistema preparado por millones de años en todo el universo.

154. El amor, bien y alegría que cultivamos es apenas un pequeño anticipo de la plenitud.

155. A veces pretendemos reemplazar la realidad, verdad y bien con lo opuesto perjudicándonos a nosotros y a los demás.

156. Perdemos tiempo y oportunidades cuando no vivimos según lo valioso, verdadero y digno.

157. Dominemos los medios y recursos recibidos para hacerlos servir al bien de los demás y al nuestro.

158. La belleza de la naturaleza invita a admirar su origen, a contribuir a tanta maravilla y a compartir sus frutos.

159. Unámonos a los seres queridos para el bien de ellos y el nuestro.

160. Recibimos mucho amor, generosidad y riqueza. Demos también nosotros. No interrumpamos el flujo del torrente de vida y amor en que lo seres vivimos y nos realizamos dándonos recíprocamente.

161. La verdad nos libera del encierro de nuestro egoísmo, vanidad y materialismo. El amor nos permite usar esa libertad para hacer el bien.

162. Más que las lindas palabras verbales o escritas, que no siempre son creíbles, valen las palabras de vida que consisten en dar buen ejemplo con nuestra conducta.

163. Contribuimos al bien de los demás y al nuestro, cuando con nuestro ejemplo damos a ellos y a nosotros un modelo basado en la verdad y el amor.

164. Si pretendemos reemplazar la verdad por palabras, estas son engañosas y de nada sirven.

165. Los bienes materiales valen en la medida en que se dan, no en la medida en que se almacenan y mezquinan. Son para compartirlos.

166. Las palabras acompañan a las conductas para ayudar a interpretarlas. No las reemplazan.

167. La primera y mayor evidencia que tenemos es que lo que tenemos y somos lo hemos recibido, no lo hicimos nosotros. Reconocerlo nos ayuda a entendernos y a sumar nuestro aporte.

168. El valor y sentido del trabajo es hacer rendir nuestros talentos y capacidades para el bien de los demás y el nuestro.

169. Trabajando contribuimos al bien de las personas, compartiendo y rindiendo frutos.

170. Busquemos dar más que recibir, compartir más que tener. Eso es lo realmente valioso. Por eso las mayores alegrías las experimentamos cuando obramos de esta manera.

171. Elevamos nuestra autoestima si somos realistas y constructivos , lo que implica reconocer y respetar lo mucho que valemos nosotros y los demás y actuar en consecuencia.

172. Si confiamos en que el bien triunfará no nos equivocamos.

173. Aún cuando estemos confundidos y golpeados no perdamos la esperanza. Continuemos luchando por la verdad y el bien. Vale la pena.

174. Nada ganamos si obramos contra nuestros valores y principios de amor, verdad y bien.

175. Hay quienes dicen “lo comido y lo bebido nadie me lo quita”. Lo correcto es decir: “Lo que dimos y sacrificamos para hacer el bien es terreno ganado que no se pierde.”

176. Si aceptamos sin evaluar las opiniones de los demás, y las convenciones y modas de nuestro tiempo, vamos contra la realidad, que no se encierra en esos moldes rígidos.

177. Con los ojos de nuestra conciencia podemos distinguir lo verdadero y bueno y actuar en consecuencia y así comunicar el buen camino a los demás.

178. La autoridad genuina y legítima la hallamos en nuestra conciencia y no en el poder, la fama y la riqueza.

179. Hacer el bien y ser sinceros es lo que da verdadero valor y sentido a nuestras vidas.

180. Nos libera el entregarnos a la verdad y al bien. En cambio nos tiraniza someternos a lo contrario.

181. Construyamos como se construyó la realidad, la vida, el universo y el tiempo. Se construyeron con cuidado, en un maravilloso proceso de interacción y precisión en que cada parte contribuye al bien de los demás.

182. Ganamos mucho cuando elegimos la verdad, el bien y la consistencia, y nos jugamos por ellos. Así elegimos lo elevado, genuino y constructivo.

183. Nuestra misión en la vida es hacer el bien a los demás y a nosotros mismos, dando y dándonos por y para ello.

184. Si nos esforzamos por evaluar las opiniones de los demás usando nuestro juicio crítico evitaremos caer en muchos errores.

185. Expresamos genuinamente nuestro sentimiento de solidaridad cuando ayudamos efectivamente a quienes más nos necesitan.

186. No nos apeguemos a las cosas de la tierra que perderemos con la muerte cierta sino más bien a los bienes del espíritu que no mueren.

187. Somos pequeños, un punto en la inmensidad, pero tenemos espíritu y conciencia que nos relacionan con esa inmensidad de lo existente, y nos permiten cooperar con ello consciente y libremente haciendo el bien, dando con amor.

188. Ama quien se preocupa y ocupa de hacer el bien tanto a los demás como a sí mismo.

189. Lo que vale cuesta, y debemos estar dispuestos a pagar su costo con esfuerzo y entrega, dando y dándonos por amor, para el bien de todos.

190. Si nos familiarizamos con el principio integrador que sostiene el universo, lo genera y lo legisla dentro nuestro y en el mundo que nos rodea, comprenderemos mejor la realidad y actuaremos mejor en relación a ella.

191. Si nos absorbe y aprisiona lo inmediato dejamos de ver la realidad, que se conoce en lo profundo considerando la totalidad de lo existente.

192. Si quienes nos rodean nos juzgan, su juicio tiene valor sólo en la medida en que se apoye en su conciencia que habla el mismo lenguaje de verdad y bien que la nuestra.

193. Si nos consideramos el eje o centro de la realidad, nos separamos de ella y perdemos todo.

194. Optar por dar y darnos, por amor, verdad y bien, es mejor que someternos a lo opuesto, por mucho que a veces nos cueste.

195. Si actuamos solamente por amor seguimos la dirección de la que somos beneficiarios sin la cual no existiríamos ni tendríamos bien alguno.

196. Vivamos un pacto de respeto, amor, justicia, lealtad y servicio con los demás, y en especial con quienes más dependen de nosotros, más nos necesitan y más nos quieren.

197. Si nos sentimos superiores a lo demás estamos equivocados. La humildad nos beneficia a todos.

198. Si tenemos luz, amor y bien y no lo compartimos estamos impidiendo que estos valores rindan beneficiando a todos.

199. Nuestra vida, nuestra búsqueda y nuestros logros, son para compartirlos. Al hacerlo somos dóciles instrumentos del torrente de bien, vida y amor en que existimos.

200. El cultivo de la renuncia a lo que aparta del bien desarrolla hábitos en espiral virtuoso que nos dan fuerza para avanzar.

201. Si elegimos amar y dar beneficiamos a los demás y a nosotros mismos y es justo que lo hagamos porque es mucho lo que hemos recibido.

202. No cerremos los ojos y el corazón a la verdad y al amor que nos permiten hacer el bien con los medios que disponemos en lugar de apegarnos a estos como si fuesen nuestros fines.

203. El espíritu se alimenta amando, dando y haciendo el bien, no acaparando, separando y aislándose.

204. El amor rompe la cáscara del egoísmo que nos separa y encierra, y con ello nos da vida.

205. Durante millones de años la materia fue cambiando formas y así se originaron nuestro medio ambiente, nuestro cuerpo, cada célula de éste y todo el conjunto de factores que con maravillosa integración y perfección nos permiten vivir y realizarnos. Tomemos la posta haciendo nuestro aporte en este proceso de vida y bien.

206. Todos los seres se refuerzan entre sí para su bien en perfecta armonía. Eso les permite coexistir con los demás seres, integrando la variedad en la unidad de un conjunto consistente.

207. El conjunto de la realidad es uno solo en el que los seres se refuerzan en permanente renovación que va afrontando y superando los problemas y contradicciones. Ello explica que la vida triunfe en medio de los obstáculos.

208. Amar a los seres humanos es desearles el bien y actuar en consecuencia. Por ello nos alegra ver el bien de los seres que amamos y contribuir a él.

209. Actuar para el bien de los demás nos beneficia también a nosotros y es lo que más nos hace felices.

210. Nuestra vida es plena en la medida en que hacemos el bien en todo momento.

211. Para perseverar en el bien ayuda el fijarse metas cortas, de cada momento, hora, día, semana, mes, año y toda la vida. Cada avance en ese camino vale mucho y nos da justificada y genuina alegría.

212. Tenemos una genuina sensación de libertad y alegría cuando nos dedicamos al bien y solamente al bien. En cambio tenemos la sensación opuesta y nos sentimos mal cuando nos dominan la mentira, el egoísmo y el materialismo.

213. Somos libres cuando servimos al bien, guiados por la conciencia que nos permite ver y amar lo profundo e invisible.

214. Somos esclavos de los sentidos cuando dejamos que ellos nos compelan y sometan a lo inmediato y sensible, sin permitir que nuestro espíritu los integre en lo profundo e invisible, en un todo consistente.

215. Los sentidos no guiados por el espíritu nos someten a lo inmediato tomándolo como absoluto y como si fuesen la única realidad.

216. Cuando el espíritu no eleva a los sentidos, éstos nos presentan lo inmediato como absoluto.

217. Lo único absoluto es la integración de todo en un conjunto único, gobernado por un factor integrador invisible al que nuestra conciencia puede conocer, valorar, amar y ser fiel.

218. Si tomamos como absoluto lo inmediato que nos presentan los sentidos en cada instante y circunstancia, caemos en la contradicción y omitimos considerar a lo absoluto que todo lo integra. Ello es visible a nuestro espíritu.

219. La contradicción deriva de tomar como absoluto lo que nos presentan los sentidos y los apetitos materiales en cada momento. Ello nos priva de la libertad para someter esos falsos absolutos a lo único real, que está integrado por ejes invisibles.

220. El espíritu o conciencia – y no los sentidos – puede conocer y valorar los ejes invisibles que integran lo existente en un solo conjunto sin contradicciones, lo que da origen a las leyes que rigen a la realidad y al bien.

221. Dejarnos llevar por los sentidos y por el momento, sin someternos a la conciencia, es considerar como absoluto a cada fragmento que impacta a nuestros sentidos ignorando la armonía que los integra a todos en perfecto equilibrio.

222. Si consideramos como absoluto a cada fragmento que impacta en nuestros sentidos, caemos en la contradicción.

223. Caer en la contradicción es perder la libertad de someterlo todo a la integración entre los componentes de la realidad, que sin dicha integración carecen de existencia, vida y valor.

224. Tenemos la capacidad de libremente desear y conocer la integración invisible de todo lo visible. Llamamos existencia a esta integración consistente.

225. La integración invisible de lo visible se da en las relaciones armoniosas e infalibles que sostienen a la verdad y al bien y nos llevan a confiar en éstos y a alegrarnos con ellos.

226. Es bueno dejar que nuestra conciencia trace la hoja de ruta por la cual caminamos toda nuestra vida, a cada instante, y en cada decisión y acción.

227. Durante el día se van sumando elementos que nos cuesta integrar en la agitación y carrera alocada diaria. Al despertar, después de la distensión que se genera en el descanso, nos sentimos menos presionados por lo inmediato y ello nos permite poner cada cosa en su lugar, respetando su sentido dentro del conjunto.

228. La carrera del día todo lo confunde al agitarlo y someterlo a la presión del momento. Al día siguiente, al despertar, podemos planificar mejor nuestros pasos, con mayor claridad y paz, superando el stress.

229. Al despertar podemos rearmar el rompecabezas de la realidad que desordenaron las presiones y desasosiego del día anterior.

230. La vanidad, soberbia y sentido de omnipotencia generan fracasos en quienes se jactan de su poder. La falsa sensación de triunfo les dura poco, pues la realidad se encarga de despertarlos.

231. Al dotarnos de conciencia la vida nos invita a vivir sus dones de amor, bien y verdad que crecen y permanecen eternamente.

232. Solamente la conciencia que es común a todas las personas es confiable y las personas son confiables en la medida en que actúan de acuerdo a su conciencia.

233. Somos uno más en medio de miles de millones de personas, a lo largo de miles de millones de años. Nos equivocamos y frustramos cuando tomamos como centro, fin y juez solamente a nuestra persona o a otras personas y no a nuestra conciencia que tenemos en común con todos.

234. La familia y los seres queridos dan mucha felicidad, porque son el objeto de nuestro amor, y por lo tanto nos alegra su bien.

235. Los hijos, los alumnos, las nuevas generaciones nos dan algo muy importante: reciben y aceptan el bien que les damos, dándonos la oportunidad de poner en práctica nuestra capacidad de dar amor.

236. Todo lo que tenemos o podemos tener lo podemos y debemos usar para el bien, haciéndolo contribuir al beneficio de los demás y al nuestro.

237. Somos realistas y agradecidos si reconocemos lo mucho que recibimos y a la vez damos.

238. La calidad de vida es y se mide más que por lo económico, por cómo damos y nos damos para el bien de otros. Sólo de esto derivan la genuina alegría y paz, componentes esenciales para la calidad de vida.

239. Felicidad, realización humana y calidad de vida derivan principalmente de amar, dar y compartir.

240. Alegra y eleva la calidad de vida el dar vida a otros seres, ayudarlos y verlos crecer, en cuerpo y en espíritu.

241. Invertir nuestro ser, vida, energía y momentos para hacer el bien, y solo el bien, es el principal y único buen negocio de nuestra vida.

242. Es pérdida de realismo, perspectiva y cordura el centrar nuestra atención en nosotros mismos o nuestras relaciones inmediatas, ignorando el contexto donde existimos, que nos da sentido, finalidad, origen y apoyo.

243. En millones de años muchos miles de millones de personas estuvieron y están inmersos en sus pensamientos, preocupaciones, ocupaciones e ilusiones del momento. Levantemos los ojos y el corazón por encima de nuestro momento y rincón. Veamos el conjunto al que pertenecemos y seámosle fieles, obrando solamente para el bien de los demás y el nuestro.

244. La contradicción entre lo que decimos y hacemos se manifiesta en no seguir una línea coherente de conducta y nos impide ser, crecer, desarrollarnos, realizarnos, sumar y construir.

245. La contradicción nos anula. Con ella, nosotros mismos nos ponemos obstáculos en el camino y desperdiciamos la oportunidad de participar en el refuerzo recíproco y coherente para el bien.

246. Si actuamos contradiciéndonos obramos contra nuestra vida y la de los demás, arriesgando y destruyendo, en lugar de hacer el bien y construir.

247. Si somos inconsistentes estamos destruyendo el conjunto al que pertenecemos y a nosotros en él.

248. Es falso orgullo y falta de realismo el sentirnos triunfales al obrar contra la verdad y el bien, imaginando que con ello salimos ganando.

249. Vamos contra el contexto en el que vivimos, y en consecuencia contra nosotros mismos, cuando admiramos a quién traiciona a la verdad y al bien y en eso basa su éxito sin escrúpulos.

250. No pensemos en nosotros y en los demás separados, pues solo existimos relacionados, beneficiándonos recíprocamente en el conjunto de la realidad, al que pertenecemos, del que recibimos y al que contribuimos.

251. Si nos sometemos a los sentidos y a la compulsión de lo inmediato perdemos la dignidad y oportunidad de realizarnos consciente y libremente haciéndolos servir su fin.

252. Analizar si no estamos desperdiciando nuestra vida y oportunidades nos ayudará a dedicarnos a rendir frutos de bien construyendo y sumando.

253. El bien de los demás y el nuestro van unidos. Lo que nos perjudica los perjudica, y viceversa. Si no lo vemos así nos engañamos. El egoísmo es un engaño.

254. Tenemos la oportunidad de optar clara y coherentemente por el bien de todos, y solamente por ello. Hagámoslo.

255. La coherencia nos libera de la tiranía de lo inmediato. Nos permite pensar y decidir libremente, para el bien. Nuestro ser y vida, y los demás, se benefician con ello.

256. Muchas veces ganamos cuando perdemos. Por ejemplo cuando perdemos la oportunidad de someternos a la tiranía del facilismo.

257. Quienes nos dicen la verdad, y nos recuerdan nuestra responsabilidad de solo actuar según verdad y bien, nos hacen mucho bien, son nuestros verdaderos amigos. Comparten con nosotros la guía de sus conciencias.

258. Quienes nos exhortan a actuar según la verdad y el bien y manifiestan su desaprobación de otra conducta, nos muestran nuestro camino, y merecen nuestra gratitud y alegría.

259. Nuestra vanidad pretende que los demás nos pongan en un pedestal y nos admiren. En cambio el realismo y el bien nos llevan a respetar, honrar y querer a los demás, y vivir a su servicio. Esta es una importante verdad de nuestras vidas.

260. Es una alegría y alivio el hallar personas que nos apoyan en el camino de la verdad y el bien. Ese camino se hace más grato y juntos lo transitamos mejor.

261. Si una persona nos invita a practicar la coherencia, el bien y la verdad, nos transmite un mensaje de su conciencia, y nos hace el mayor bien posible. La invitación se hace con palabras, y sobretodo con conductas y ejemplo.

262. No tenemos todo el tiempo del mundo. La vida es realmente un instante efímero. Si no la dedicamos al bien estamos perdiendo el poco tiempo que tenemos. El tiempo no sobra.

263. Las buenas decisiones y acciones nos hacen dignos de ser respetados y amados, y brindan modelos y ejemplos para los demás y para nosotros mismos.

264. Si tomamos la vida en serio y somos coherentes, seremos sinceros, honestos y respetaremos la verdad y el bien. Seremos confiables para los demás y para nosotros mismos.

265. Seamos prudentes al hablar sobre los demás. Evitemos ver solo los defectos de las personas y con ello pretender justificar o disimular los propios.

266. Autodominio y disciplina, pensando, deseando y actuando solo para el bien, es el camino para realizarnos y contribuir a la realización de los demás.

267. Si alguien a quien dimos un mensaje de bien nos lo devuelve recordándonos para que lo cumplamos con coherencia ello muestra que el mensaje llegó. Si aceptamos su corrección fraterna, significa que nuestro mensaje fue genuino y efectivo.

268. Merecen nuestra gratitud quienes nos transmiten con su conducta, ejemplo y palabras, los mensajes de su conciencia, que nos indican no someternos a ningún motivo que no sea hacer el bien.

269. Cuando nos entregamos a la contradicción y confusión ellas nos paralizan, no sabemos para donde ir, perdemos oportunidades, fracasamos, nos frustramos.

270. Seremos coherentes y fieles a nuestro ser y a la realidad si nos comprometemos a respetar y ayudar, y jamás mentir o fallar a ninguna persona, y en especial a quienes confían en nosotros, nos quieren y necesitan.

271. Amar es respetar y beneficiar a los demás y a nosotros mismos. Al hacerlo actuamos en positivo y construimos.

272. Quienes dejan de ser cómplices para ajustar sus relaciones a la ética solamente ganan y pueden contar realmente con el otro, con coherencia.

273. Tomar el mejor camino es dedicar la vida a construir el bien, con coherencia. Nuestra misión y la de los medios de comunicación es contribuir a ello y llevar y difundir esa llama positiva haciéndola llegar a todos.

274. Nos genera paz y alegría el saber que en la realidad los seres se benefician recíprocamente, regidos por leyes que ciencia y cultura investigan.

275. Si somos fieles al bien sumamos, con beneficio para los demás y para nosotros, y nos sentimos agradecidos por lo que somos y tenemos.

276. Si intentamos y fracasamos, es importante que procuremos avanzar algo luego de cada intento, pues así nuestra perseverancia triunfará.

277. Viviremos mejor si abrimos nuestro ser solamente al bien, haciéndolo y rechazando la mentira.

278. Nuestra conciencia y libertad nos permiten usar para el bien todo lo que somos y tenemos, nuestro espíritu, cuerpo y tiempo. Si los usamos mal, perdemos.

279. Por poco que no usemos solo para el bien los medios que nos da la vida nos vamos dejando dominar por el mal, que llevan al fracaso y frustración. No hay términos medios. Si no avanzamos retrocedemos.

280. No tenemos derecho a usar nuestros medios para el mal. Si lo hacemos vamos contra nosotros mismos y los demás, contra la realidad en la que existimos, y contra su fuente.

281. Si nos jugamos por el bien con firmeza no damos mal ejemplo a los demás y a nosotros mismos. No engañamos ni generamos duda. No jugamos con lo único que vale, que es el bien.

282. Las personas con quienes nos relacionamos, y nosotros mismos, estamos en una efímera transición de tiempo, que termina con la muerte del cuerpo. Les debemos respeto y comprensión actuando solamente para su bien.

283. Si buscamos complacer nuestra vanidad a costa del bien de los demás y del propio no respetamos nuestro lugar en la realidad y somos injustos.

284. Si no cortamos de raíz con lo que nos aleja del bien y de lo justo, seguiremos siendo sus prisioneros en lugar de construir, sumar y cooperar con nuestros seres queridos.

285. Si nos dejamos tentar por la sinrazón y la contradicción, y no nos entregamos solo al bien, vamos contra los valores que nos dan existencia y felicidad.

286. La voz de la conciencia nos libera mostrándonos nuestros fines, los medios para servirlos, y los obstáculos a superar. Si la escuchamos, y actuamos en consecuencia, contribuimos a nuestra realización y felicidad, y a la de los demás.

287. Todo lo que nos aparta del bien perjudica a nuestros seres queridos y a nosotros. Nuestro sano juicio nos mueve a evitarlo.

288. Apartarse del bien hace un daño que crece en círculo vicioso. Cuanto más nos apartemos, más grave es el daño.

289. Identifiquemos nuestras debilidades para no dejarnos arrastrar por ellas. Por el contrario cultivemos el bien y la verdad, que nos liberan y fortalecen.

290. Ser justos es dar a cada uno lo suyo. Es lo que cada persona necesita y merece para su bien, de donde deriva el bien común. Estamos siendo justos? Evaluemos y corrijamos si no lo somos.

291. Cuando hacemos algo mal, y más aún si se hizo hábito, solo lo superamos si lo sacamos de raíz. Cortemos todo apego que nos ate a la tiranía de un mal hábito. Solo actuando sobre las causas eliminamos los efectos no deseados.

292. En la realidad los seres se combinan maravillosamente cooperando cada uno al bien de los demás y del conjunto. La voz de la conciencia nos recuerda que los beneficios que recibimos nos hacen responsables de contribuir a ese bien desde el lugar que ocupamos en el conjunto de la realidad, empleando lo mejor posible nuestras oportunidades.

293. El bien se refleja en la existencia y la vida que nos dan todo con el solo fin de beneficiarnos. El amor es la intención de tal acción.

294. La vida nos da muchos bienes, entre los que se destaca la capacidad de amar, dejando actuar en nosotros el amor que nos beneficia, y nos mueve a amar y beneficiar a los demás y a nosotros mismos.

295. Si no rompemos la cáscara del egoísmo y la separación no nos abrimos a amar, dar y construir.

296. Ganamos si nos liberamos de la mentira y el mal. Perdemos si nos dejamos tiranizar por ellos.

297. Nuestro bien está en hacer el bien. Al hacerlo dejamos que se realice en nosotros el amor del que procede el bien que todos recibimos y damos.

298. La voz de la conciencia nos renueva sin descanso la invitación a que hagamos solamente el bien, del que somos beneficiarios, parte y actores.

299. Todo esfuerzo que hacemos por el bien nos hace cumplir con nuestro fin haciendo rendir frutos a nuestras capacidades, dentro del sistema de beneficio recíproco del que formamos parte.

300. Podemos ser una buena o mala influencia sobre quienes nos rodean. Nosotros elegimos.

301. Dando y dándonos hacemos rendir a nuestro ser y capacidades, otorgando sentido a nuestra vida. Esto da valor a nuestro paso por la existencia y nos hace felices.

302. La unión con los demás, deseándoles bien y beneficiándolos, es obrar en armonía con la realidad de la que somos beneficiarios. Sigamos esa línea.

303. Tener en soledad, separado, es no tener. Compartir, deseando el bien de los demás y el nuestro, es tener. Lo experimentamos cuando vemos o vivimos algo que nos agrada y admiramos y no tenemos con quien compartirlo.

304. Unidos existimos, rendimos, somos felices, separados no. Unidos damos y nos damos, y solo así nos realizamos.

305. Si actuamos como si estuviésemos solos y separados de los demás estamos dejando de lado la realidad de nuestra vida que es compartida con los demás. Por lo tanto, no nos lleva a realizarnos plenamente ni a ser felices.

306. Si nos separamos de los demás nos separamos de nosotros mismos porque existimos y vivimos unidos y compartiendo con ellos. Solo así lo hacemos plenamente y somos felices.

307. Nuestra conciencia nos da capacidad de amar, de compartir y dar para bien de todos y de alegrarnos con ese bien, pues cuando queremos a las personas su bien nos hace felices.

308. Si nos integramos con los demás y con la realidad de la que todo recibimos y damos, construimos en el bien y ello nos hace felices a nosotros y a los demás.

309. Es importante detectar lo que no favorece a la vida tanto a nivel físico como espiritual y social para evitar que nos afecte negativamente.

310. La limpieza física y espiritual da vida, salud y libertad porque nos libera de lo que interfiere con el bien y el amor.

311. En la medida en que nos separamos de los demás no vivimos. Lo hacemos unidos, dando y compartiendo con amor, para el bien de todos.

312. Desear y hacer el bien vale. Apegos y atracciones con otro fin no valen, y no son amor.

313. Desear y hacer el bien a los demás es la gran oportunidad que tenemos, lo que nos permite realizarnos plenamente. Eso es el amor genuino. Lo demás es una falsa ilusión, pérdida y separación.

314. Traicionamos a los demás y a nosotros mismos cuando vivimos separados en lugar de unidos por amor, para solo hacer el bien.

315. Nuestro espíritu y voz de la conciencia nos muestran el porqué y para qué de todo y nuestra misión de amar y hacer el bien.

316. Si descubrimos en nosotros las buenas acciones que hicimos desde niños, redescubrimos el camino a seguir, y confiamos en que somos capaces de seguirlo. Eso nos da ánimo para seguir luchando y esforzándonos por el bien.

317. En nuestras buenas acciones descubrimos el valor, bondad y calidad del ser que hemos recibido y de la realidad dentro de la cual lo recibimos.

318. La naturaleza, que obra el bien en nosotros y a través nuestro. A nosotros nos corresponde cooperar conciente y libremente con ella.

319. Recibimos existencia, vida y cuidados de los que derivan nuestro bien, realización y felicidad. Y recibimos también la capacidad para aceptar el bien y contribuir a él.

320. El lenguaje de la conducta es el más creíble. Las palabras son creíbles si son coherentes con la conducta.

321. El camino de la verdad y el bien se acepta y sigue por amor. Otros caminos son falsas ilusiones, espejismo y pérdida de oportunidades.

322. Nada hay fuera de la realidad y de sus leyes de verdad y bien. Separarse de ellas es perder. Es como multiplicar un número por cero.

323. Queremos lo que vale, vale la pena, y tiene sentido. Lo logramos por el camino de la verdad, el bien y el amor, no por el camino opuesto.

324. La atracción y distracción del momento nos llevan a no poner cuidado en hacer solamente el bien, y evitar que nuestras acciones perjudiquen a los demás y a nosotros mismos.

325. No tiene sentido apegarnos a lo que no es hacer el bien y respetar la verdad. Con ello solamente perdemos.

326. Cumplimos con nuestro fin en la vida si hacemos el bien a los seres humanos, y en especial a quienes más nos necesitan y quieren, y sobre quienes más influimos.

327. Nadie se hizo a sí mismo. Todos hemos recibido lo que somos y tenemos. Y somos responsables de hacerlo rendir frutos de bien, según las leyes de armonía y refuerzo recíproco que rigen a los seres.

328. Recibimos la oportunidad de hacer el bien y de complacernos con él. No es cuerdo despreciar semejante oportunidad y reemplazarla por lo opuesto.

329. El bien está en respetar, amar y servir a todos los seres, según sus necesidades.

330. Somos dignos de confianza si para servir al bien sacrificamos, aún cuando nos cueste, todo otro motivo o atracción que nuble nuestra mente y coarte nuestra libertad.

331. Nuestro nacimiento y existencia se preparó en toda la evolución del universo y de la naturaleza, y aún antes. Implica un amor anterior y superior al nuestro. Unámonos a ese amor aceptando el bien y cooperando para él.

332. Al nacer somos indefensos y dependientes. Seguimos siéndolo el resto de nuestra vida, aunque nos creamos omnipotentes y que todo lo sabemos. Nuestra fortaleza está en someternos con humildad a la voz de la conciencia.

333. Nuestras fallas y fracasos nos recuerdan que es peligroso creernos omnipotentes y creer saberlo todo, pretendiendo separarnos de la realidad y su armonía, como si fuésemos autosuficientes.

334. Si consideramos nuestros fracasos, escuchando la voz de nuestra conciencia, podemos corregir el rumbo en la dirección del bien, y evitar nuevos fracasos.

335. Que fuimos amados antes de existir se ve en que existamos y que tengamos la perfección orgánica y espiritual que tenemos.

336. Nuestra sensación de autosuficiencia nos lleva a subestimar nuestra unión con la realidad y sus leyes, de las que todo recibimos.

337. Si no subestimamos nuestro valor y capacidad de hacer el bien ganamos seguridad, paz, confianza y fortaleza.

338. Si sobreestimamos el fragmento y subestimamos el conjunto vivimos en la ficción.

339. Considerarnos omnipotentes nos hace impotentes. Vanidad y halagos llevan a la falsa sensación de omnipotencia y nos debilitan.

340. La vida nos da un lugar en la realidad. Nos hace existir, invitándonos a recibir de los demás y a hacer el bien, en relaciones de armonía y enriquecimiento recíproco.

341. La vida nos invita a dar a los demás y recibir de ellos, en armonía. Esa invitación es el hecho principal de nuestra vida.

342. Las palabras realidad, verdad y bien subrayan lo que somos, recibimos y damos dentro del conjunto al que pertenecemos.

343. Para ser y vivir necesitamos lo que recibimos a través de cada célula de nuestro organismo; de cada molécula de oxígeno que respiramos, de cada alimento que asimilamos; de cada componente del contexto en que vivimos; y de cada inspiración de la voz de nuestra conciencia. Recibir tanto, incesantemente debería generarnos alegría y gratitud.

344. Cómo no alegrarnos con el sol, el aire, el agua, el medio ambiente, la familia, la sociedad, la cultura, nuestra vida, nuestra salud, nuestro espíritu y la voz de la conciencia? Cómo no agradecer semejantes dones? No es lo mismo tener estos dones que no tenerlos.

345. Cómo no alegrarnos con el pan material que permite vivir a nuestro cuerpo y con el pan espiritual de la voz de la conciencia, que permite vivir a nuestro espíritu?

346. Cómo no aceptar y agradecer la invitación al bien que es el existir y el vivir? Cómo no dedicarlo todo al bien de los demás y al propio, para los que existimos?

347. Aceptemos con alegría dolores y contratiempos, reconociendo nuestras limitaciones. Las maravillas de la realidad se construyen con esfuerzo, entrega y alegría, superando obstáculos. Así se construyó lo que recibimos, y lo que damos. Es el secreto del amor.

348. Lo espiritual todo lo integra por encima de las limitaciones materiales y temporales. Supera sesgo, privilegios, exclusiones e injusticias y todo lo abarca con el amor, que es consistente, apoyado en una unidad integradora, que supera toda contradicción.

349. Ningún ser humano está sin pecado ni puede juzgar y condenar, tirando la primera piedra. Muchas veces tendemos a hacerlo, magnificando los defectos de los demás e ignorando los propios.

350. La realidad y la vida en su perfección generan y desarrollan seres prodigándoles bien, según la ley del amor. Esta lleva a los seres a complementarse con consistencia y justicia, compartiendo el bien con todos, sin privilegios, exclusiones ni sesgos.

351. La vida es un maravilloso banquete de amor al que somos invitados y ello dura para siempre.

352. Vivimos más plenamente cuando no nos consideramos centro, y en cambio nos dedicamos a hacer el bien. En ello se manifiesta el amor genuino y con ello nos realizamos y contribuimos a la realización de los demás.

353. Al complacernos con lo que acaparamos con egoísmo, lo perdemos. Al darlo lo ganamos, para el bien de los demás y el nuestro. Lo que tenemos, poco dura. Si lo damos, cumple su fin, que dura para siempre.

354. Amor no es usar, dominar y explotar, beneficiándose espuriamente a costa del otro. Amor es dar y darse, para bien de todos.

355. Existimos unidos a todo lo existente, en un solo sistema de refuerzo recíproco. Ocupamos nuestro lugar unidos a las demás personas, y haciéndoles el bien, seriamente y con alegría.

356. Lo que damos a los demás para su bien cumple su fin y nos hace bien también a nosotros. Lo que no damos permanece estéril.

357. Las cosas existen para usarse dándose para el bien. Si no lo hacemos, las desperdiciamos. Eso se aplica a nuestros bienes, oportunidades, influencias, dedicación y a todo lo que decidimos y hacemos.

358. Al cultivar y trabajar la inspiración que nos da la voz de nuestra conciencia contribuimos al avance y realización de los demás y nuestro.

359. Reflexionar, meditar e investigar, buscando cómo los seres se relacionan entre sí y los medios que emplean para realizarse, nos ayuda a guiar consciente y libremente decisiones y acciones para hacer el bien.

360. Nuestra principal tarea es la de cooperar en la construcción del bien de los demás y nuestro. Para ello construiremos también defensas contra engaños y tiranías.

361. Si nos separamos del sistema que todo lo integra en amor y bien, estamos optando por la nada, y nada ganamos. Si nos unimos a él, ganamos todo.

362. La realidad preparó para nuestro bien el universo, hasta el más mínimo detalle. Ella sigue actuando en nosotros, y si no la interferimos somos dignos hijos, seguidores y cooperadores de ese modelo.

363. Al vivir haciendo el bien compartimos con el resto de las personas, dando y recibiendo. Eso da sentido y valor a nuestra vida.

364. Las palabras más elevadas, de realidad, verdad, bien y amor, apuntan a lo valioso que hay en nuestra vida, visto y valorado a través de nuestra conciencia.

365. Si somos receptivos al amor y a la alegría que recibimos de la realidad cooperamos con el bien en que ella nos alberga.

366. Rechazamos las oportunidades que nos da la vida cuando en lugar de obedecer a la voz de nuestra conciencia nos dejamos dominar por lo inmediato, aislado y separado, como si fuese absoluto.

367. Cuando nos dejamos llevar por los impulsos, tratándolos como absolutos, erigimos medios en fines, perdiendo la oportunidad de dominarlos para el bien nuestro y de los demás.

368. Nada ganamos al optar por la mentira y el engaño y al renunciar a nuestra libertad para servir al egoísmo que nos domina, en lugar de dominarlo.

369. Fuera de la realidad, verdad y bien no hay nada, nada que valga y valga la pena.

370. Si empleamos nuestros medios y oportunidades para el bien cumplimos nuestra misión, y cooperamos para el bien ajeno y propio, ajustados a las leyes de nuestra naturaleza.

371. No despreciemos esa capacidad tan importante que tenemos que es la de conocer, amar, dar y alegrarnos con el bien de nuestros seres queridos.

372. Cuando trabajamos para elevar la calidad de nuestra vida y la de los demás cumplimos con nuestro fin de hacer el bien.

373. La reflexión nos ayuda a conocer mejor el camino del bien, amarlo y seguirlo con alegría.

374. Nuestro espíritu nos permite conocer, aceptar, amar y servir libremente al sistema de la realidad en que existimos y a los seres que la integran.

375. Nuestra gran fiesta de alegría es la del amor genuino, que implica dar y alegrarse por el bien del otro. Y es una fiesta que no termina nunca.

376. Nuestro ser y razón de ser se realiza viviendo integrados a los demás, amando, dando y haciendo el bien, sin separarnos ni recluirnos.

377. Si pensamos, sentimos y actuamos separados de los demás seres, sin compartir con ellos, vivimos fuera de la realidad y perdemos vida y calidad de vida.

378. Si nos unimos a los demás para beneficiarnos recíprocamente estamos en el buen camino. Si damos el ejemplo con actos, no quedándonos en meras palabras, mas eficaz es nuestra acción de bien.

379. El no amar, dar ni darse es no ser. Unirnos con el resto de los seres y compartir con ellos nos lleva a ser y realizarnos plenamente como seres humanos.

380. Cuando nuestros pensamientos y preocupaciones se centran solamente en nosotros estamos fuera del camino de la realidad, que es de dar y recibir con respeto y amor.

381. Si no dominamos todos los medios al servicio del bien, nos convertimos en esclavos de esos medios tomados como fines.

382. Al vivir nuestros pensamientos y valores en nuestros actos, los hacemos genuinos. De lo contrario podemos quedarnos solo en declaraciones de buenas intenciones.

383. Solo tomando partido por el bien y la verdad contribuimos a la realización plena de los demás y nuestra.

384. Si en el instante temporal tenemos tantas satisfacciones y bienes, cuánto más serán sin las limitaciones temporales y materiales, en unión perfecta de todo lo existente!

385. Al recibir existencia somos admitidos en el sistema de la realidad para contribuir al bien que observamos e inferimos del comportamiento de tal sistema.

386. Lo que importa es el bien. Amar es quererlo. La verdad es reconocerlo.

387. Nuestro mayor bien es nuestra capacidad de amar y dar en consecuencia, ejerciéndola.

388. Merecen amor y respeto todos los seres pues, al igual que nosotros, tienen vocación y necesidad de existencia y bien.

389. Nuestra existencia es una expresión del triunfo del bien que estamos invitados a compartir. Esto implica dar y recibir.

390. Estamos invitados a participar en bien y felicidad al recibir existencia y vida.

391. Los medios existen para que el espíritu los ponga al servicio del bien del conjunto de seres y de cada integrante.

392. Lo único que existe es el sistema de la realidad, cuyas leyes están hechas para sumar y construir en consistencia, sirviendo así al bien.

393. La consistencia integra la variedad de los seres en un sistema en el que ellos se complementan y refuerzan entre sí, lo que hace posible la existencia.

394. La apuesta al bien es la única razonable, pues es lo único válido y digno de ser querido, y porque inexorablemente triunfa, superando obstáculos.

395. Si apostamos al bien y nos alegramos con él no podemos perder. Existimos porque el bien triunfó, y no hay razón para pensar que dejará de triunfar.

396. Las leyes de la realidad y naturaleza suman los aportes de todos los seres generando el bien, y con ello lo garantizan.

397. Somos felices en la medida en que amamos y por tanto deseamos el bien y lo vemos realizado.

398. La distensión en el sueño se da porque éste permite a nuestra conciencia armonizar la variedad de experiencias que vivimos. Esta armonía es perturbada por tensiones y contradicciones que se generan en la actividad del día.

399. Cuando estamos despiertos nos abruma lo inmediato, considerado como el todo. Durante el sueño se afloja esa presión, y la consistencia continua actuando al abrigo de esa distensión para relacionar todo integrándolo.

400. Mientras estamos despiertos, con frecuencia nuestra atención es absorbida por preocupaciones o impresiones que perturban la armonía que integra las cosas. Durante el sueño, la mente trabaja para recuperar esa armonía lo que nos permite distendernos y aclarar el pensamiento.

401. Al despertar recibimos una conciencia menos prisionera de las presiones de los días previos.

402. Sufrimientos, humillaciones, fracasos y frustraciones, son oportunidades que nos da la vida para valorarla y superar problemas. El mal es permitido para el bien, que siempre lo vence finalmente.

403. La conciencia nos mueve a poner cada cosa en su lugar cuando estamos despiertos y también cuando dormimos. Por ello al despertar disfrutamos de algún avance en ese ordenamiento.

404. Si nos despertamos con inspiraciones es bueno escribirlas, elaborarlas y no perderlas, para comunicarlas a los demás y a nosotros mismos.

405. El sacrificio libremente aceptado nos ayuda a dominar los impulsos que nos tiranizan si no los dominamos al servicio del bien.

406. Obrando bien aprovechamos nuestras oportunidades y hacemos rendir frutos a nuestra vida.

407. El secreto del bien está en servirlo desde el lugar que ocupamos en la realidad, poniendo los medios al servicio de los fines.

408. Estorbamos a la realidad en que existimos cuando no cumplimos con los requisitos de la consistencia en que todo se suma e integra para construir.

409. Al no actuar bien despreciamos y rechazamos la invitación que recibimos a compartir el bien dentro del sistema de la realidad.

410. Rendirnos es desperdiciar la capacidad y fuerza para vencer haciendo el bien. Por ello el desaliento y abandono en lugar de ayudarnos a resolver problemas, los agravan.

411. Nuestro valor e importancia está en integrarnos al bien en que existimos y cooperar en su acción, en lugar de interferirlo.

412. Reconocer, respetar y amar a todo lo existente en su integración para el bien es nuestra oportunidad y fin en la vida.

413. La existencia deriva de un flujo de amor que genera bien. Nos realizamos contribuyendo a ello.

414. Conocemos la realidad en que existimos al inferir sus leyes y estructura invisibles. Esto nos permite entender nuestra misión y valor en la vida, amar a todos en ella, y actuar en consecuencia.

415. Compartir con los demás seres humanos, sin sesgos, privilegios ni exclusiones es ser fieles a la realidad de la que formamos parte.

416. Las leyes de la realidad son de bien y verdad. Cumplir con ellas es deseable y genera realización y felicidad a nosotros y a los demás. Evita fracasos y frustraciones.

417. La integración de la variedad por la unidad genera un equilibrio en que todos los seres se refuerzan sin contradecirse en un solo sistema que sirve al bien de todos.

418. La realidad se construye en unidad y simplicidad integradora de su vastísima complejidad. De allí derivan las maravillas del bien, la verdad y belleza.

419. Si nos dejamos llevar solamente por lo inmediato y el momento descuidamos el fondo y sentido de cada cosa y lo que tiene de valioso y bueno.

420. Lo material desaparecerá por el inexorable reloj biológico. Lo espiritual queda. Amar y dar no desaparecen. Sobreviven al tiempo.

421. Perdemos tiempo y todo lo que tenemos cuando falsamente valorizamos y legitimamos la mentira y el mal disfrazados de verdad y bien.

422. El no ejercer nuestras capacidades superiores, no escuchando la voz de nuestra conciencia, genera ceguera, fracaso, frustración.

423. Cuando dejamos actuar en nosotros al bien cooperamos con la realidad en la que existimos y con sus fines y leyes que nos benefician.

424. Aún cuando seamos débiles podemos avanzar luchando sin descanso siguiendo la voz de la conciencia que todos tenemos y nunca nos abandona.

425. Vamos contra la realidad y hacia el fracaso y la frustración cuando idolatramos nuestras creaciones inconsistentes y falsas.

426. Si aceptamos la realidad y el bien del que somos beneficiarios cooperamos con ellos para el bien de los demás y nuestro.

427. Nuestra gran empresa y aventura es seguir el camino que traza nuestra conciencia, que todo lo integra amando y haciendo el bien. Ello nos satisface plenamente, en su profundidad invisible y aún más allá del tiempo.

428. Las leyes de la realidad garantizan que todo existe para bien, por caminos que solamente parcial y progresivamente vamos descubriendo.

429. Las relaciones de integración armoniosa hacen posible nuestra existencia. Ello garantiza que todo ocurra para bien. El saberlo genera en nosotros paz y gratitud.

430. El bien vence al mal pues solamente el bien existe, y al realizarse según las leyes de la realidad vence al mal que es simplemente ausencia de bien.

431. Los medios existen para ser dominados al servicio de los fines de bien.

432. Todos los miembros de nuestra familia y de nuestra comunidad necesitan de nosotros. Seamos una buena influencia para ellos. Solo así no les fallaremos.

433. El fundamento y fin de todos los motivos y alegrías humanos es el dejar que el bien actúe en nosotros y a través nuestro, cooperando con él en lugar de estorbarlo, aceptando libremente la voz de nuestra conciencia.

434. El bien nos habla a través de nuestra conciencia, que nos mueve a obrar bien a tal punto que los demás y nosotros podamos reconocerlo en nuestra conducta.

435. No somos nosotros quienes vencemos. El bien vence a través nuestro, cuando le abrimos las puertas de nuestra libertad, con humildad y amor.

436. Todo lo existente consiste en un ajustado sistema de refuerzo recíproco, del que derivan la realidad, el bien, la verdad y belleza. Los seres humanos tenemos la oportunidad de conocer ese sistema y libremente cooperar con su realización.

437. Los seres humanos tenemos la oportunidad de libremente dejar actuar a la consistencia que genera verdad, bien y belleza al integrar la variedad de lo existente en un conjunto y en cada ser que lo compone.

438. Buena calidad decisoria es aprovechar la oportunidad de cooperar con lo existente sirviendo a la verdad, bien y belleza. Así contribuimos a la calidad de vida.

439. Los fracasos y frustraciones duelen y nos sirven de advertencias estimulándonos a corregir lo que se oponga a la verdad y al bien.

440. Si nos distraemos y dispersamos en lo que no es la verdad y el bien perdemos contacto con lo real y profundo, y fracasamos, perdiendo oportunidades y no compartiéndolas.

441. Formamos parte del conjunto de lo existente que nos genera y hace avanzar más en tanto más cooperamos con su dinámica de armonía.

442. No pertenecemos a la contradicción, al mal y a la mentira, opuestas a nuestro ser y razón de ser.

443. Para actuar bien necesitamos armar el rompecabezas de la realidad según el plano de la consistencia en que todos los seres se complementan y refuerzan entre sí en una ajustada armonía.

444. Nuestras debilidades y las contradicciones en que nos hacen caer no son nuestros dueños, lo somos nosotros, con nuestra libertad y responsabilidad.

445. Pertenecemos a un conjunto que nos genera y alimenta. Le somos fieles en la medida en que contribuimos libremente a la vida y bien que deriva de la relación armoniosa entre los seres que componen el conjunto, al apoyarse y complementarse entre sí.

446. Construimos sumando, como lo hace la armonía entre los seres en el conjunto de la realidad de la que somos parte.

447. Todos los componentes de la realidad – seres, actos, hechos, aspectos, relaciones – se integran en el sistema en el que existimos. En esa integración está su valor y bondad.

448. Cuando contradecimos la armonía del conjunto de la realidad al que pertenecemos, perdemos todo lo que vale, deseamos y necesitamos y que deriva de dicha armonía en la que los seres se refuerzan entre sí.

449. Al perder las oportunidades que tenemos de obrar mal no perdemos nada. Pues no suman ni sirven, solo restan, quitan y dañan.

450. Sirviendo al bien damos sentido, utilidad y realización a los medios, en lugar de desperdiciarlos y destruirlos.

451. Nuestra debilidad es una oportunidad para construir cuando nos esforzamos por superarla, en lugar de dejarnos llevar por ella como si fuera un fin.

452. Dejemos actuar en nosotros al conjunto del que somos parte que solo suma y genera bien, a través de todos los tiempos y lugares, como podemos observar en las soluciones que el universo y cada ser va dando a sus problemas.

453. Nuestras debilidades aprovechan nuestras grietas para sabotear el edificio de nuestra vida. Trabajemos en achicar esas grietas.

454. Cuando las atracciones se toman como fines absolutos nos desvían del bien, no dejándonos ver claro ni actuar con libertad.

455. Sólo dediquémonos a servir al bien. No le pongamos obstáculos. Si los hemos puesto, liberémonos de ellos cuanto antes.

456. Limpieza en términos de vida implica remover lo que interfiere con la vida. Con ello se fortalecen las funciones vitales tanto en lo físico como en lo social y espiritual.

457. Si nos apegamos a los medios tomándolos como fines nos convertimos en riesgo para los demás y para nosotros mismos.

458. Meditar sobre lo que hay detrás de lo aparente e inmediato nos abre la ventana por donde entra la inspiración que nos permite actuar en armonía con el conjunto al que pertenecemos y que nos beneficia.

459. Muchos modelos que presentan el cine y la televisión parecen buscar convencer al público que lo deseable, digno de admiración y fuente de felicidad es entregarse a las ambiciones y placeres tomándolos como fines y valores absolutos, ensalzando así la contradicción y mentira.

460. Si recibimos y vivimos las inspiraciones de nuestra conciencia en todos los actos y momentos de nuestra vida contribuimos al avance de los demás y al nuestro.

461. En primavera las plantas brotan y florecen porque “saben”, por la interacción ciega de la evolución y selección natural, que tal acción será exitosa. Los seres libres eligen conscientemente lo que será de beneficio propio y ajeno y tienen así la responsabilidad y oportunidad de contribuir al bien.

462. La consistencia en que la variedad de los seres se integra reforzándose en beneficio recíproco, se cumple inexorablemente en la naturaleza. Los seres humanos contribuimos libremente a esa consistencia en la medida en que nos ajustamos a la verdad para servir al bien, cooperando así con la naturaleza.

463. Los seres humanos somos responsables de aportar consciente y libremente a la consistencia que es la integración de todos los seres en beneficio recíproco que genera vida y bien.

464. Creer en el bien es aceptarlo, amarlo y actuar en consecuencia, dejando que actúe en nosotros, sin interferir con él.

465. El bien está en nosotros pues la existencia, vida y todo lo que tenemos, personal y socialmente, son bienes.

466. Si el bien hiciese algo para mal desaparecería pues iría contra sí mismo. Pero sus leyes, que observamos, muestran que el bien todo lo hace para bien, en maravillosa coherencia.

467. Si abrimos al bien nuestros pensamientos, sentimientos, decisiones y acciones, beneficiaremos a los demás y a nosotros mismos.

468. Si todos nuestros actos y momentos son inspirados por nuestra conciencia y los valores que de ella derivan, contribuimos efectivamente al bien de los demás y al nuestro.

469. Ver, amar y dar, más allá de la frontera de lo inmediato nos permite evitar que atracciones contradictorias nos tiranicen y destruyan.

470. En la fiesta de la existencia todos los seres humanos se benefician entre sí por amor, fieles a las leyes de la naturaleza.

471. Con frecuencia la televisión, el cine y la misma sociedad influida por ellos nos proponen someternos a gratificaciones fáciles y sin límites ni control como si fuesen amos absolutos, idealizándolos.

472. Si atribuimos valor absoluto a una atracción ella nos tiraniza, generando adicciones y frustraciones, haciéndonos cerrar los ojos a la realidad y a la voz de la conciencia.

473. La salud y limpieza espirituales derivan de integrarlo todo en armonía, y no dejarse tiranizar por las presiones de lo inmediato que desequilibran dicha fuente de vida.

474. Las atracciones y placeres tomados como fines últimos nos exigen cada vez más, y nunca nos satisfacen plenamente llevándonos así a una carrera desesperada y frustrante. Solamente sirviendo los valores espirituales de bien y amor, dando y dándonos, nos realizamos.

475. Si lo que hacemos contradice nuestros fines y valores finalmente nos sentiremos frustrados, y tendremos que desandar el callejón sin salida al que nos llevó la contradicción.

476. Más importante que pregonar el bien es practicarlo, transmitiendo nuestro mensaje con actos, haciéndolo así más creíble.

477. El logro más importante en nuestra vida es integrarnos dentro nuestro, con nosotros mismos y con el conjunto al que pertenecemos.

478. Lo material y su posesión pasan, lo espiritual, y el dar, quedan.

479. La realidad actúa generando bien en maravillosa consistencia en la que los seres se benefician recíprocamente en armonía. Cooperemos con ella, dejándola actuar en nosotros, siguiendo así su modelo, aceptando sus bienes, compartiendo con ella, unidos en ella.

480. La realidad demostró su fin de bien preparando nuestra vida y existencia en complejísimo y delicado proceso. Confiemos en que ese mismo fin de bien llevará a nuestra realización y felicidad.

481. La realidad está presente en nosotros, actuando para nuestro bien. Si libremente la aceptamos y cooperamos con ella dejándola actuar en nosotros, con amor, cerramos la puerta al mal.

482. Es digna de respeto nuestra acción cuando dejamos que la armonía de la realidad haga el bien en nosotros, con el maravilloso empuje que desarrolló desde siempre en todo el universo.

483. Si tomamos partido por el bien, rechazando lo opuesto, construimos beneficiándonos a los demás y a nosotros mismos.

484. Dejemos libremente el mando de nuestra vida y actos a nuestra conciencia, que expresa el programa de bien que desarrollan los seres integrados en la realidad.

485. Al actuar bien contrarrestamos y vencemos los efectos de las malas acciones.. Hagámoslo con seguridad y humildad y sin condenar a los demás como si fuésemos jueces.

486. Somos humildes cuando ocupamos nuestro lugar en la vida, con aceptación, respeto y amor, dejando que el bien actúe en nosotros. La humildad, por lo tanto, implica reconocer con realismo tanto lo positivo como lo negativo que hay en nosotros.

487. La muerte terrena no es el fin sino el comienzo de una nueva vida que dura para siempre.

488. Si hemos cerrado las puertas al bien podemos reabrirlas cuando así lo decidamos. La conciencia constantemente nos estimula a hacerlo.

489. Se toma o retoma el camino del bien dejándolo actuar en nosotros y superando lo que nos separa de él, para beneficio de los demás y en especial de quienes más nos necesitan.

490. El mal que hemos hecho no lo arreglamos nosotros sino el bien expresado en nuestra voz de la conciencia, cuando lo dejamos actuar y cooperamos en esa acción.

491. Los hábitos que nos separan del bien se combaten renunciando a ellos con esfuerzo, dedicándonos solo al bien.

492. Las atracciones e impulsos tomados como fines absolutos nos separan del bien y solo se superan reforzando nuestra decisión y conducta de actuar solamente en beneficio de todos, en armonía de refuerzo recíproco.

493. La realidad y cada ser se construyen en refuerzo recíproco de consistencia en que los seres se complementan y benefician entre sí en maravillosa armonía de donde derivan el bien, la verdad, el amor y justicia.

494. Detectar y rechazar lo que no es bien y verdad es esencial para el avance, desarrollo y realización humanos y sociales.

495. Perjudicar o engañar a los demás y a nosotros mismos nunca se justifica y es lamentable que a veces se celebre como un triunfo.

496. El engaño y egoísmo pueden confundirnos e impedirnos ver, amar y servir el bien genuino, consistente en desear y hacer el bien a todos, sin privilegios ni exclusiones.

497. El sistema de la realidad no necesita de nuestra cooperación, pero tenemos capacidad de hacerlo con conciencia, libertad y amor. De ese modo contribuimos al bien de los demás y al nuestro.

498. Cuando caemos necesitamos levantarnos apoyándonos en el bien que abandonamos y dejándolo hacer en nosotros.

499. Para avanzar en el bien necesitamos centrar en él pensamientos, sentimientos, deseos, decisiones y conductas, sin reservas. De ese modo nos esmeramos para que todo contribuya al beneficio de los demás y nuestro.

500. La muerte es un paso que no termina con el espíritu. Es un cambio que libera de las limitaciones materiales, permitiendo la plenitud de la felicidad del amor, que todo lo da sin esperar nada a cambio.

501. Lo que no contribuye al bien perturba la armonía en que se asienta y nutre la vida, sostenida por la convergencia de todos los seres hacia el bien.

502. En la medida en que interfieren con el bien, las personas se realizan menos, cayendo en contradicciones, en lugar de cooperar para que todo armonice y sume.

503. Se triunfa si cada vez que se afloja se vuelve a emprender el ascenso por el camino que traza la conciencia.

504. Se necesita reflexionar y aplicar el juicio crítico para superar la confusión y presión del ambiente y de uno mismo. Ello permite detectar y contrarrestar las malas influencias y guiar así el esfuerzo para optar por lo mejor.

505. Se necesita renunciar a lo que separa del camino que traza la conciencia. Se mejora así la calidad de decisiones y de vida.

506. Si se deja de poner al servicio del bien cualquier resquicio de la mente, por allí se puede filtrar, sin que se advierta, lo que lleva al fracaso.

507. La construcción genuina exige renunciar al engaño, vanidad y egoísmo. La construcción de Torres de Babel es la principal industria de nuestro tiempo. Lleva al fracaso y la frustración pues cuelga de la nada, al carecer de sustento.

508. La entrega al bien en que las personas existen y se realizan, se refleja en actuar solamente para el bien de todos y alegrarse con ello.

509. La realidad existe para el bien. Aún los obstáculos aportan a él. Buscar algo fuera de ese camino de nada sirve y, en cambio, hace perder las oportunidades de avanzar y realizarse.

510. Elegir algo que no sea solo hacer el bien es ir contra uno mismo y contra la realidad de la que se forma parte. ¿Qué más merece quererse que el bien?

511. La vida solamente es para el bien. Aún los problemas son oportunidades para beneficio de todos los seres humanos. Esto refuerza la alegría y la paz, aún en medio de las dificultades que se presentan en la vida.

512. Buscar alternativas que reemplacen al bien, y fascinarse con lo superficial, es el camino del fracaso y la frustración que se transita cuando se idealiza lo inmediato sin levantar los ojos a lo alto.

513. La responsabilidad en la vida requiere entregarse al bien, sin servir otro fin, descartando otras alternativas. Es un camino claro para ser seguido sin reservas.

514. Quien se deja guiar por su conciencia y vive en paz y armonía consigo mismo y con los demás, evita que, en lugar de servir al bien se deje llevar por engaños y ambiciones a costa del bien de todos.

515. Las decisiones y acciones cumplen con su objeto propio cuando buscan beneficiar a todas las personas, sin privilegios ni exclusiones. No lo hacen cuando se dejan llevar por la tiranía de ambiciones e intereses, a costa del bien común.

516. La verdad y el bien se nutren en la paz y armonía que deriva del amor, que lleva a los seres a darse y enriquecerse recíprocamente, compartiendo el bien, como una sola familia.

517. Cuando se vive en paz con los demás y consigo mismo, ello lleva al beneficio recíproco. Es el camino del bien, alumbrado y guiado por la conciencia.

518. Es central que se lleve a la práctica con coherencia la decisión de solamente ser una buena influencia para el entorno. Esta coherencia es además el único camino para el propio bien. La inconsistencia es pérdida para todos.

519. Al dejarse guiar por la inspiración de la conciencia se sigue la línea de la realidad, cooperando con ella, para el bien de todos.

520. Es confiable y creíble quien opta solamente por el bien en todos sus actos, coherentemente.

521. Hablar menos y hacer más, para el bien de los demás y el propio. La conducta refleja lo más profundo de la persona y es su lenguaje más creíble.

522. Se contribuye al bien cuando se da ejemplo, fomentando buenos valores y buenos hábitos, en especial de generosidad, humildad y coherencia.

523. Se hace bien a una persona cuando con respeto, delicadeza y firmeza se le hacen notar sus defectos, destacando al mismo tiempo sus virtudes y aspectos positivos que los defectos empañan. Ello contribuye a su realismo y humildad reforzados por una sana y legítima autoestima.

524. Hace bien a las personas tomar conciencia de sus fallas y méritos. Las ubica mejor en la realidad y en su lugar en ella, evitando los extremos de subestimarse o sobreestimarse, ambos contrarios a la realidad y al bien.

525. Tanto las correcciones como las aprobaciones que se expresan a los demás esclarecen y dan una guía confiable cuando se inspiran en la propia conciencia. En cambio no lo hacen las agresiones o adulaciones infundadas, que buscan servir al interés de quien las expresa y no al bien del otro.

526. La humildad permite reconocer que se ocupa un modesto lugar en la armonía de la realidad y que se tienen fallas y al mismo tiempo la gran dignidad de ser conscientes de ellas y libres para trabajar para superarlas.

527. Merecen agradecimiento quienes ayudan con su crítica constructiva sin complacencia. Con ello demuestran respetar y amar al otro de modo genuino y no oportunista.

528. Cuánto menos sea la vanidad mayor será la capacidad de avanzar en conocer la verdad y en amar y hacer el bien. La vanidad confunde la mente y enfría el corazón al pretender reemplazar lo real y bueno por lo que no lo es, llevando a caminar en la dirección equivocada.

529. La humildad lleva a reconocer la propia pequeñez, sin olvidar la propia dignidad y responsabilidad. El no hacerlo interfiere con el reconocimiento de la grandeza del bien y la verdad y con el amor a ellos. Por lo tanto, la humildad ayuda y permite que cada ser ocupe su lugar y contribuya al beneficio de todos sin interferirlo.

530. Una persona no genera por sí misma lo que es y tiene. Sí tiene el privilegio de, a partir de allí, contribuir a la vida y bien de todos los demás y el propio. La mayor alegría está en ese dinámico compartir recibiendo y dando, haciéndolo con amor, contribuyendo al bien del que es beneficiaria.

531. Los halagos inmerecidos para nada sirven, salvo para estimular la vanidad y alejar de la realidad, haciendo perder tiempo y energías. Buscar esos halagos es un síntoma de superficialidad a superar.

532. Una persona se ubica y actúa mejor si reconoce que nada puede sin todo lo que recibe, y que se corresponde a ello dando, aportando y compartiendo, siguiendo la voz de su conciencia, en armonía con los demás.

533. Las personas deberían alegrarse cuando estimulan a otros a practicar el bien y éstos les piden ser coherentes con lo que aconsejaron. Se genera así un apoyo recíproco en que ellas comparten las inspiraciones de sus conciencias y se apoyan y refuerzan entre sí.

534. Se obra bien gracias a la insistencia de la voz de la conciencia, que estimula a ser fieles al bien, unidos con los demás en un proceso armonioso.

535. Lo que se hace bien se logra gracias a las maravillas que obra la realidad en todos los seres, a lo que se agrega la libre contribución de cada persona, guiada por su conciencia.

536. Cuando algunas personas, escuchando a sus conciencias, advierten fallas, merecen ser escuchadas con gratitud y atención, pues dan oportunidades para mejorar.

537. Lo que se vive, y aún los contratiempos, son fuentes de educación y guía, una verdadera “universidad de la realidad y de la conciencia”.

538. Si se aceptan con humildad los fracasos, y se los interpreta como parte de la vida, se es más realista y se mejora la calidad de las decisiones y de vida. Los contratiempos son una escuela esencial en la vida, con lecciones que se reciben a diario.

539. Al observar la realidad, y al leerla con la conciencia, se concluye en que todo ocurre para bien. Aún de las desgracias se puede derivar beneficio, aprendiendo de ellas. Tomar conciencia de ello alegra el espíritu y da más fuerza para luchar y avanzar.

540. Si se dejan pasar oportunidades de obrar mal, hay ganancia. Al hacerlo se coopera en la construcción del edificio del bien. Nada se pierde, el mal solamente destruye.

541. A pesar de las limitaciones, debilidades y caídas, vale la pena insistir en dejar actuar al bien y cooperar con él, en uno mismo y en los demás. Así lograron todos sus avances las personas y sociedades.

542. Por poco que se avance, ello vale mucho, si se trata de servir al bien y evitar el mal. Los pequeños pasos suman, para transitar el largo camino de la vida.

543. Se beneficia a los seres queridos si se hace lo que ellos esperan y necesitan de uno, dando y dándose con esfuerzo y sacrificio.

544. Desde su infancia, los seres humanos luchan por el bien, de la mano de la voz de su conciencia, que los guía e ilumina. Ello genera todos sus avances. Los retrocesos derivan de no escuchar ni seguir esa voz y de dejarse llevar por las presiones del momento.

545. Hacer el bien es aplicar las capacidades humanas más importantes, que son la conciencia y libertad, para aprovechar las oportunidades de realizarse y de contribuir a la realización de los demás.

546. Se es, y se vale, por el lugar que se ocupa dentro del conjunto de los seres, que interactúan reforzándose y beneficiándose recíprocamente en retroalimentación virtuosa consistente. Es en esa armonía que cada persona está llamada a aportar, dentro de sus posibilidades, para el bien de los demás y el propio.

547. Ser coherentes es esforzarse y dedicar todas las influencias, recursos y oportunidades de que se dispone, para que se sumen y refuercen entre sí para el bien de todos, en lugar de caer en la contradicción en que tales recursos se traban, paralizan y destruyen entre sí, en perjuicio de todos. Esto ocurre cuando se contradice la vida con la agresión y la muerte, el amor con el odio, la verdad con la mentira, y el bien con el mal, desoyendo la voz de la conciencia que es de pura coherencia.

548. Eleva la autoestima el considerar que se es actor del sistema de la realidad, que solamente se ocupa de producir el bien, en maravillosa armonía, a la que el ser humano contribuye libremente. Las complejísimas combinaciones y complementaciones de átomos, células, órganos y hasta la acción del sol y todo el universo, generando y sosteniendo con preciso cuidado la vida y todos sus bienes, dan testimonio irrefutable de esa armonía para el bien, en que todo suma en maravillosa perfección.

549. El sistema de la realidad garantiza y avala al bien y cada persona contribuye a ello cuando conciente y libremente acepta tal acción beneficiosa y coopera activamente con ella en lugar de interferirla.

550. El ser humano es imperfecto, pero continuamente surgen nuevas oportunidades para superarse, esforzándose para construir y hacer el bien. El hacer buen uso de tales oportunidades explica los avances que benefician a las personas y sociedades de todos los tiempos y lugares, en medio de tantas limitaciones.

551. La vanidad y el halago malgastan la capacidad y energía que se necesita para construir, respetar y amar a los demás y a sí mismo. Dicha capacidad y energía se apoyan en la verdad, el realismo y la sinceridad para el bien de todos, y no se justifica desperdiciarlas.

552. Las personas avanzan, y son una buena influencia para los demás, en la medida en que dan, se dan y comparten con amor, sinceridad, coherencia y justicia. De lo contrario sus esfuerzos pierden mérito y efectividad, por no seguir un camino sólido y con sentido, con el cual se comprometen.

553. Las capacidades y oportunidades de las personas sirven efectivamente a sus fines de bien, en la medida en que buscan y sirven la verdad y el bien hasta sus últimas implicaciones, y se dejan guiar por ellos en esfuerzo constructivo, superando contradicciones.

554. El esfuerzo para ajustarse cada vez más a lo que pide la conciencia, lleva a obrar el bien. Cada esfuerzo, por pequeño que parezca, suma para la calidad de vida y realización de todos. Siempre es mucho lo que queda por hacer, pero también es mucho lo que se hace, y es importante cada paso que se de en esa dirección.

555. Al obrar bien se da buen ejemplo. Las conductas hablan. No hay comunicación ni influencia más efectiva sobre las personas que el ejemplo, bueno o malo. La primera afectada es la persona misma que, al obrar bien o mal, desarrolla buenos o malos hábitos.

556. La vida tiene sentido por la relación de cooperación, solidaridad y apoyo recíproco entre los seres. Todos ellos viven en comunidad, influyéndose y beneficiándose recíprocamente. El sentido y fin de la vida está en hacer positiva esta influencia para bien.

557. Querer a una persona es desear su bien y contribuir a él. Al hacerlo, se contribuye al bien no solo de quien recibe sino también de quien da. Por ello, la vida y el bien de todos, depende del amor que libre y armoniosamente integra a todas las personas en una comunidad capaz de avanzar en el bien común, en que todas se apoyan y benefician recíprocamente.

558. El principal recurso humano es la capacidad de amar y de hacer el bien. De su ejercicio derivan todos los bienes, logros y avances que hacen posible la vida personal y social y la enriquecen. La felicidad es una consecuencia de ello.

559. Las intenciones y valores de las personas se manifiestan en sus esfuerzos y acciones para beneficiar a los demás. El camino de bien es un camino de obras, más que de palabras.

560. La humanidad necesita que cada persona se preocupe y ocupe de ser una buena influencia para los demás, y en especial para quienes más lo necesitan. Así se construye el bien común, la calidad de vida y la felicidad de todos. Todos dando y recibiendo.

561. Lo único que tiene sentido, vale y vale la pena en la vida es el bien, y esto no tiene excepciones. Todas las personas merecen ser amadas y respetadas en todo momento, tanto en palabras como en acciones.

562. Todas las personas necesitan recibir buenas influencias y buenos ejemplos. En especial necesitan recibirlos de quienes ellas toman como modelos, en quienes más confían y a quienes más quieren.

563. Los seres humanos gozan de libertad para entregarse al bien y a la vida. El hacerlo genera gran satisfacción, alegría y paz, para el bien de todos. Se debería vivir en continuo agradecimiento por tales oportunidades.

564. La capacidad de ver con la luz de la conciencia es un gran tesoro. Ella abre una ventana a la verdad y al bien, que llevan a dar y darse con amor.

565. Los seres se relacionan entre sí apoyándose y beneficiándose recíprocamente, dando como recibieron y reciben. Así contribuyen a la maravillosa dinámica de una interacción consistente y armoniosa. Los seres humanos tienen la oportunidad de contribuir a ello consciente y libremente, cooperando así con el bien y la vida.

566. Se vive gracias al bien que se recibe. Se es capaz y responsable de contribuir a ese bien siguiendo en esa línea, dando, siendo así consistentes con lo que se ha recibido. Es de este modo como todo los seres se relacionan entre sí, para sumar, en el milagro de la existencia y de la vida. Los seres humanos tienen además la dignidad de poder hacerlo con amor y libertad.

567. Cerrar los ojos a la realidad, y el corazón al bien y al amor, es desperdiciar capacidades y oportunidades. Sufren las consecuencias no sólo quienes así obran sino también los demás.

568. Actuar contra la verdad y el bien y apoyarse en otros para ello, es caer en una complicidad que a todos perjudica y a nadie beneficia. Se engañan quienes creen sacar ventaja al hacerlo, pues pierden en felicidad, paz y calidad de vida y en nada ganan.

569. La realidad demostró, a través de millones de años, que existe para bien, de lo que da cuenta el maravilloso conjunto de seres vivos que pueblan la tierra. No hay razón para pensar que se perderá ese bien que con tanto cuidado se preparó, y que se despliega cada día, siendo fuente genuina de alegría y confianza. El reconocerlo es fuente de paz, alegría y renovada motivación para avanzar.

570. La realidad refleja una admirable organización que genera y sostiene al bien y a la vida. Las personas tienen la oportunidad de libremente sumarse y sumar en esta gran obra que beneficia a todos, actuando de modo coherente con aquella organización, siguiendo su conciencia.

571. Los seres humanos no son perfectos en su cooperación libre y consciente con el bien. La realidad se ocupa de alertarlos con el dolor del fracaso, el cual los mueve a trabajar para superar sus fallas y avanzar dando pasos que, por pequeños que sean, valen mucho.

572. A pesar de sus debilidades, las personas avanzan siempre, pues no las abandona nunca la fuerza del bien que su conciencia lee en la realidad iluminando la mente y encendiendo el corazón. Ella fortalece la voluntad y acción.

573. Los buenos modelos de padres, maestros y personas de bien, enseñan y estimulan a valorar y seguir el mejor camino, que genera alegría y calidad de vida.

574. El bien que las personas disfrutan es generado por la naturaleza, que forma un sistema armonioso de beneficio recíproco entre los seres, las personas entre ellos. Ellas responden positivamente a esa corriente de vida, cuando aportan a ella consciente y libremente, siguiendo el camino que les abre su conciencia.

575. Todos los seres humanos son imperfectos, y necesitan trabajar para superar sus fallas. Solamente lo logran con humildad, paciencia y perseverancia.

576. Todas las personas tienen valores y actitudes positivos. Cuando toman conciencia de ello y cultivan esos valores con entusiasmo, el bien que ellas hacen se multiplica, y muchos las toman como modelo.

577. Las personas que se consideran centro del mundo olvidan que son iguales a los miles de millones que existen, existieron y existirán, y que contribuyen al milagro de la convivencia humana. Toda persona, al estar dotada de la conciencia, que le permite distinguir la verdad y el bien, manifiesta en ello su importancia y dignidad. Es lo que realmente cuenta.

578. Quienes solo viven el momento y lo inmediato, sin importarles las implicaciones y consecuencias, y sin ver más allá de las apariencias y la superficie, no son modelos a seguir, sino a cuestionar y mejorar. Lo importante es lo profundo, que está más allá de lo inmediato, y que nos muestra que respetar, amar y dar a todos, es más importante que tener y recibir.

579. Las personas forman su propia opinión de modo consistente e independiente cuando usan su juicio crítico, evaluando lo que se dice y resolviendo así las contradicciones que se dan entre las diferentes opiniones o afirmaciones. Es el modo de acercarse a la realidad y de ser menos sacudidos por la confusión, y así saber por donde se camina, hacia donde se necesita y desea.

580. Los grupos, en cada momento y lugar, adoptan diferentes valores y preferencias, tomándolos como si fueran absolutos. Las personas se sienten presionadas por el grupo a adaptarse a esas especies de dogmas que de alguna manera son “modas” que cambian y se contradicen a cada momento. Solo al evaluarlas y cuestionarlas, con juicio crítico, se defiende la libertad de decidir, evitando ser juguetes de caprichos y arbitrariedades.

581. Lo material, lo inmediato y el momento, existen y tienen sentido y valor integrados en el conjunto, en refuerzo recíproco de consistencia, al servicio del bien. Así los seres se complementan generando y sosteniendo la vida.

582. Las personas sienten atracción y satisfacción por lo que las beneficia, tanto en lo material como en lo social y espiritual. Tales atracciones y satisfacciones no son fines sino medios para moverlas a satisfacer sus necesidades reales de vida y bien.

583. Lo que vale es el amor, que lleva a dar, servir y dominar los impulsos y las presiones del medio, todo ello para el beneficio de los demás. Es para el bien de todos, pues el dejarse arrastrar por impulsos en lugar del amor, es a costa del bien propio y ajeno.

584. Amar es lo que más vale, lo único que vale. Es una postura positiva de desear el bien, cooperando para él, y alegrándose con él. El amor genuino mueve todos los actos y momentos, dando y dándose por el bien de todos, sin pedir nada a cambio.

585. Quien desea y hace lo opuesto al bien y a la verdad, muestra con ello desprecio por la existencia, la vida y la felicidad, que se nutren en aquellos valores.

586. Gana quien llena su mente y corazón solamente de verdad y bien cultivándolos, en lugar de fascinarse con falsas ilusiones y vanidades. Tal ganancia se confirma en la medida en que ello se manifiesta en toda la vida y actos de las personas. Es la lucha a la que todos están llamados.

587. Todo existe para bien, integrado en un vastísimo tejido de seres, aspectos y relaciones que se benefician recíprocamente. Esa integración de apoyo recíproco entre los seres es la base de existencia, vida y bien, apoyados en esa maravillosa armonía. Los seres humanos tienen la oportunidad de contribuir consciente y libremente a ella, con alegría. De este modo, la unidad integra a la variedad generando la consistencia.

588. La autoridad cuyo juicio es válido es la voz de la conciencia, que todos tienen en común, y que lleva a hacer el bien, iluminado por la verdad, sin sesgos, privilegios ni exclusiones; y sin distorsiones que llevan a tratar medios como fines. Por ello, esa voz es la única fuente de autoridad legítima.

589. Se contribuye al bien común si se busca en los demás y en uno mismo lo bueno, para apoyarlo, cultivarlo y difundirlo.

590. Los seres humanos realizan buenas acciones, que merecen ser apoyadas, cultivadas y difundidas. Ello genera un efecto de círculo constructivo, que afianza el desarrollo humano y la calidad de vida.

591. Las cosas comienzan a tener sentido para las personas en la medida en que descubren como ellas se conectan y complementan entre sí, formando un conjunto integrado de existencia que todo lo abarca. Cada componente de la realidad ayuda a sostener a los demás y es sostenido por ellos, en un proceso de esfuerzo y lucha que va identificando y superando contradicciones.

592. Las cosas se conocen al comprender como se integran en la maravillosa armonía de la realidad como conjunto. Al integrarse se apoyan recíprocamente, lo que les permite existir, vivir y realizarse. Los seres humanos contribuyen a ello conciente y libremente al dar, darse y compartir para el bien, con amor y alegría.

593. Se conoce al relacionar las cosas entre sí. El sentido de algo, y lo que ese algo es, solo se entiende relacionándolo con el resto de lo existente. Porque lo que existe coexiste, en un sistema consistente, derivado de la integración presidida por la unidad.

594. Ver con respeto cómo todos los seres se relacionan entre sí en recíproco beneficio, ayuda a aportar a ello con realismo y efectividad, haciendo el bien con amor y alegría.

595. Para realizarse y cooperar con los demás es necesario abrirse a la realidad y profundizar en ella, viendo más allá de lo inmediato y aparente. De ese modo se respeta y ama a todos, contribuyendo a su bien y complaciéndose con éste.

596. Los seres humanos forman parte de un solo conjunto en el que se benefician recíprocamente respetándose, amándose, compartiendo y cooperando. Ellos son consistentes cuando lo hacen consciente y libremente. Cada persona tiene responsabilidades específicas y mayores, en relación a quienes más dependen de ellas.

597. Los esfuerzos en la buena dirección valen, y son importantes. Por pequeños que parezcan, se van sumando, y construyen el edificio de nuestra vida presente y futura, haciendo rendir frutos a tiempo y oportunidades. Todo cuenta, y esos esfuerzos benefician a muchas personas, y en especial a quienes más queremos.

598. Sumando buenas acciones, sin desalentarse, se superan los problemas aún en las situaciones que parecen desesperantes. En todo momento hay oportunidad de optar por el bien y contribuir a él.

599. Se es deudor por todo lo que se ha recibido. Se corresponde a ese beneficio haciendo el bien a los demás, compartiendo con ellos, dando por amor. De este modo, se agradecen tantas oportunidades y motivos de alegría que se reciben.

600. La vanidad aleja de la realidad y quita efectividad en relación a los verdaderos valores, necesidades y deseos. Es a pura pérdida.

601. Para contrarrestar la tendencia a ver los defectos de los demás más que los propios son necesarias la autocrítica y el cuestionamiento de supuestos que alientan la vanidad.

602. Se está en deuda con los demás, por el esfuerzo que han hecho para el bien de todos. En primer lugar, con quienes están más cerca, y también con innumerables personas de cuya existencia ni se tiene noticias, muchas de las cuales vivieron hace mucho tiempo.

603. No es justo enojarse y castigar a los demás, cargando sobre ellos las propias culpas y frustraciones. Tampoco es justo culparse a uno mismo. Es necesario siempre buscar soluciones positivas que permitan ver todo en equilibrio, sin irse a los extremos, buscando y cultivando lo positivo.

604. Si se es duro y negativo con los demás se genera en ellos inseguridad, frustración y agresividad, alimentando el círculo vicioso del conflicto. Se empeoran los problemas en lugar de solucionarlos.

605. Es conveniente pensar en cómo se relacionan todos los seres entre sí generando bien y vida. Ello permite conocer y entender la realidad y la responsabilidad que cada uno tiene de hacer el bien, dando como recibe. Eso es ser coherente, y cumplir con la responsabilidad que se tiene en la vida.

606. Cada persona continuamente afronta el desafío de emplear al máximo su pensamiento, voluntad y corazón para hallar y seguir el camino del bien en la complejísima trama de la existencia y la vida. Este camino es fuente de los mayores beneficios y satisfacciones para todas las personas.

607. El análisis profundo de la realidad ayuda a usar los medios y oportunidades para servir al bien y a la verdad por amor. Considerar solo la superficie y la apariencia parece fácil y atractivo, pero se paga caro, generando confusión y fracaso.

608. Comprender los hilos invisibles subyacentes, que todo lo integran en un sistema consistente, y compartir esa luz con los demás, sirve para guiar la vida y cada acto, al servicio del bien y la verdad. De ese modo, se considera la realidad en toda su profundidad e implicaciones y se es realmente libre y efectivo para lograr el bien que se desea y necesita.

609. En la realidad todos los seres están relacionados entre sí formando un sistema en el que van transitando. Cuanto más se esmeran en considerar y respetar esas relaciones, mejor logran sus metas, contribuyendo al bien, a la vida y a la salud de todos, con la efectividad que deriva de una visión realista y profunda.

610. Para avanzar realmente, las personas necesitan tomar conciencia de lo que ellas son, para qué están en la vida, los caminos posibles a seguir, y sus consecuencias. Al hacerlo pueden contribuir mejor, no solamente al bien propio, sino al de los demás.

611. La vida tiene sentido, y las personas se realizan, en la medida en que siguen el camino recto del bien, del que son beneficiarios tanto ellas como los demás.

612. La regla de oro de la vida es actuar siempre para el bien de los demás y el propio. Así se construye el bien común. No hay otro camino válido.

613. Es bueno complacer a los demás en lo que los beneficia, no en aquello que los perjudica. Poner límites cuando corresponde, expresa más amor que el no hacerlo. Cuando una persona pide o espera algo que en definitiva le hará daño, el amor, la amistad y el deber imponen cooperar con ella negándoselo.

614. Los seres se integran de modo consistente en un sistema en el que se complementan y benefician recíprocamente. De ese modo todos son responsables de contribuir a la realización y felicidad de los demás y de sí mismos.

615. Si se tiene en cuenta lo que se ha recibido, se entiende mejor la responsabilidad de dar y darse a los demás con humildad y amor, y lo absurdos y destructivos que son la agresión, el egoísmo y materialismo.

616. Quien miente para ocultar o reforzar otras mentiras necesita generar mentiras cada vez mayores, para contrarrestar la fuerza de la verdad que buscan todos según su conciencia. Las cadenas o círculos viciosos de mentiras perjudican a quien miente y a los demás, pues lo único que vale es lo real y verdadero.

617. Cuando el trajín diario da un descanso, ya sea luego de dormir o en otros momentos de paz, es bueno aprovechar las inspiraciones que surgen naturalmente para ver y aclarar lo que el trajín oculta.

618. Las personas son responsables de influir para el bien de los demás y el propio. Lo hacen empleando sus oportunidades y recursos para cooperar con los demás, haciendo de la vida social un armonioso proceso de compartir, comunicar y hacer el bien.

619. Todo lo que se tiene es recibido para compartirlo con amor. Ello le da sentido y valor. Los bienes valen en la medida en que se comparten y se dan, porque solo entonces cumplen con su fin.

620. A la caída del sol, la sucesión de colores, formas y paisajes parece un derroche de belleza. Pero esa riqueza sin límites no es derroche, sino que hasta el último detalle sirve y existe para bien. Del mismo modo la inmensa y vasta combinación y sucesión de seres, cambios y mutaciones ocurridas a los largo de millones de años hacen hoy posible la vida y bien de cada persona en cada instante. Cada ser, hecho y proceso tiene su función en esta maravillosa armonía del universo.

621. El momento ocupa su lugar, y merece ser vivido en relación al conjunto. No reemplaza al todo, sino que tiene sentido ocupando su lugar en él. Así cada momento contribuye eficazmente al bien en continuidad y cambios armoniosos.

622. Cada persona forma parte de un conjunto en el que existe y se nutre. Ella y las demás se necesitan mutuamente. Satisfaciendo las necesidades en comunidad, se aporta a la vida y al bien en una armonía a la que todos están llamados a contribuir libremente.

623. Quién cae necesita levantarse y ayudar a quienes afectó con su caída. Así contribuye a reparar el daño sufrido por él y por otros. La vida es una lucha en la que el caer y el levantarse son parte de una acción de conjunto en la que se comparten responsabilidades.

624. Quien se pregunta el porqué de lo que hace, evaluando con juicio crítico y autocrítica los supuestos que aplica, puede superar los problemas que le generan la inercia negativa del ambiente y de sus impulsos y hábitos no dominados por el espíritu.

625. Aún quien haya caído mucho, tiene capacidad para levantarse y superar los problemas. Nada existe para perderse sino para realizarse. La maravillosa armonía o consistencia de la realidad está organizada para el bien porque su fuente es el amor.

626. Nunca es tarde para arrepentirse y recuperar la libertad de caminar hacia el bien. La capacidad para hacer el bien nunca se pierde. Por el contrario, cuanto más uno se aleja de él, más sufre esa ausencia, y ello obra como estímulo para regresar a él.

627. Lo que se es, se tiene y se desea es el bien y la verdad. Optar por el mal implica no tener en cuenta esto, que es la realidad principal de todo ser humano. El mal es lo opuesto a lo que los seres humanos desean y necesitan. Nada suma, solo resta. Se apoya en el engaño y la mentira, a los cuales lleva la insensatez.

628. Los seres humanos tienen el don de la libertad, que les permite cooperar activamente para el bien. Se llama amor al ejercicio de la libertad deseando el bien del ser amado y dejando actuar la natural capacidad de contribuir a él.

629. La realidad existe para beneficio de quienes forman parte de ella, como se observa en los modos maravillosos en que todos los seres se combinan y complementan para hacer posible la existencia, vida y bien de cada ser y del conjunto. La libertad de los seres humanos les permite sumarse a esta armonía constructiva siguiendo la voz de su conciencia. Cuando deciden no sumarse, las consecuencias hacen notar su error y les permiten corregirlo, estimulándolos a hacerlo.

630. La vida invita a disfrutar del bien y a contribuir a él con libertad y responsabilidad. Es insensato perder semejante oportunidad eligiendo el camino opuesto. Es cerrar los ojos a la realidad y cerrar el corazón al bien y al amor.

631. El presente es solo un punto que une el pasado con el futuro. Es una oportunidad para emplear el capital que da el pasado para aumentar y servir la vida y el bien recibidos. Esto es construir el bien de todos.

632. Recordar a otros el camino del bien, y advertirles sobre los riesgos de apartarse de él, es uno de los principales aportes que las personas se hacen entre sí, compartiendo y cumpliendo una función crucial para la realización y avance de personas y sociedad en familia, amistad y comunidad.

633. En las personas siempre hay mucho de bueno. Ello da sus mejores frutos cuando se reconoce, apoya, cultiva y difunde. De allí la importancia de valorar a las personas en sus aspectos positivos y reforzar su autoestima, evitando la parálisis que genera una visión negativa y de desaliento.

634. El gran valor de la conciencia y la libertad reside en que éstas permiten a las personas reconocer y amar el bien, actuar en consecuencia, y alegrarse con ello.

635. La vida terrenal, y los momentos vividos en ella, pasan. Sólo permanece, más allá de la vida material, el espíritu, porque consiste precisamente en dar y darse, para el bien. Allí reside el gran misterio del amor, que vence al tiempo y a la muerte.

636. Si se juega con la vida y con el bien propio y ajeno, se es infiel a los demás y a uno mismo, destruyendo lo que se es responsable de construir. Es negarse a actuar según la realidad, el bien y la vida que se disfrutan, y que exigen una entrega total.

637. La voz de la conciencia es común a todos los seres humanos. Estos se comunican en términos de esa voz, para construir en conjunto el bien y la justicia. Nada hay más importante y valioso que esto. En ello se nutren la realización y felicidad de todos.

638. Las energías y oportunidades se tienen para ser empleadas para el bien. Se es responsable de hacerlo, aunque cueste. Ello tiene mayor mérito y valor cuanto más esfuerzo y sacrificio se requiere, contrarrestando tendencias y atracciones que presionan en la dirección contraria.

639. Si se es fiel al sistema de la realidad, en el cual todo se nutre y se recibe para bien, se da y comparte con amor lo recibido, para beneficiar a todos. Eso implica renunciar a lo que tiraniza desviando de aquel camino al privilegiar lo inmediato.

640. Muchas veces se tiende a dar importancia al “qué dirán” que con frecuencia es prejuicioso, parcial, cambiante y contradictorio. Sólo importa lo que dice la conciencia, que hace justicia a la realidad sin sesgos ni parcialismos. Vale la pena considerar también que, quienes hablan, generalmente saben que sus comentarios carecen de fundamento.

641. El grano de trigo entrega su vida para generar vida. Sigue su modelo quien, consciente y libremente, da y se da por el bien de los seres amados. Esto es generar vida dándola, pues es dedicarla a quienes merecen ser amados: todos los seres humanos. También es hacer cumplir su fin a la vida, pues quien da y quien recibe vive de y para compartir.

642. Las costumbres y modas de turno cambian con las ambiciones e intereses contradictorios de cada momento. La voz de la conciencia se asienta en roca firme y consistente de verdad y bien, que no cambia como el viento, porque supera contradicciones mediante la recíproca complementación armoniosa entre todos los seres, que es el secreto de la vida y el bien de los seres.

643. Al escuchar a la conciencia se analiza la vida, considerando las oportunidades de hacer el bien y los mejores caminos para hacerlas rendir este fruto. De ese modo, cada momento y circunstancia, es vivido como un medio para el fin del amor, que es contribuir al bien de todos, del cual todo lo recibimos. Así se suma en la comunidad en que se vive.

644. Se observa en la realidad que todos los seres se combinan, complementan y refuerzan entre sí en perfecta armonía. Gracias a ésta pueden existir, vivir y realizarse con salud y bien. El ser humano, es consciente de estar invitado a aceptar y seguir libremente semejante modelo, esforzándose por cooperar con él, para bien de todos.

645. Cada persona recibe el bien de existir, vivir, y tener capacidades y oportunidades, y es responsable de compartir ese bien con los demás, haciéndolo rendir frutos. En ese recibir y dar está el camino hacia la felicidad.

646. Es importante pensar antes de actuar, para decidir y obrar mejor. De ese modo se hace honor a la oportunidad que la vida da de contribuir consciente y libremente al bien. Al hacerlo se consideran la realidad y las consecuencias que se darán según como se actúe.

647. Se cumple con el rol que se tiene en la vida, respetando el lugar que se ocupa en el conjunto, cuando se centra el esfuerzo en contribuir al bien y felicidad de los demás y propio.

648. Reflexionar sobre la verdad y el bien, y usar esas reflexiones para guiar las conductas, ayuda a contribuir a la realización y felicidad propia y de los demás, cumpliendo con el propio ser y razón de ser.

649. Que cada momento de la vida sea un hito en un avance de superación y elevación, buscando conocer cómo son las cosas y actuar en consecuencia, sin maldad y con trasparencia, como en la infancia. El esfuerzo y sacrificio que se realice para ello es la mejor inversión.

650. Quien quiere el bien de los seres amados busca conocerlos, comprenderlos, beneficiarlos y descubrir los mejores caminos para cooperar con ellos. El amor mueve a esforzarse para el bien del ser querido.

651. La existencia, la vida y todo lo que permite a las personas crecer y desarrollarse, son oportunidades que se reciben para hacerlas rendir frutos para beneficio de todos. En esto se halla el sentido y valor de la vida y la responsabilidad de las personas.

652. En el cuerpo humano los fluidos, como el aire y el agua, cumplen importantes funciones a través de canales de alimentación y también de eliminación de aquello de lo que el organismo necesita liberarse. Del mismo modo el fluido del pensamiento y el amor alimentan la verdad y el bien diluyendo lo que contamina el espíritu.

653. La vida se nutre de armonía e integración, en las que todos los componentes ocupan lugares, complementándose, cumpliendo funciones, y apoyándose entre sí. Contribuyen así al conjunto de beneficios recíprocos que se suman en la vida. Esto se aplica tanto en el plano físico como en el espiritual. Lo que interfiere va contra la salud y la vida, que necesitan ser cuidadas y protegidas.

654. El flujo de vida en la variedad de lo existente confluye en la armonía de amor y bien que, construyendo y elevando, suman los aportes de todos los seres. Es tan maravillosa la armonía de la vida que, aún lo que parece que resta, tiene su lugar y en definitiva contribuye. La espiritualidad permite comprender y amar esta aparente paradoja en que la vida se nutre de todo para el bien, elevándolo. Impresionan el desarrollo y la supervivencia de individuos y especies en medio de las peores contradicciones y más adversas condiciones.

655. La vida fluye de modo armonioso en un proceso en el que los seres se enriquecen recíprocamente. De este modo los seres se complementan y consisten coexistiendo. No hay fuerza mayor a ésta.

656. En la vida orgánica las diferentes funciones se ajustan y complementan entre sí generando el milagro vital. Ello se da del mismo modo en la vida espiritual, en la cual la verdad y el bien que las personas comparten por amor, tienen la función que los alimentos cumplen en la vida orgánica.

657. Una vez que finaliza el paso por la vida terrenal el espíritu se colma con un alimento que permanece para siempre: el amor, que se confirma en plenitud cuando se da y se comparte en obras de bien.

658. Las inspiraciones de nuestra conciencia, si son libremente aceptadas, alimentan el espíritu, preparando la plenitud que se alcanza luego en la eternidad. Allí el bien estará definitivamente logrado y no se necesitará más.

659. La vida está en continuo movimiento en el tiempo. Terminado éste, cuando llega la eternidad, todo el bien que ese movimiento busca está consumado plenamente. Movimiento y cambio dejan de ser necesarios, pues nada falta, se tiene todo.

660. El movimiento acompaña a la vida en el tiempo, en una continua superación de limitaciones y carencias, en un proceso integrador de consistencia o armonía en que los seres se complementan, desarrollando y realizando sus potencialidades. Esta integración se hace plena en la eternidad, y las limitaciones y carencias quedan superadas.

661. Los seres nacen a la vida y se realizan en ella en el tiempo avanzando en movimiento y cambio, que dejan de ser necesarios cuando se colma su objeto en la eternidad.

662. Tiempo, movimiento y cambio permiten la progresiva integración armoniosa de la variedad de los seres, desarrollando la existencia, vida y bien. Se trata de un período de formación y transición que prepara la plenitud que se vive en la eternidad.

663. La variedad tiende hacia el uno del que deriva; el tiempo tiende hacia la eternidad de la que procede; la limitación tiende a la plenitud en que se genera; el cambio tiende a la consumación para la cual se origina.

664. Ingresamos por la puerta del tiempo a la casa de la eternidad. La naturaleza nada hace en vano, como decía Aristóteles. La vocación y deseo de lo absoluto y eterno que tiene el ser humano, dotado de espíritu y conciencia, existe para consumarse y realizarse en plenitud y para siempre.

665. Las personas se nutren con agua y alimentos que sostienen y desarrollan su vida en el tiempo. Ello es parte del proceso en el que los seres se complementan armoniosamente para el bien de todos. En esto se refleja el sentido de la vida en el tiempo, que se realiza plenamente en la eternidad cuando cesan las limitaciones temporales.

666. La mente se ilumina, y se encienden el corazón, la voluntad y la conducta, al profundizar en los lazos invisibles que integran la variedad de los seres en un conjunto consistente en que se generan y apoyan la existencia, vida y bien.

667. Cuando una persona acepta el mensaje del bien y se abre a él haciéndolo suyo, aquel mensaje se refleja en su vida y actos, según el modelo originado en el amor.

668. Respetar y amar a los demás y a uno mismo es tener gratitud y correspondencia con lo que se recibe, dejando que la obra de bien de la que se es beneficiario continúe su acción, cooperando con ella.

669. Buscar la verdad y el bien, amarlos, contribuir a ellos, y alegrarse con ellos, siguiendo la guía de la conciencia, es respetar los valores invisibles en que todo se asienta y realiza. Es ser fieles al propio ser y deber ser.

670. La conciencia es el gran don que permite a las personas conectarse con la profundidad invisible de la realidad y del bien, recibiendo la luz de su verdad, el fuego del amor y la energía y decisión para dar y darse, cooperando con ellos con alegría.

671. Ser fieles a la conciencia es apoyarse en ella para aceptar y amar lo real, valioso y genuino; y rechazar lo falso y contradictorio, obrando en consecuencia.

672. Si las personas se abren a sus conciencias, aún cuando hayan caído, evitarán caer más profundo, y se elevarán, avanzando en la verdad y el bien. Cualquier esfuerzo en esta dirección vale la pena y es siempre necesario.

673. El espíritu es integración. Se manifiesta al permitir conocer a los seres descubriendo las relaciones que los integran. Al amarlos y desearles el bien, se desea que la integración se haga en beneficio de los seres amados, combinando para ello todos los medios del mejor modo posible. El amor lleva a desear y obrar para tal integración de bien y vida, y alegrarse con ella. De ese modo se da la armonía de la vida en mente, voluntad, acción y sentimiento.

674. El tiempo, el cambio y el movimiento son como un río que arrastra, trayendo y llevando, lo bueno y lo malo. La conciencia permite distinguir y apoyar lo bueno, que se da cuando cada ser contribuye al bien de los demás y propio, según su rol en el conjunto.

675. Distinguir y apoyar las buenas acciones es reconocer y amar a la realidad y a los seres que la componen, contribuir a su realización, y alegrarse con ella. Es nuestra mejor inversión.

676. Los seres fluyen en el tiempo integrándose y reforzándose recíprocamente. Se llama consistencia a esta integración. En ella se apoyan la existencia, vida y bien. Por eso, cuando no se sirve a la armonía, se atenta contra el bien, la vida y la verdad. Por ello es tan importante que las acciones humanas estén dirigidas a sumar para el bien de todos.

677. La vida, el bien y la realización humana, derivan de la maravillosa armonía de la realidad, en la que todo se complementa, refuerza y enriquece recíprocamente, de modo ajustado y consistente. Los seres humanos contribuyen a ello consciente y libremente cuando hacen el bien movidos por amor.

678. Lo espiritual es invisible y, desde su profundidad, genera, mueve y explica lo visible. El ser humano, dotado de espíritu consciente, libre y capaz de amar, es responsable de contribuir a generar el bien, pues puede conocerlo y amarlo, y obrar en consecuencia.

679. Los seres se integran entre sí de modo consistente. Esto significa que se complementan profunda, equilibrada y armoniosamente, y al mismo tiempo de manera abierta, flexible y rigurosa. El espíritu es integración que consciente y libremente domina y eleva a la materia, dándole sentido y valor, al hacerla servir al bien, por amor.

680. La vida espiritual en el ser humano está integrada a su mundo físico, al que eleva y hace servir valores superiores de vida, bien y verdad. Para ello integra los componentes materiales en amor, con conciencia y libertad. De ese modo, el mundo físico, es elevado, adquiere sentido y valor, y es vivido con genuina alegría.

681. El espíritu integra armoniosamente a la realidad, quitando rigidez a lo material, dándole vida, sentido, fin y realización. Permite considerar el momento que se vive dentro del marco amplio y profundo al que pertenece, con sus maravillosas implicaciones, permitiendo así amar, dar, compartir y hacer, sobre bases sólidas y reales.

682. La vida interior o espiritual integra todo lo vivido en un solo conjunto. Al integrar se conoce y ama a los seres, y se decide y obra coherentemente. De allí la importancia de trabajar la vida interior para la realización en todos los aspectos personales y sociales.

683. Lo espiritual se manifiesta a las personas como primera, última y única evidencia, de la cual derivan todas las demás, que se infieren al relacionar los mensajes de los sentidos con lo espiritual, lo que permite relacionarlos entre sí. De ese modo, las personas se descubren a sí mismas y al mundo mirando hacia adentro, donde se integra lo que se vive, dándole significado.

684. Se existe y vive porque se recibe. Del mismo modo se es responsable de dar y darse, compartiendo, en beneficio de los demás y también de uno mismo. Esa es la función del amor, al servicio de la existencia, la vida y el bien.

685. El futuro viene y llegará. Si las personas se preparan y construyen teniéndolo en vista, cumplen con su función en la vida y tendrán en el tiempo y después la satisfacción de compartir el bien, como profundamente desean, y de contribuir para que también los demás lleguen a esa plenitud.

686. Las personas existen en la realidad, no fuera de ella. Por esto es importante conocer los caminos con los que ella asegura el bien, y transitarlos con responsabilidad, cumpliendo cada uno su rol en la vida, realizándose y contribuyendo a la realización de los demás.

687. Perder lo que estorba es ganar. El dinero, poder, prestigio y placer son obstáculos al bien cuando se los toman como fines y se centran en ellos el pensamiento, el corazón y la actividad. Solamente es ganancia tenerlos para usarlos como medios para el bien, dando y compartiendo.

688. Los contratiempos son fuentes de bien y alegría si se los hace servir para advertir y corregir errores y para desarrollar fuerza de voluntad y hábitos constructivos.

689. El tiempo es la oportunidad para vivir y desarrollar el espíritu, dominando todo al servicio del bien y la verdad, por amor; construyendo un futuro temporal y eterno de realización y felicidad.

690. El realismo lleva a la humildad, al hacer que cada persona reconozca su lugar en la realidad en la que todo lo recibe. Ella es responsable de tomar la posta para contribuir también al proceso de vida que la beneficia, aportando así también al beneficio de los demás.

691. La vida temporal es una oportunidad de dar libremente, haciendo el bien, poniendo los medios al servicio de los fines. Se pierde esa oportunidad si se deja pasar la efímera vida temporal sin hacerlo. En cambio se gana, cuando se comparte y construye para el bien de todos.

692. Considerar al dinero, poder, prestigio y otras gratificaciones como fines absolutos es distorsionar la realidad de la que forman parte. Genera la infelicidad de las personas que dedican su vida sólo a ello, pues toman los medios como fines, invirtiendo la jerarquía de los valores.

693. El amor inspira y mueve toda construcción valiosa, pues desea el bien y actúa en consecuencia. Quien ama es feliz al hacer el bien, pues es lo que más desea. Nada vale lo que no está inspirado por amor.

694. Solo vale la pena hacer el bien. Es lo único que se tiene. Allí está la fuente de genuina alegría. Como el bien es la base de todo sentido y valor, lo que no sea para el bien nada vale.

695. Cuando se ama se desea el bien y se pone esfuerzo para hacerlo. En cambio, si una persona no obra por amor no se juega por el bien y, por lo tanto, no debería sorprenderse cuando le va mal, perjudicando a los demás y a sí misma.

696. Los bienes materiales son solamente medios. Valen en la medida en que se ponen al servicio del amor y el bien, que son los fines para los que ellos existen. Si se toman como fines interfieren en lugar de ayudar.

697. Todas las personas sufren la pérdida de seres queridos. Si tienen conciencia de que todo es para bien, considerarán a la muerte como liberación del espíritu para una felicidad superior. El espíritu no muere. Superadas las limitaciones del tiempo y la materia, vive en plenitud.

698. Es necesario trabajar para superar los obstáculos generados por los demás y por uno mismo, y hacerlo con buen ánimo confiando en que todo ocurre para bien. De este modo los obstáculos, en lugar de abrumar, estimulan a avanzar.

699. Los seres humanos tienen capacidad para realizarse en la vida para su propio bien y el de quienes lo rodean. En la medida en que ejerzan esta capacidad dejándola actuar en ellos y a través suyo, serán felices. Esta es la mejor opción en el ejercicio de su conciencia y libertad.

700. Si los valores constructivos de las personas se reflejan coherentemente en sus actos, esas personas serán una buena compañía e influencia para los demás y en especial para sus seres queridos. Se empieza siendo una buena compañía e influencia para sí mismo y sobre esa base se lo es para los demás. Ésta es la fuente más sólida de felicidad y calidad de vida.

701. Los seres humanos tienen derecho, capacidad y responsabilidad de hacer y recibir el bien. El hacerlo lleva al desarrollo y realización de si mismos, de los demás, y de la sociedad. Cada vez que se obra bien se producen esos resultados y se experimenta satisfacción al comprobarlo.

702. La existencia y la vida dan oportunidad de consciente y libremente rendir frutos de bien y felicidad. Amar y hacer el bien es la forma de aceptar esta invitación de la vida y ser consecuentes con ella.

703. Cuando se sobreestima el valor de lo material, y se subestima lo espiritual, se deforma la realidad y se pierden las mejores oportunidades de la vida. Es en el plano interior de las personas donde se generan y movilizan el amor, la libertad y la conciencia que son la base de toda acción y construcción valiosa y deseable favorecedora del bien y de la vida.

704. Si se aceptan opiniones como verdades absolutas, sin previamente evaluarlas y cuestionarlas se vive en permanente contradicción, cambiando de opinión según las modas, convenciones y presiones de turno. Frente al aluvión de opiniones contradictorias entre sí la verdad, la libertad y el bien exigen usar el juicio crítico para distinguir lo válido de lo espurio y ser coherente con lo primero.

705. Cuando no se usa el juicio crítico para decidir, evaluando las opiniones contradictorias, se pierde libertad. Ésta deriva de conocer y comprender la realidad de las alternativas entre las cuales se opta, distinguiendo lo válido de lo que no lo es.

706. El buen ejemplo beneficia a los demás. El mal ejemplo perjudica. Aunque derive de pensamientos o intenciones que se intenten ocultar, éstos se manifiestan claramente en las conductas. Nada queda oculto, ni siquiera se engaña uno a sí mismo, el primer beneficiario o víctima del propio buen o mal ejemplo.

707. Para no dejarse llevar por impulsos de los que luego habrá que arrepentirse se necesita poner los medios para evitar las circunstancias que predisponen a ellos. Esto implica reconocer las propias debilidades con humildad y realismo.

708. Si realmente se quieren los fines, se ponen los medios. Sólo así se obra con coherencia sin engañarse a sí mismo ni a los demás. Se sabe que los medios son necesarios para lograr los fines. No ponerlos es no querer realmente a éstos.

709. Quienes rodean a las personas, y en especial quienes confían en ellas y las quieren, son especialmente influidos por sus buenos o malos ejemplos. Esto debe motivarlas a hacer el bien haciéndolas tomar conciencia de la responsabilidad que su influencia implica.

710. La verdad siempre suma y permite avanzar a personas y sociedades. La mentira siempre resta y es fuente de muchos problemas personales y sociales. Quien espera ganar con la mentira empieza por engañarse a si mismo.

711. La generosidad beneficia a los demás y también a uno mismo. El egoísmo también perjudica a todos. Se es realmente rico cuando se comparte lo que se tiene. La vida y lo bueno que ella tiene se nutre en la generosidad de todos. Ella da sentido y valor al paso por la vida.

712. La sinceridad beneficia a los demás y también a uno mismo. La mentira perjudica a todos, siempre. Vivir solamente en la luz de la verdad es el camino para avanzar en todo lo bueno que la vida ofrece y en especial para el bien de los seres queridos. Al ir contra la realidad, la mentira va contra el bien.

713. Las personas continuamente tienen oportunidades, medios y talentos para hacer el bien. Si son sensatas, no los desperdician. Para ello, se esfuerzan en sólo hacer lo que beneficia a todos y no perjudica a nadie. A tal fin trabajan en evaluar y cuestionar sus hábitos para mejorarlos cada vez más.

714. Quien cree tener fuerzas y méritos suficientes para por sí solo lograr lo que necesita fracasará y se sentirá frustrado pues no hay realismo sin humildad, pues ésta lleva a reconocer las propias limitaciones y la necesidad que todos tienen de trabajar en equipo y en comunidad.

715. Todas las personas merecen ser respetadas, empezando por si mismas y quienes las rodean. Omitir hacerles el bien que se puede, o no decirles la verdad es no respetarlas ni amarlas suficientemente. Las personas necesitan de esa conducta recíproca de amor, bien y verdad.

716. Dejarse llevar por los impulsos, ambiciones o influencias del momento, hace a las personas poco confiables e incoherentes pues no dan al bien y a la verdad el lugar prioritario que les corresponde, como única guía de las conductas.

717. Todo está unido en la realidad por el amor. Dejarse llevar por impulsos y ambiciones sin someter éstos a los fines superiores del bien de todos, es fallar al amor, cuyo único norte es hacer el bien y compartirlo con los demás.

718. Querer algo sin considerar las consecuencias es no verlo como es, y no contribuir al bien, sino a lo opuesto. Los hechos no se dan separados ni en un vacío, sino en un conjunto en el que la armonía con los demás les permite existir y rendir frutos.

719. Relacionarse con las personas sin considerar sus necesidades, aspiraciones e ilusiones ni las consecuencias que la relación tendrá para ellas es no respetarlas ni amarlas, y también es no respetarse ni amarse a sí mismo, pues todo lo que ocurre en las relaciones afecta a todos los participantes. Obrar sin considerar que las personas están integradas, y son responsables de beneficiarse entre sí, dañan a ellas y al conjunto.

720. Los seres humanos viven integrados entre sí formando parte de familias y comunidades en las que la vida y el bien común se cultivan y sostienen por complementación y cooperación que a todos beneficia. Si no se actúa de ese modo, no se avanza y se pierden tiempo y oportunidades.

721. Quienes siguieron el camino del amor, el bien y la verdad hicieron posible lo positivo que hoy se puede disfrutar en la vida personal, familiar y social. Seguir ese camino no solo beneficia a la propia generación sino a las generaciones futuras.

722. La vida es armonía. Si algo en el ser vivo no cumple su función de facilitar el bien del conjunto se produce la enfermedad o la muerte. Por ello en la vida de las personas, familias y comunidad se contribuye en la medida en que se da, se comparte y se sirve a los demás para el bien de todos.

723. Si las personas se ocupan y preocupan solo de sus caprichos e intereses particulares encierran su espíritu, que está hecho para abrirse y compartir en amor a los demás, ocupándose del bien de todos. Si no lo hacen, ahogan su vida interior.

724. La persona vanidosa se atribuye méritos que no tiene y pretende que otros también se los atribuyan. Esto engaña y marea mientras solo la humildad es realista, y permite construir, al dedicar las energías a lo que vale.

725. La dignidad humana reside en haber recibido capacidad de conciencia y libertad para contribuir al bien de los demás y al propio. Esto genera la responsabilidad de emplear la libertad para estos fines. De eso depende el futuro personal y social.

726. Los pequeños logros de cada día se deben a lo que se recibe, muchas veces sin advertirlo. El mérito está en aceptarlos y acompañarlos libremente con esfuerzo, entrega y amor. Es un mérito grande que hace dar frutos a lo que se recibe, que es más que lo que cada uno aporta.

727. El espíritu humano está preparado para conocer cómo los seres en su variedad convergen en un solo conjunto, con un centro que, por ser solo uno, supera toda contradicción generando así la consistencia o armonía del amor, el bien, la vida, la justicia, la verdad y la belleza, sosteniendo todo lo que existe. En estos últimos el espíritu humano se abre, se realiza y rinde sus frutos.

728. Elevar el espíritu es integrar la realidad en un solo conjunto en el que todos los seres se benefician y refuerzan recíprocamente para el bien de todos. Esta integración suma y multiplica todo en amor, coherencia, bien, vida y verdad.

729. Para avanzar y realizarse es necesario reconocer que todo está integrado en un solo sistema armonioso, basado en la fidelidad a la verdad, al bien y al amor que lo mantiene integrado. Reconocer esto evita fracasos y frustraciones.

730. La fuerza de la realidad, de la que todo se recibe, invita a aceptarla con humildad, amor, gratitud y alegría. Ello evita los fracasos y frustraciones de quien se siente autosuficiente y se envanece con halagos y adulaciones.

731. Los seres y acontecimientos se condicionan y complementan entre sí. Un factor integrador subyacente garantiza la armonía o consistencia que permite que existan, vivan y se beneficien. Ese factor integrador supera las contradicciones en el mundo externo, y en pensamientos, voluntad y corazón.

732. Desde niños las personas se preguntan el porque de todo, buscando conocer los hilos invisibles que relacionan a lo existente en un conjunto armonioso y consistente. Hacer estas preguntas y buscar las respuestas en esa interrelación armoniosa permite entender cada vez más lo que pasa, ayudándonos a amar, vivir y construir mejor, y a ser más felices.

733. Se conoce y se entiende lo que se observa cuando se descubre como todo se relaciona, integrándose armoniosamente, lo que permite a las personas existir y subsistir. Por eso se rechazan como falsas las afirmaciones que se contradicen con lo que se conoce. Cuando los astrónomos observaron que las órbitas de los planetas no respondían a las leyes de atracción de los cuerpos ya conocidos, concluyeron que debía existir un planeta de determinada masa y órbita que explique las aparentes contradicciones. Así fue descubierto Plutón antes de que los modernos telescopios permitan verlo.

734. Las personas disfrutan de la vida y de muchos bienes. A ello contribuyen los esfuerzos y sacrificios realizados por muchos con la intención de hacer el bien. Estas acciones son posibles gracias a la conciencia que todos tienen, que les permite reconocer y amar el bien y obrar en consecuencia.

735. Las personas reciben valiosos bienes, empezando por su existencia y su vida. La conciencia les permite aceptarlos, disfrutarlos y compartirlos, dando y dándose, contribuyendo al bien de todos.

736. Todas las personas son capaces de conocer y amar el bien, y de contribuir a él. Al hacerlo, siguen el camino que les abre esa capacidad. Cuando miran dentro suyo, su conciencia continuamente les recuerda seguir ese camino.

737. Se reciben vida y bienes para compartirlos. Un bien vale cuando se da y en la medida en que se da. Al compartirlo se beneficia tanto el que da como el que recibe y ese beneficio se propaga a los demás, pues el bien jamás queda encerrado sino que es difusivo y se comparte con todos.

738. El tiempo permite a las personas descubrir sus errores y fallas, pues éstos son seguidos de fracasos y frustraciones. Solo el bien y la verdad triunfan genuinamente mientras el mal y la mentira dejan siempre un sabor amargo.

739. Todos los seres son beneficiarios de un proceso armonioso en el que se apoyan recíprocamente, movidos por una fuerza vital que todo lo integra y suma. Los seres humanos tienen la oportunidad de contribuir libremente a ese proceso correspondiendo con amor al amor y bien recibidos, deseando y haciendo el bien.

740. Se es consistente cuando se obra según la verdad y el bien que se descubre mirando dentro de uno mismo, en lo que comúnmente se denomina conciencia. El actuar así implica amar y dar sin retaceos.

741. La entrega de amor en la familia tiene un sentido y valor muy profundo ya que de ella depende el bien de quienes la forman, de su descendencia y de toda la sociedad. En el matrimonio las personas se unen de un modo incondicional pues cada una se entrega completamente a la otra y a los hijos que vendrán de la unión. Es necesario cuidar esta gran manifestación del amor.

742. Amar es desear y hacer el bien del ser amado, dando y dándose por ese bien y no para obtener algo a cambio. Es lo contrario de cambiar amores buscando quien ofrece más en lugar de ocuparse de dar más. Por ello no es amor genuino el que solo dura mientras se recibe algo a cambio, movido por el cálculo y el interés. Solo el amor genuino da alegría y seguridad a quien lo da y a quien lo recibe.

743. La conciencia invita a amar y hacer el bien, cooperando consciente y libremente con los demás. El primer ámbito para esta cooperación es la familia y el entorno inmediato, pero también va más allá, abarcando en su solidaridad a todos los seres humanos.

744. La familia es el primer ámbito natural para el desarrollo de la vida biológica, espiritual, social y cultural de todos sus integrantes. Por ello cuando una persona hace un aporte positivo, en ello manifiesta la buena influencia de su familia.

745. Las satisfacciones que genera el amor no son ni su fin ni su motivo sino que lo acompañan y facilitan dentro de la armonía de la naturaleza. Del mismo modo los actos de amistad y solidaridad generan satisfacción que los acompañan y facilitan. Si tales actos solo buscan satisfacción no son genuinamente amistosos y solidarios.

746. El amor y el dar expresan la dimensión espiritual, que es la principal y más elevada del ser humano, muy por encima de la dimensión material cuyas ambiciones y apetitos requieren ser dominados y elevados por el espíritu.

747. Naturalmente se desea lo que sirve a la vida y al bien. Eso facilita a personas y sociedades satisfacer sus necesidades. Para que tal satisfacción beneficie realmente a todos es necesarios que los actos se realicen con amor, buscando hacer el bien en lugar de tomar a la satisfacción como único fin.

748. El amor sacrifica todo por el bien de los seres amados. Es dar y darse, compartiendo todo con el ser amado, deseando su bien a tal punto que alegra tanto o más su bien que el propio.

749. El amor colma lo existente, compartiendo sin límites. Desea todo bien para el ser amado. Todo lo ve como oportunidad para servir al otro.

750. La realidad es una maravillosa conjunción de aportes de todos los seres en una armonía de la que resultan la vida y todos los seres. La conciencia permite a las personas conocer, amar y agradecer semejante regalo, y libremente contribuir a él, compartiendo lo que se tiene para que rinda sus mejores frutos.

751. Las posesiones, placeres y éxitos, cuando se idealizan y toman como fines últimos, lejos de traer felicidad y paz generan frustración y una insaciable urgencia y necesidad de más y cada vez más, en una carrera muchas veces desesperada. Lo que realmente se busca y anhela es algo más profundo que no es poseer sino dar y compartir. Solo ello, liga con el absoluto y da profunda y plena satisfacción y paz.

752. Solamente compartir para el bien de los demás satisface y da felicidad, colmando el espíritu. El bien se hace compartiendo con amor, con humildad y sencillez. Las posesiones y placeres nada aportan cuando se toman como fines, pues el alimento del espíritu es hacer el bien, dando y compartiendo.

753. Las personas se realizan elevándose cuando por amor hacen el bien a los demás. Su conciencia las guía en este camino que lleva a la realización de todos.

754. El amor, el bien y la verdad se comunican y comparten a través de conductas coherentes de respeto y amor genuinos hacia los demás, haciendo solamente el bien sin caer en contradicciones .

755. El ser humano cumple su misión y se realiza sacrificándose por el bien de todos, como el grano de trigo que da su vida por la vida. Al hacerlo domina los medios para servir los fines, dándoles así sentido y valor.

756. Todo lo bueno que se es y se tiene se origina en una raíz profunda, firme como una roca, que se halla en la conciencia de cada persona. La firmeza de esta raíz permite distinguir lo bueno y verdadero de lo que no lo es y obrar en consecuencia.

757. El ser humano recibe mucho, incluso la dignidad de luchar para hacer rendir frutos de bien a sus oportunidades, poniendo esfuerzo, atención, constancia y entrega para contribuir a la armonía de la vida, en la que los seres se complementan y benefician recíprocamente. Ello hace posible la vida y el bien de todos.

758. Hacer el bien es la principal capacidad del ser humano. Al ejercerla la persona se realiza y aporta a los demás, se siente bien, crece y vive genuina alegría que no halla en la satisfacción de las ambiciones o placeres del momento, que se desentienden de la responsabilidad de hacer el bien. Lo positivo y lo negativo se refuerzan a si mismos, cada uno en su sentido.

759. Lo que se es y lo que se tiene no es producto del azar sino del amor de quienes obraron el bien. Corresponderles tomando la posta, haciendo solo el bien, unidos en la cruzada del amor, es fuente de bien y felicidad sin fin para muchos, en el presente y futuro.

760. Se ama y se hace el bien al dar buen ejemplo, en especial a quienes más lo necesitan y más dependen de esa guía. Son más influidos por ese ejemplo quienes aman o admiran a la persona que lo da.

761. Se avanza cuando se considera, respeta y ama a la realidad en su integridad, incluyendo a todos los seres, y se actúa en consecuencia. Para ello es necesario un continuo esfuerzo para ver más allá de lo inmediato, evaluando y cuestionando las premisas con que se intenta justificar intereses y acciones que se oponen a dar y compartir con los demás.

762. Se avanza cuando se respetan las leyes de la naturaleza que hacen posible la vida y se coopera con ellas trabajando para hacer rendir sus mejores frutos a las capacidades y oportunidades de cada persona. La conciencia permite hallar y seguir ese camino.

763. La persona que toma el momento y circunstancia que vive como si fuesen todo ignora y descuida la realidad. Pierde conciencia y libertad al dejar de lado el ámbito más amplio que abarca a todas las personas como comunidad de amor, considerando el pasado, el presente y el futuro. Quien se desentiende de su responsabilidad por los demás y por el futuro vive menos y pierde libertad.

764. Las posesiones, medios y placeres tienen valor y sentido en función de los fines de amor y servicio al bien de todos según la armonía de la vida gracias a la que existimos y compartimos los bienes. El vivirlos así permite avanzar en grandeza y riqueza más allá de la ficción y la superficie.

765. Lo real, verdadero y bueno tienen sus raíces en lo profundo e invisible, en que todo se genera e integra en refuerzo recíproco. Este refuerzo refleja el amor, que todo lo mueve integrándolo al desear el bien, dar y compartir.

766. El rincón de cada persona en el tiempo y el mundo es insignificante. Solo significa y vale al conectarse e integrarse con la inmensidad de la realidad a la que pertenece, en la que todos los seres se integran en refuerzo recíproco. Solo abriéndose a ella éstos se realizan, crecen y avanzan a partir del cimiento absoluto en que se apoyan la existencia, la vida y el bien.

767. Las buenas acciones de padres, familiares, amigos y también de todas las personas de todos los tiempos son regalos que permiten gozar de la vida y calidad de vida. Se agradece obrando el bien, dando y dándose. El mejor homenaje para quienes dan es dar, continuando su obra, demostrando lo mucho que se la valora.

768. Las personas todo lo reciben. A partir de allí, hacen su aporte libremente. Si ese aporte es hacer el bien, dar y construir, emplean bien lo recibido y comparten el mérito por los frutos.

769. Cuando las personas obran de buena fe, con buenas intenciones y buena voluntad, siendo así fieles a su conciencia, corresponden a lo que han recibido, y se hacen confiables, ya que se dedican a dar como recibieron. Se refuerza así la confiabilidad del entorno al que se pertenece.

770. Los seres humanos no son perfectos. Tienen tropiezos y la capacidad de superarlos. Es importante que no se consideren esclavos de sus debilidades y caídas. Siempre tienen oportunidad de salir adelante.

771. Lo que vale es el bien de las personas. Cuando se juega con el bien de uno mismo o el de los demás se arriesga lo único que vale, sin ganar nada.

772. Al condenar la paja en el ojo ajeno y aprobar la viga en el propio, se va claramente contra la verdad y la justicia, eludiendo la autocrítica y la humildad, que son cruciales para el avance de las personas y para que su autoestima se asiente sobre bases sólidas y genuinas.

773. Se es fiel a la realidad, a uno mismo y a sus raíces cuando se deja actuar la armonía de bien, amor y dar y se coopera con ella.

774. Todo lo que una persona tiene lo recibe. La armonía y vida de la realidad es tal que se sigue y seguirá recibiendo, pues se asienta en un cimiento firme y absoluto en que se apoya todo lo existente. Las personas tienen la oportunidad y responsabilidad de dar y darse, haciendo el bien, cooperando con amor, esfuerzo y alegría.

775. Los seres existen apoyados y sostenidos en un punto que los genera, dándoles sentido y fin. No se trata de un ser más, sino de algo superior, sin límites, que explica la existencia de los seres en su variedad y en las delicadas relaciones que les permiten complementarse, existir y vivir.

776. Desear y hacer el bien es en beneficio de todos. Si sólo preocupa en beneficio propio, nada se gana, ni siquiera para uno mismo. Es la acción más insensata y a pura pérdida.

777. En la naturaleza los seres se refuerzan recíprocamente en un proceso en el cual la existencia, la vida y el bien de cada ser son preparados y protegidos hasta en el más mínimo detalle. Este proceso vela sobre cada aspecto del que depende cada vida, en cada instante. La intención invisible que mueve todo es el amor, que está en la base más profunda y última de todo lo existente.

778. Se es feliz al disfrutar el bien de los seres amados. La felicidad es genuina y plena si se ama y desea y hace el bien de todos, sin privilegios ni exclusiones, considerando que todos lo merecen, y sin pretender que sirvan a impulsos egoístas.

779. La felicidad deriva de amar, desear el bien de los seres amados, dar y compartir con ellos considerándolos miembros de una misma familia y alegrándose con su bien.

780. Todos los seres humanos merecen ser respetados y amados, tienen raíces y fines comunes, forman una sola familia y quien hiere a un miembro de esa familia daña a todos. El bien que se hace a una personas beneficia a todos.

781. Es bueno trabajar para avanzar. Así se generan cada instante el ser y la vida, renovados en constante crecimiento, desarrollo y realización, aprovechando las capacidades y oportunidades que cada persona tiene de hacer el bien, por amor. Pretender salirse de ese marco o parecer lo que no se es, es ir contra la realidad, y no beneficia a nadie.

782. Toda persona vale mucho. Está en sus manos el libremente cooperar para el desarrollo y realización de sí misma y de los demás, haciendo el bien, fiel al amor y a la verdad. Esa misión explica y justifica que cada persona exista. Es su razón de existir.

783. Cuando una persona valora sus capacidades y oportunidades contribuye al bien de sí misma y de quienes las rodean. En cambio, si no actúa haciendo el bien, de acuerdo a la realidad, es un factor de perturbación.

784. La conciencia permite a las personas valorar a cada uno como es y apoyarlo para que lo sea plenamente, dándose como se es, sin buscar aparentar o ser lo que no se es. La inseguridad hace que las personas pierdan oportunidades que tienen para avanzar, por no saber valorarlas.

785. La persona que se asume y respeta como es, y se esfuerza para superarse y avanzar, contribuye al bien de todos al obrar con confianza, humildad y firmeza.

786. Todas las personas merecen ser queridas y respetadas, aún las que no parecen merecerlo. Por lo tanto somos responsables de desear el bien de todos y contribuir a él.

787. Cuando se advierte que otros necesitan ayuda, apoyo y estímulo y se les brinda efectivamente, esta acción también beneficia al que la realiza, ayudándolo a superar su aislamiento e inseguridades y a ser más productivo.

788. Interesarse por personas y culturas diferentes con sentido de fraternidad y comunidad, demuestra respeto y valoración hacia ellos, enriquece a quien lo hace y contribuye a una sociedad más integrada en comprensión, comunicación, cooperación y paz, y a la realización y calidad de vida de sus ciudadanos.

789. Los pensamientos negativos no dan soluciones, las impiden. Descalifican a personas y oportunidades sin fundamento. El juicio crítico permite combatir la tendencia a teñir todo de negro, al mostrar su carencia de fundamento y sus devastadores efectos.

790. Para pensar, decidir y actuar en positivo ayuda el estar ocupado en actividades constructivas: trabajando, leyendo, organizándose, y esforzándose cada día y cada instante para superarse, fijándose metas de bien, y sirviéndolas.

791. Interesarse y ocuparse de apoyar a quienes más necesitan aumenta la seguridad y felicidad de todos, pues amar y ser solidario es la principal vía de realización de las personas. El efecto positivo se produce en el que da y en el que recibe.

792. Hay mucho de positivo y valioso en cada persona. Dedicarse a descubrirlo, apoyarlo y difundirlo lleva al avance y realización humana y social. Se empieza descubriendo y apoyando lo positivo que hay en uno mismo y en el entorno inmediato.

793. La realidad es una sola, y en ella todos los seres y aspectos están integrados. Eso hace posible que cada ser exista y viva en el lugar, momento y modo en que lo hace. Los seres humanos, con su libertad, avanzan en la medida en que tienen en cuenta todos los componentes de la realidad y sus relaciones, sin privilegiar ni descuidar ninguno, respetándolos a todos.

794. Humildad es reconocer el lugar de cada persona en la realidad. Implica agradecer la alta dignidad de cada uno y reconocer que solo se vive porque quienes desean el bien pusieron los medios para ello. Se admiten así las propias limitaciones y se recibe con la responsabilidad de compartirlo con amor.

795. En cada célula del organismo humano hay una fuerza que empuja para que todos los componentes se ajusten entre sí y se adapten al contexto, llevando adelante la vida en un proceso armonioso. Esto ocurre también a nivel espiritual. Cada paso que se da hacia el bien y la verdad es movido por una fuerza que empuja hacia la integración armoniosa de los deseos, pensamientos y conductas. Quienes trabajan por la vida, el bien y la verdad, libremente cooperan para lograr más armonía.

796. Las personas y sociedades avanzan cuando cooperan, reforzándose recíprocamente para el bien común. Comparten dando y recibiendo, siendo leales a los demás y a sí mismos, obrando con honestidad y veracidad. En la medida en que más se practiquen estás conductas, se superarán los problemas sociales, políticos y económicos que hoy preocupan por las injusticias y sufrimientos que generan.

797. Cada persona existe porque se prepararon, con perfecto cuidado, las condiciones que hacen posible su vida y los bienes que posee. No hay razón para pensar que ese cuidadoso esfuerzo se interrumpirá o revertirá destruyendo lo así generado. La perfección de la vida recibida por cada uno permite confiar en que ello es para bien y felicidad de los seres humanos, no para su frustración. Toda aparente destrucción es superada en una construcción mayor y más perfecta en la que el bien triunfa.

798. Todas las personas tienen la oportunidad de amar y dar, y ello hace felices a ellas y a quienes aman. No es buena decisión buscar algo diferente al bien, más aún teniendo a éste al alcance de la mano. Si esto se tomase en cuenta, analizase y viviese con coherencia, habría mucha más calidad de vida y felicidad, y menos problemas en el mundo.

799. Al conocer la realidad se advierte que se es beneficiario de una obra tan cuidadosa que permite que a cada instante lata el corazón y que todas las células converjan para que la vida emerja y continúe. Considerando esta clara evidencia, qué razones puede haber para angustiarse? Qué razón puede haber para pensar que esta obra tan perfecta, se hizo solo para el presente y terminará frustrando las ansias de felicidad? Si se recibió todo lo que se es y se tiene, sin tener derecho a recibirlo, siendo nada sin recibirlo, es impensable ser abandonado ahora que se es y se vive.

800. Un pacto de lealtad para y con el bien y la verdad, es la base para la realización de las personas, familias y sociedades. Es el mejor uso de la libertad. Muchos problemas y sufrimientos que agobian podrían superarse viviendo con coherencia ese pacto.

801. Las personas se influyen recíprocamente. Ganan mucho si su interacción es regida por un acuerdo tácito de obrar con sinceridad y buena fe para el bien de todos. Sólo así crecen y contribuyen al bien común.

802. La sociedad, el bien común y la calidad de vida, se generan y sostienen gracias a un pacto implícito por el cual las personas obran de buena fe para beneficio recíproco. De ese modo, se construye con esfuerzo, sacrificio y solidaridad elevando los niveles de felicidad personal y social.

803. Las personas y sociedades avanzan en la medida en que hacen pactos de lealtad y bien recíproco con quienes las rodean. La existencia y vigencia de estos pactos, aún si no son explícitos, se observa en la buena fe, sinceridad y solidaridad. Lo importante es vivir estos valores.

804. La vida humana es una continua oportunidad para desear el bien, conocerlo, trabajar para él y alegrarse con él. Esto es amor y manifiesta la libertad humana. Dedicar la vida a ello es necesario para crecer, construir, avanzar y realizarse.

805. Los errores y debilidades que las personas viven las llevan muchas veces a sentir como si el mal y la mentira fuesen parte de ellas. Sin embargo, lo central en las personas es su capacidad de bien y verdad. Por ello sufren cuando caen, y tienen libertad y fuerza para levantarse.

806. Las personas se benefician recíprocamente. Sus buenas acciones no solo benefician a quienes están ahora sino también a quienes estarán en el futuro. Esto justifica esforzarse para hacer el bien y dedicar a ello toda la vida.

807. Cada persona posee conciencia y libertad, lo que le permite en cada momento, decidir y hacer el bien. Ello suma y vale para siempre, nunca se pierde ni desperdicia. Hasta el más pequeño aporte se integra en el gran marco del tiempo y la eternidad, en que todo se comparte como patrimonio común.

808. Si se tiene como único horizonte el momento que se vive, se pierde de vista la realidad que incluye pasado y futuro, el momento de la muerte y el después. Viviendo solo el momento, se aleja del corazón y de la mente a las personas de quienes se reciben beneficio y a las que necesitan ser ayudadas.

809. La libertad se nutre al escuchar con atención, respeto y gratitud la voz de la conciencia que permite ver y evaluar los caminos que se pueden seguir. Esta voz ayuda a distinguir y elegir los caminos que favorecen la vida y el bien. Esto es lo que da valor a la libertad con responsabilidad.

810. Cada persona tiene una vida interior, invisible, espiritual. Es lo central y más importante. Vivirla es darse y darlo todo amando y sirviendo, jugándose por el bien y por la vida. Optar por esto lleva a superar las tiranías de los apegos materiales y temporales que ofrecen el camino fácil de dejarse llevar por lo inmediato, sin esforzarse al servicio del espíritu, que eleva cada momento y medio disponible para construir las grandes obras humanas.

811. La vida y el bien que cada persona recibe es todo lo que necesita. La persona se realiza sirviendo a esa vida y bien y ello la hace feliz, pues es lo que desea en lo más profundo de su ser. Se equivoca y frustra cuando menosprecia lo que tiene y pretende reemplazarlo por espejismos, como se observa en la puja materialista por poseer y consumir sin dar y compartir.

812. Frente a una persona que perdió el rumbo y es rechazada, el amor verdadero siempre le da oportunidad, la invita a retomar el buen camino y la apoya con paciencia y cariño.

813. Existir y vivir es un gran regalo y dignidad. Cada persona es responsable de alegrarse por lo que recibe y de agradecerlo, haciendo rendir frutos de bien a las oportunidades recibidas compartiendo así con los demás.

814. El guiarse por cambiantes y contradictorias modas, complaciendo las vanidades, es cerrar los ojos a la realidad y el corazón al bien, que tienen sus raíces en lo profundo y en lo sólido y no se desvanecen con los cambios y el tiempo.

815. Hoy es común la postura de considerar que todo vale, que no hay diferencia entre lo que es verdadero y lo que no es, como si todo fuese relativo, sosteniendo afirmaciones que se contradicen entre si. Si tal postura fuese correcta, nada tendría sentido en la vida y para nada servirían los esfuerzos por construir con responsabilidad, hacer el bien y debatir la verdad.

816. Si nuestras creencias y afirmaciones no tuviesen fundamentos, y diese lo mismo aceptar a ellos o a sus opuestos, ellas para nada servirían y todo valdría lo mismo: nada. Es importante usar el juicio crítico para evaluar las opiniones, modelos y valores que circulan y aceptar sólo los que sean coherentes con los elementos de juicio de que se disponen.

817. Todo ser humano tiene raíces profundas que explican su existencia y vida apoyándose en un cimiento último absoluto. Estas raíces están hechas del amor que genera, sostiene y realiza todo bien, sumando y llevando a los seres a complementarse obrando para bien. Amar y cultivar estas raíces es el secreto para vivir bien, en beneficio de todos.

818. Cada persona recibe la vida. Ésta le da oportunidad de hacer rendir frutos al bien recibido, aceptándolo y agradeciéndolo con alegría. Solo así coopera libremente con la acción de bien de su naturaleza. La vanidad, el orgullo y el negativismo interfieren con esa acción al rechazarla, y nada aportan.

819. Al trabajar con humildad por el bien de todos se favorece el desarrollo y realización de las personas que se basa en dar y darse por amor. En esto se manifiesta la verdadera fidelidad hacia las personas.

820. La vida existe y continúa en un camino hacia la plenitud, gracias a que todos los seres se relacionan entre sí. A pesar de las desarmonías y males que ocurren, las leyes de la armonía y el bien prevalecen y vencen, como se observa en cada nueva vida que surge en medio de la adversidad y en los actos de bien y generosidad que se suceden en una cadena interminable, a pesar de los obstáculos y limitaciones humanos.

821. Las personas crecen y se realizan haciendo rendir las oportunidades que le da la vida en el lugar que les toca ocupar en el tiempo, espacio y comunidad. Ello las hace responsables de ser buena influencia para quienes las rodean y para sí mismas.

822. Los tropiezos y errores de los seres humanos brindan oportunidades para ejercitar la humildad, reconocer las propias limitaciones, y esforzarse y desarrollar hábitos para superarlas. Esto permite entender mejor la realidad y amar y agradecer las oportunidades que continuamente se reciben para obrar bien, siempre superándose.

823. Las personas fortalecen su humildad y su amor al considerar que nada pueden hacer por sí solas, y todo lo reciben. Este es un regalo para ser compartido con los demás por amor, contribuyendo así a la vida, compartiendo y dando como se recibe.

824. Se conoce que algo es verdadero cuando coincide con lo existente ya conocido, pues en la realidad todo se relaciona y complementa en armonía. De allí que algo se considera real por su inserción en el conjunto de lo existente. La vanidad de complacerse con el halago superficial de la apariencia, lleva a salirse de la realidad y hace desperdiciar el tiempo, la energía y la vida.

825. La realidad y la vida se basan en la complementación armoniosa entre los seres, de modo que cada ser tiene su lugar y función, y desde él, contribuye a cada ser y al conjunto. El cumplir con su función desde su lugar es el camino para que cada ser y medio aporte al bien, que es la fuente y el fin de su existencia. El cumplir con esta función de complementación provoca una fuerza integradora que a todos sostiene.

826. El bien y la verdad se nutren con bien y verdad. Todo apego o conducta que no sirva a estos valores generan una peligrosa fisura en el edificio de la vida en detrimento de lo que los seres humanos realmente desean y necesitan.

827. Solo el bien da sentido a la vida. La libertad permite aceptarlo y amarlo, dando y dándose en beneficio de todos, con alegría. Emplear así la libertad aumenta la calidad de vida y la felicidad en el tiempo y después.

828. Las personas se unen libre y conscientemente unas a otras, consigo mismas y con sus raíces, dando, recibiendo y compartiendo. En esto consiste el amor, que es el aspecto espiritual, profundo e invisible que es el central en la vida humana.

829. El amor desea el bien de los demás y sirve a ese bien con alegría, une a las personas entre sí, consigo mismas y con sus raíces, generando la complementación armoniosa en que se apoyan la vida y el bien. Es lo opuesto a la separación, y a la contradicción que son fuentes del fracaso y la frustración.

830. Todos los seres y hechos se relacionan entre sí. Estas relaciones son como hilos invisibles que solo los ojos interiores ven. Lo que se ve como compatible con el resto de lo real se considera real y verdadero. En sus relaciones, los seres se benefician recíprocamente. Amar es desear y servir el bien del ser amado y alegrarse con él. Es una acción invisible que se manifiesta en la conducta visible, y esto se llama coherencia.

831. La conciencia, que cada persona tiene en lo más profundo, tiene en cuenta como todos los seres se relacionan entre sí, complementándose en una integración que permite la existencia y la vida de todos y de cada uno. La conciencia invita a respetar y amar esa integración y a cada ser que se integra, pues todos están allí gracias a una fuente común de la que recibieron esa oportunidad. Toda persona es invitada a la fiesta de la vida, y nadie tiene derecho a excluirla. De allí el equilibrio, la apertura y la profundidad con que todas merecen respeto, amor y paz.

832. Se es libre en la medida en que la tendencia a buscar, poseer y consumir bienes materiales y halagos es superada por el deseo y esfuerzo para dar y compartir. De ese modo, se evita separarse de los demás, y del amor y el respeto que unen a todos, liberándose del egoísmo, el mal y la mentira, que falsamente ofrecen maravillas y solo llevan al fracaso.

833. La verdad y el bien se basan en respetar y amar a cada ser integrado con los demás en recíproco beneficio y complementación. La mentira y el mal van contra el respeto y el amor, separan y enfrentan a los seres entre sí y con su raíz, para daño de todos. No hay verdad ni bien que no beneficie. No hay mentira o mal que no dañe.

834. El ser humano se encuentra con su propia vida, no generada por él. No deben sorprenderle las limitaciones, debilidades y obstáculos. Alivia el saber que la fuente que le da la vida, compensará sus limitaciones y completará en él su obra de bien. Así como la fuente de la vida y el bien genera a los seres y los preserva con tanto cuidado, continuará y terminará su obra colmando las aspiraciones de los seres generados.

835. Los seres humanos aspiran al bien y a la verdad. Para lograr los resultados y ventajas que de el bien y la verdad, es necesario vivir según éstos, obrando en consecuencia. Se ponen así los medios que permiten a la persona, libre y responsablemente contribuir a ese bien y verdad. De no hacerlo, la contradicción entre medios y fines frustra las mejores ilusiones.

836. Se es realista cuando se reconoce que lo que existe y ocurre tiene una raíz profunda de bien de la cual se es beneficiario y con la cual se está invitado a cooperar aceptando y amando la vida que se recibe, contribuyendo para el bien de todos los seres que existen y forman una verdadera familia humana. No es realista ni acertado perturbar esta profunda corriente de bien y vida de la que se es beneficiario, dando prioridad a la moda o atracción del momento por encima del conjunto y del bien de todos.

837. Todas las personas, aún cuando sean marginadas, existen para realizarse y ser felices. La perfección de los procesos que hacen posible la vida de cada persona dan testimonio de la importancia del proyecto de bien para el que ella existe. Contribuir a ese bien es la esencia del mandamiento del amor.

838. La realidad exige ser humildes, evaluando y cuestionando las propias impresiones e ideas con autocrítica. Ello evita pretender convertirse en juez de los demás. Es contrario a la realidad y al bien juzgar a otros para justificarse a uno mismo, o valerse de cualquier argumento, por endeble que sea, para pensar o hablar mal de los demás.

839. A veces se ve en la calle personas solas, marginadas e inseguras que parecen ir llevando a cuestas su humanidad. Ellas cargan enfermedades, frustraciones y pobreza, pero siguen luchando por la vida, en medio de los obstáculos. Este esfuerzo merece el mayor respeto y reconocimiento, pues en las peores situaciones mantienen encendida la llama de la vida que recibieron para defender.

840. Nadie tiene derecho a sentirse superior a otra persona. Todas merecen y necesitan el mismo amor, respeto y consideración. No son genuinos el amor y el respeto si se los niega a los más débiles.

841. Las capacidades y oportunidades humanas rinden frutos en la medida en que se dan y entregan para el bien de todos. Sin el esfuerzo y sacrificio que ello implica, los mejores recursos quedan estériles.

842. Las personas se desarrollan y realizan en la medida en que se unen entre sí, movidas por el amor que desea y hace el bien de todos y se alegra con él, obrando con cuidadoso respeto por la verdad.

843. Cuando las personas se equivocan y eso las hace fracasar y sufrir, ello les da una oportunidad para conocer sus limitaciones y les advierte que para avanzar necesitan dedicarse a escuchar a sus conciencias, que les muestran el camino recto en que se basan el bien, la vida y el amor.

844. Nada que sea necesario para el bien se ahorra en el maravilloso sistema de la realidad, como puede observarse en el inmenso y riquísimo universo, y más aún en la profundidad del espíritu. Hasta el mal existe para ser superado y vencido, como se observa en los procesos naturales y de vida en que los problemas son seguidos de soluciones. El ser humano cuenta con conciencia y libertad para emplearlas en esta alquimia que saca bien del mal.

845. Se es realista y fiel al lugar que se ocupa en la realidad cuando se tiene en cuenta que todo se recibió, empezando por la existencia y la vida, y cuando se vive y obra en consecuencia. Ello genera responsabilidad de corresponder a tan importante regalo, viviendo solo para dar y compartir bien, como se recibe; participando así en el milagro del amor que es fuente de ser, vida y bien.

846. El mérito de las personas está en ser fieles al bien y a la que recibieron, aceptándolos con alegría y humildad y contribuyendo a ellos con amor. Por este camino, las personas y sociedades avanzan, crecen y se realizan.

847. Los ojos de la conciencia ven más allá de lo visible e inmediato. Ven el porqué y para qué de la vida. Permiten compartir el deseo y bien que une a los seres en una sola familia humana en la que todos se apoyan recíprocamente en amor y paz, y los mueve a entregarse con alegría a esta tarea.

848. Los seres humanos reciben vida y bien a través de la complementación armoniosa y precisa entre todos los componentes de la realidad, según la naturaleza y la ley natural. La conciencia permite conocer esta ley de amor y cooperar libremente con ella. No hacerlo, cerrando los ojos a la justicia, la paz y al amor, frena el avance y realización humanos.

849. La libertad permite a los seres humanos cooperar con la realidad y la vida de la que son beneficiarios. El eje está en la armonía de la complementación constructiva entre todos los seres. Es el bien, movido por el amor. Se usa mal la libertad cuando se intenta sustituir esta armonía privilegiando fragmentos, como son los caprichos o los impulsos. La realidad no admite ser forzada, y los fracasos y frustraciones que viven quienes lo intentan son advertencias para que cesen en ello.

850. La vida terrena y temporal está signada por las debilidades de las personas. Éstas avanzan y se realizan en la medida en que reconocen sus limitaciones y trabajan para superarlas con esfuerzo a lo largo de toda la vida. El costo de este esfuerzo se asume con alegría y entusiasmo al tener en cuenta la maravilla de la capacidad de libertad y amor que permite avanzar hacia la plenitud en medio de las dificultades, con la confianza fundada en la perfección que hace posible que cada persona nazca y viva, en la vasta complejidad del universo.

851. Es necesario conocer para optar. Esto justifica los esfuerzos para comprender de qué caminos posibles se disponen y a dónde lleva cada uno. Es lo opuesto a improvisar, sin usar el juicio crítico para evaluar hábitos, modas e inercias que se adoptan como supuestos no cuestionados. Sólo así se obra con libertad y se contribuye al bien de todos, según el fin del amor.

852. La vida, el bien, y todo lo positivo, son generados por el amor que da y se da, deseando el bien de los seres queridos. Por ello, los fracasos y frustraciones se evitan y superan con el amor, que lleva a las personas a ser abiertas, coherentes, y positivas y a servir el bien con rigor, perseverancia, esfuerzo y sacrificio.

853. Se piensa, decide y obra mejor, y se desarrollan buenos hábitos, cuando la libertad se emplea para desear y hacer el bien de todos, amando con desinterés. Esto es el amor. Se manifiesta en dar y darse sin retaceos, poniendo en ello el mayor cuidado, esfuerzo y sacrificio. Es el camino del avance y felicidad humanos.

854. Toda persona puede avanzar en la dirección del bien y la verdad. La conciencia, aún en los peores momentos, la invita a mirar con esperanza y cariño el camino del bien, abierto para todos. Quienes toman el camino opuesto sufren frustraciones, y su conciencia les recuerda que ello deriva de una elección equivocada. El avance en la dirección del bien, por poco que parezca, vale la pena.

855. Para sacar fruto de un error o una caída es necesario vivirlo con humildad, reconociendo las propias limitaciones, insistiendo y perseverando para superarlo sin desalentarse, confiando en que de ese modo siempre se gana.

856. La realidad, con sus leyes de verdad y bien, movidas por el amor, preparó todo para el bien durante millones de años, construyendo delicadas y perfectas combinaciones que generan y sostienen la vida. El ser humano fue dotado de capacidad para, conciente y libremente, aceptar esos regalos y hacer su aporte para el beneficio de todos. Al hacerlo se contribuye a que el bien domine y todo lo eleve, siguiendo el modelo de la realidad.

857. Los seres humanos se benefician por el amor, el bien y la verdad. Al reconocer ese beneficio son responsables de libremente corresponder, cumpliendo así con su rol en el sistema del que forman parte y del que reciben la existencia y vida. Negarse a reconocer y a amar lo que se recibe es no emplear la libertad y oportunidades para contribuir al bien y para ser protagonista de las maravillas de que se disfruta.

858. Los seres humanos tienen vida y bien por haberlos recibido. Les fueron dados. Allí está su fuente y también su fin, que es dar y compartir. Al hacerlo contribuyen al bien y vida de todos en paz y amor, cumpliendo el rol que cada uno tiene en la realidad. Entender y vivir esto, es fuente de alegría y realización, y supera toda angustia e inseguridad.

859. Cada persona existe y vive gracias a la maravillosa combinación en que incontables seres, hechos y circunstancias cooperan para que la vida surja, permanezca y cumpla con su función de bien en el ciclo temporal y en el espiritual que excede el tiempo. Se contribuye libremente a este milagro obrando en armonía con él, agradeciendo lo recibido.

860. Se renuncia a la libertad al adoptar lo que las costumbres ofrecen como panacea sin evaluar las consecuencias. El cine y la T.V. reflejan muchas veces estas panaceas presentándolas como ganadoras y hacen perder lo genuino en amor, familia, sinceridad y felicidad. Confunden, al exaltar lo superficial por encima de la responsabilidad, los valores, el dar y darse a su servicio.

861. La televisión entra a los hogares presentando modelos de vida muchas veces erróneos, que dan por supuesto que lo deseable es someterse a las modas de turno. Presentan como triunfo y fuente de felicidad lo que no lo es, despreciando y distorsionando los valores de amor, verdad, equidad, responsabilidad y fidelidad que las personas profundamente desean y que llevan a la felicidad.

862. Considerar deseable y valioso lo que no lo es, engaña y daña. Ello ocurre cuando se considera que lo mejor es tener y consumir sin medida y en exceso en lugar de dar y compartir con austeridad y amor. Por ello haría mucho bien si las costumbres potenciadas por la T.V. y el cine, sirviesen de guía y esclarecimiento constructivo, en lugar de destruir. Los tóxicos no sólo pueden estar en alimentos y bebidas materiales, sino también en los culturales y espirituales.

863. Quienes se esfuerzan por hacer el bien y respetar la verdad, siendo fieles a sí mismos y a los demás, son dignos de tomarse como modelos pues dejan que su conciencia se exprese a través de sus actos. Idealizar a quienes hacen lo contrario, exhibiéndolos como ídolos, confunde y hace daño, especialmente a niños y jóvenes, fomentando hábitos contrarios a su realización y felicidad presente y futura.

864. Las personas y, en especial los niños y jóvenes, con frecuencia obran y desarrollan hábitos en base a lo que otros o ellos mismos consideran deseable, generando malas costumbres y adicciones que cada vez limitan más la libertad, son más difíciles de superar y perjudican más. Para evitarlo es fundamental esforzarse en evaluar lo que la moda y lo superficial ofrecen como atractivo, tanto en el exitismo social como en algunos de los modelos que propician los medios de comunicación.

865. Se es libre en la medida en que se ve a las cosas como son, y en base a ello se elige. La libertad que da la verdad se pierde cuando se es confundido con modelos que pretenden vender aduciendo ser adoptados por las mayorías. Se trata de una verdadera violencia moral a que muchas personas se someten, y entregan a sus hijos, por no hacer el esfuerzo de evaluar y cuestionar lo que es ofrecido. La T.V. y la publicidad, no sometidas al juicio crítico, pueden perjudicar la calidad de vida.

866. La comunicación es genuina y lograda cuando el trabajo interior de análisis de la realidad se comparte con los demás, trabajando en equipo. Se enriquecen mucho los pensamientos, sentimientos, decisiones y acciones cuando se construye en conjunto, sumando. Ello explica la riqueza y vitalidad de familia, sociedades y cultura y de todo esfuerzo humano constructivo e integrado.

867. Cada persona es generada, sostenida e integrada con las demás en vida y bien. Todo lo recibe y da. Sin esa fuente que genera y sostiene su vida, en armonía con el resto de los seres, nada es. Cada uno tiene la oportunidad de cooperar con lo que recibe y contribuir a la vida dando y haciendo el bien siendo así coherente con lo recibido.

868. Cada persona vive y se realiza dando frutos, cuando es fiel a la realidad y al bien que recibe. Contribuye a ello construyendo y superándose cada día, cuando da y comparte con los demás para el bien de todos.

869. Si se elige ser fiel a la conciencia y al amor, bien y verdad que ella inspira, se es fiel a sí mismo y a la realidad de la que se forma parte, porque la conciencia muestra el camino del amor y de la paz que se transita dando y compartiendo, amando y respetando a todos, sin privilegios ni exclusiones, con equidad y justicia.

870. Cada persona cumple su función en la vida y se realiza cuando todo lo hace en armonía con la realidad y con las demás personas, sumando para el bien de todos. Al obrar así ella es fiel a sí misma y corresponde a lo que ha recibido haciéndolo rendir frutos en beneficio de todos.

871. En la realidad, todo está integrado. Las facultades humanas superiores permiten descubrir los lazos invisibles que relacionan a los seres entre sí. Emplear esas facultades para descubrir la verdad subyacente amando y sirviendo al bien, permite asignar a cada persona el lugar en que mejor comparte con los demás recibiendo y dando para el bien de todos. Se trata del camino para avanzar y construir con la guía de la conciencia.

872. Para cada persona, las demás personas y ella misma son regalos que recibe de la vida. Brindan alegría y merecen gratitud. Éstos se realizan y viven plenamente cuando las personas se comunican, escuchan y hacen el bien. Es la mayor fuente de alegría y realización personal y en una misma acción se beneficia a los demás y a uno mismo.

873. Los seres sirven a la vida al reforzarse recíprocamente para beneficio de todos. Las personas tienen la posibilidad y capacidad de contribuir conciente y libremente a esa armonía dominando los medios inmediatos, en lugar de someterse a la tiranía de compulsiones y atracciones que imponen sus condiciones sin escuchar la voz de la conciencia. Así se construye en el nivel superior o espiritual que pone lo material al servicio del amor y del bien.

874. Cada persona recibe vida y bienes de la realidad, pues ésta está organizada en una armonía en que todos los seres se refuerzan y benefician recíprocamente. Las leyes de la naturaleza y de la realidad derivan rigurosamente de esa armonía básica sin la que nadie existiría ni viviría. El ser humano puede contribuir consciente y libremente a esa armonía actuando en beneficio de todos, dando y compartiendo con amor, siguiendo el camino por el que todo lo recibió. Este es el sentido de la vida humana y de él deriva la responsabilidad de cada persona.

875. La conciencia permite a cada persona distinguir lo verdadero y bueno de lo que no lo es, y obrar en consecuencia. La voz de la conciencia es por ello la guía básica para todo avance y construcción humana genuinos. Escucharla y seguirla da sentido y valor a la vida. Permite sumar en lugar de restar.

876. Los seres humanos necesitan conocer y distinguir lo real y verdadero de lo que no lo es. La naturaleza los ha dotado de la conciencia que con su voz silenciosa e íntima les permite conocer y distinguir la realidad, la verdad y el bien, alegrarse con ellos y obrar en consecuencia. Esto les permite contribuir a resolver problemas y satisfacer necesidades.

877. La conciencia permite conocer y hacer el bien. Es una voz silenciosa que expresa con delicada fidelidad lo que los seres son y necesitan para vivir y realizarse en paz y convivencia. Une así el interior invisible del ser humano con los hechos de la vida, dándoles sentido y guiándolos para contribuir libremente al bien que se recibe, compartiendo y correspondiendo en armonía.

878. Los seres humanos y sociedades avanzan en la medida en que son movidos por el amor que implica desear el bien de todos y obrar en consecuencia. El dejarse llevar por caprichos, apetitos y atracciones no permite construir al no elegir y aplicar con cuidado los mejores medios para servir al bien. Es dejarse llevar por cambiantes y contradictorias solicitaciones de impulsos y presiones de turno. Es renunciar a la libertad y a la conciencia que la guía respetando a la verdad. El equilibrio, la armonía y la equidad son desplazados por arbitrarios privilegios y exclusiones, que dan la espalda a la realidad y al bien en que todos los seres se nutren.

879. Lo que una persona hace vale por el buen uso que realiza de su conciencia y libertad, al responder de modo positivo y constructivo a las oportunidades que recibe. Éstas se manifiestan en la realidad en la cual los seres se complementan, en la cual se generan, sostienen y desarrollan la vida y el bien. A ese milagro todos están llamados a contribuir y son sus beneficiarios.

880. Las personas son y viven por lo que reciben del conjunto armonioso de la vida en la que los seres se complementan entre sí, sumando y construyendo. Ellas están invitadas a contribuir libremente a esa armonía optando por dar y compartir, con esfuerzo, sacrificio y responsabilidad, para el bien de todos.

881. Los seres humanos tienen la gran fortuna y dicha de recibir vida y bien. Con éstos reciben conciencia y libertad para aceptar con alegría lo recibido, dando con amor lo que se recibió por amor. Es lo opuesto a separarse y buscar beneficiarse a costa del bien común.

882. Amar, hacer el bien y obrar según la verdad, es la vía para resolver los problemas y satisfacer las necesidades de los seres humanos. Ello exige esfuerzo y sacrificio. El no seguir ese camino impide avanzar en calidad de vida y felicidad, y en lo que las personas realmente necesitan y desean.

883. Todas las personas están invitadas a cooperar para el bien del conjunto, del cual deriva también su propio bien. Es la función y responsabilidad más importante del ser humano. Gracias a ella, personas y sociedades viven, avanzan y logran la calidad de vida que deriva de ese esfuerzo constructivo.

884. La vida y el bien que las personas disfrutan les permite conocer que existe una rica y poderosa corriente de vida y bien que genera, sostiene y realiza a todos los seres. Al entrar en esta corriente se advierte además que se tiene capacidad de aportar a ella, convirtiéndose cada persona en consciente y libre cooperadora del bien y de la vida. Ésta es la mayor maravilla que las personas pueden pensar e imaginar y de hecho tienen la fortuna de vivirla y compartirla.

885. Los seres humanos reciben el bien mediante su integración con los demás seres y consigo mismos en un proceso de complementación y beneficio recíproco. Ellos tienen capacidad de consciente y libremente aportar a este proceso, cooperando así en generar, sostener y realizar el bien y la vida, que con este aporte se hacen más plenos, y esto se experimenta en felicidad, paz y realización.

886. Se experimenta el bien al vivir, compartiendo la existencia. Amar es desear y hacer el bien del ser querido, alegrándose al contemplar ese bien y contribuir a él. Ello se agrega a la alegría de sentirse beneficiado por el amor de todos los que contribuyeron y aportan a la realidad y vida de que se disfruta.

887. Las personas se encuentran con el bien, que es fuente de su alegría y de todo lo que vale en la vida. Ese encuentro les muestra el camino a seguir, que es el de convertirse en canales del bien que reciben, compartiéndolo con los demás cumpliendo con su papel en el proceso de beneficio recíproco en que los seres se originan, sostienen y perpetúan complementándose en armonía.

888. El momento es efímero. Cuando llega, se va. Por ello es necesario vivirlo mirando hacia delante, considerando la responsabilidad que cada persona tiene sobre lo que hace en cada circunstancia y las consecuencias que derivan en el futuro inmediato y mediato para ella misma y para otros. Vivir el momento como el fin último es no vivirlo pues se lo separa del conjunto y de la vida que le dan sentido y valor. La vida no es el momento sino el conjunto del cual el momento es parte.

889. La vida y el bien dan a las personas oportunidades para desarrollarse y realizarse siendo felices y haciendo felices a los demás al dar y compartir. No hay otro camino para cumplir con el papel que cada persona recibe en la vida. Por ello, hacer el bien bajo la luz de la verdad permite avanzar más allá de la mera apariencia y la falsedad, de la confusión y la contradicción.

890. Es importante tener presente que las personas todo lo reciben y nada son por sí mismas. Ello ayuda a evitar buscar aprobación y admiración de los demás, y jactarse y descalificar a otros para buscar destacarse uno mismo. Solo la humildad refleja respeto y amor por la realidad y por las personas. Todas necesitan y merecen por igual el bien.

891. La vanidad lleva a buscar ser admirado y considerado superior. Pero en realidad muestra lo contrario, pues se apoya en la nada. En cambio merece ser admirado quien no busca serlo sino que con humildad trabaja en silencio construyendo y compartiendo para el bien de todos. De este modo, con profundidad, se hacen bien los cimientos reales, en lugar de pretender reemplazarlos por la ficción y la mentira.

892. Querer realmente a los demás se manifiesta en dar y compartir en lugar de buscar poseer y acumular. El querer ser admirado y considerado superior a otros, como propicia la exaltación de la competencia tan en boga, buscando poseer o dominar más, va en la dirección opuesta del amor, que es lo más importante en la vida.

893. El bien precede y origina a los seres humanos. Ellos son y se hallan a sí mismos al compartir el bien que reciben y al que son invitados. Al aceptarlo, se lo reconoce en la verdad y se lo desea y vive en el amor, compartiéndolo, dando para beneficio de todos y alegrándose con ello. Cada ser humano, al recibir la vida, es invitado a compartir el bien. Su vida es bien y lo hace merecedor de bien, que se concreta al realizarse y dar fruto, lo que origina la felicidad.

894. En su vida, el ser humano recibe continuamente bien y oportunidades de bien. También recibe la capacidad de aceptar, cultivar y contribuir a ese bien. Esa es su mayor dignidad y su principal misión. Vale la pena dedicar la vida a ejercer plenamente la capacidad de hacer el bien.

895. Cada persona puede advertir el continuo oleaje de influencias y atracciones que se contradicen entre sí presionando sin respetar su conciencia y libertad. Así obran sus propios impulsos y las modas y presiones sociales no dominadas y elevadas por la libertad y conciencia humana. La respuesta responsable y lúcida a esas presiones y atracciones está en evaluarlas con el juicio crítico que cada persona apoya en su conciencia, y así distinguir lo bueno y verdadero, para cultivarlo y vivirlo, sin dejarse engañar y tiranizar por lo opuesto.

896. Los hábitos, decisiones y actos humanos, si son guiados hacia el bien por la luz de la conciencia y el fuego del amor, son fuerzas efectivas que llevan a la realización humana y calidad de vida. De allí la importancia de vigilar y revisar con el mayor cuidado cada opción que se presenta para solo servir al bien, sin dejarse llevar por las presiones que compelen sin preguntar y que presentan como fascinante panacea lo contrario al bien y a la vida.

897. La calidad de los pensamientos, decisiones y acciones deriva de su coherencia con el bien y la realidad. Por ello, respetar, amar y hacer bien a todos los seres, es el camino que lleva hacia la mejor calidad de vida de todos, compartiendo en paz y armonía. La persona que sigue ese camino desarrolla y realiza su vida, por ser fiel a sí misma, a la familia humana a la que pertenece, a aquellos de quienes recibe y a aquellos que necesitan recibir de ella. Es optar por sumar, valorando y aceptando lo que se es y se recibe, haciéndolo rendir frutos.

898. Realidad, vida, bien y amor son lo único que vale, lo único que los seres humanos tienen. Valorarlos y ajustar a ellos la vida es la mejor inversión, la única buena, cualquier otra es a pérdida. De allí la importancia de ser coherentes, de modo genuino, sin retaceos, hasta la últimas implicaciones. Fuera de ello sólo cabe la insensatez.

899. Las personas son fieles a lo que recibieron y a quienes se lo dieron cuando se dedican sólo a hacer el bien como objetivo y preocupación principal, dedicando a ello todos sus medios, momentos y actos. Sólo así contribuyen genuinamente a la armonía de amor y bien, que nutre la vida y felicidad de todos los seres humanos, construyendo un mundo mejor para las presentes y futuras generaciones.

900. Las personas son fieles a lo que recibieron y a quienes se lo dieron cuando se dedican sólo a hacer el bien como objetivo y preocupación principal, dedicando a ello todos sus medios, momentos y actos. Sólo así contribuyen genuinamente a la armonía de amor y bien, que nutre la vida y felicidad de todos los seres humanos, construyendo un mundo mejor para las presentes y futuras generaciones.

901. Los hijos reciben el mejor beneficio y herencia al ver a sus padres vivir con coherencia los valores y principios de bien que se desea que adopten y desarrollen. Las palabras ayudan sólo para confirmar a los hijos el sentido del mensaje de vida que reciben. Si este mensaje práctico de conductas discrepa con las palabras genera confusión y desilusión y nada aporta de positivo.

902. La vida implica un pacto tácito en el que las personas están comprometidas a servir el bien de quienes las rodean. Todas se necesitan recíprocamente y quien rompe el pacto de solidaridad y bien común resta y opta por una vida menos plena, arrastrando en su caída a los demás, en lugar de cumplir una función constructiva.

903. Las personas continuamente influyen sobre quienes las rodean, y en especial sobre sus seres queridos. Ellos son quienes más las necesitan y confían en ellas, y quienes más las benefician. De allí la importancia de la responsabilidad para que tal influencia sea para bien, compartiendo lo mejor que se tiene. Al hacerlo se contribuye a la realización tanto de quienes reciben como de quienes dan.

904. El ejemplo es la palabra más creíble. Quien ama al otro y se preocupa y ocupa por su bien da testimonio de que lo quiere y desea su bien. Ello lo vive como natural y con alegría. Del egoísmo nadie deriva felicidad ni beneficio alguno. Por ello, vivir el bien y compartirlo con los demás es el modo más eficaz de comprenderlo, valorarlo, difundirlo y disfrutarlo.

905. Los principios y valores superiores son el principal fundamento y motor para todo avance humano genuino. Ellos existen, se desarrollan y se observan en el corazón y mente de cada persona y en la vida y conducta que de ellos derivan y los refleja. Las palabras son solamente un complemento y valen sólo cuando expresan esos principios y valores.

906. Lo que las personas hacen y avanzan solamente vale si se apoya en la verdad, y se hace por amor, deseando y sirviendo al bien. Apartarse de ese camino es elegir mal, contra lo que más se desea y se necesita. Es engañarse y fallarse a sí mismo y a los demás. Cultivar solamente la verdad y el bien genera felicidad, que es precisamente el disfrutar de lo que es real y bueno, que como tal se ama y desea.

907. Al recibir la vida y el bien, las personas reciben medios y oportunidades para contribuir a ellos. Para servir efectivamente a estos valores se necesita obrar en coherencia con ellos. Las buenas palabras deben ser bienvenidas, pero solo valen si acompañan a conductas que se ajusten a ellas.

908. La persona que obra con omnipotencia fracasa pues se atribuye poderes que no tiene. Si se jacta de estos poderes para obtener adhesión y admiración perjudica a los demás y a sí mismo, al generar expectativas destinadas al fracaso. La humildad ayuda a avanzar con realismo y a ser un guía o dirigente confiable.

909. Experiencia y juventud necesitan integrarse. La experiencia aporta mucho conocimiento, madurez y equilibrio, que ayudan a ver y comprender las cosas más allá de lo inmediato y a resolver los problemas. La juventud aporta apertura, flexibilidad y disposición para el cambio y para aceptar lo nuevo, y ello es fundamental para comprender la realidad que siempre cambia como todo proceso vivo. Es tan malo prescindir de la experiencia como de la juventud. Todos ganan cuando jóvenes y adultos deben trabajar unidos en equipo.

910. Tanto la experiencia como la juventud aportan mucho a las personas para ver más claro y obrar mejor. Si con respeto recíproco, jóvenes y adultos lo entienden y viven así, complementando sus respectivos aportes, todos ganan. Para ello es importante que unos y otros sean humildes y vean más allá de lo que por su edad y experiencia les parece lo principal. Contribuye el ponerse en el lugar del otro y ver el cuadro completo, más allá del aporte propio y de la perspectiva particular, que se tiende a sobredimensionar.

911. Todas las personas existen gracias a la corriente de bien en la que están inmersas, de la que reciben, y a la que aportan. El bien obra a través de cada persona y cada generación, y seguirá haciéndolo en el futuro. Todas son beneficiarias, responsables y aportantes.

912. Los padres tienen la responsabilidad de compartir con sus hijos los mejores ejemplos, modelos y valores. Éstos son la mayor y mejor herencia que pueden dejarles. Deben, a su vez, respetar la responsabilidad que sus hijos tienen de ser ellos quienes construyan sus vidas con autonomía y libertad. La misma responsabilidad tienen todas las personas entre sí ya que se influyen unas a otras como ejemplos y modelos.

913. Las personas recibieron la vida y el bien de que disfrutan y está en sus manos cooperar para mantenerlos y acrecentarlos en ellas y en los demás, y compartirlos. Su misión y responsabilidad en la vida está en hacer, difundir y multiplicar el bien y la vida recibidos.

914. Cada niño y joven tiene su propia conciencia y responsabilidad y una nueva vida que le permite interpretar las realidades nuevas y futuras, y hacer su camino en ellas, guiado por su conciencia, en la permanente renovación de la vida. Los padres no ayudan si pretenden pensar y hacer por sus hijos en lugar de darles la guía del buen ejemplo, valores y amor que necesitan, respetando su libertad y enriqueciéndola.

915. Ser concientes del bien y la vida que se ha recibido, sin nada haber hecho para ello, permite confiar en que la misma armonía maravillosa que combina a los seres generando el milagro del bien y la vida, acompañe a las presentes y futuras generaciones. No hay razón para angustiarse pensando que el orden perfecto de la vida abandonará a los hijos. Todos están llamados a aportar a la vida y al bien con sus limitadas fuerzas complementándose armoniosamente en la realidad. Si ésta es y se sostiene se debe a que esa complementación funciona con hilos invisibles, pero invencibles.

916. El amor por los hijos se manifiesta en darles buen ejemplo, estimulándolos para que cultiven sus conciencias y se dejen guiar por ellas hacia el bien. Ésta es la mejor herencia. Son valores espirituales que nadie les puede quitar. Así crecerán y asumirán naturalmente sus responsabilidades para bien propio y de quienes los rodean. Es un error pretender garantizar su futuro compensando con bienes materiales o intentando dirigir sus vidas en lugar de dejarles aquella herencia.

917. La mejor herencia que se puede dejar a los hijos son los ejemplos y valores que toda persona puede leer en su propia conciencia. Ellos entienden y valoran el buen ejemplo porque reconocen en ellos la voz de su propia conciencia. Gracias a ello, tomarán la posta continuando y completando las buenas obras de sus padres y pasando la posta a sus propios hijos.

918. Aún cuando los hijos se rebelen y protesten contra sus padres, internalizarán los valores de bien que leen en sus conductas. Las palabras coherentes con las conductas, sobrias, veraces y afectuosas, refuerzan y confirman el valor del buen ejemplo.

919. Ahora le toca a los hijos. Los padres tienen la responsabilidad de darles el mejor ejemplo y guía que necesitan, estimulándolos a asumir la responsabilidad de hacer su propio camino con la brújula de la conciencia, empleando sus capacidades y oportunidades para el bien.

920. Los hijos tienen la responsabilidad, capacidad y derecho de buscar su mejor camino. Los padres apoyan, escuchándoles y comunicándoles con el ejemplo y la palabra sus pensamientos y valores, pero respetando su libertad, y confiando en ellos y en sus conciencias, que no dejan de hablarles y de darles la mejor guía.

921. Si se intenta forzar a los hijos a hacer lo que a los padres les parece, sin respetar su libertad, se genera rechazo, agresión y desconfianza hacia los propios padres y hacia los valores que se intentan inculcar. El efecto educativo y familiar positivo deriva de una relación de respeto, amor y cooperación entre padres e hijos en una verdadera construcción conjunta. Los hijos así siguen el camino del amor y la convicción y no del temor y la imposición.

922. Es bueno aprender de los niños y jóvenes, quienes reciben de la vida una disposición para ver y vivir las cosas, sin las distorsiones que muchas veces genera la vida adulta. Están menos prevenidos por los prejuicios, que interfieren con la voz de la conciencia. Escucharlos ayuda a recordar la propia frescura juvenil, y a respetar su dignidad e independencia. Los mayores tienen mucho que aportar como resultado de su esfuerzo y experiencia de toda una vida, pero también tienen mucho que aprender de los más jóvenes, con humildad.

923. Es muy importante para los hijos la guía de sus padres, quienes son responsables de darles el mejor ejemplo, mostrando el camino de la conciencia. Los hijos tienen su propia conciencia que, con su clara voz, reconoce el buen ejemplo de sus padres, sufriendo cuando no lo tienen. Por ello, el crecimiento y felicidad de los hijos se nutre en la guía convergente que éstos reciben de sus padres y de su propia conciencia y libertad.

924. El bien de todo ser se nutre en el bien que mueve al conjunto de lo existente. Nada tiene ni puede separado. Todo lo recibe, y el más importante don recibido es la capacidad de aceptarlo y agradecerlo, amando y haciendo el bien, consciente y libremente, para beneficio de todos.

925. Las personas reciben capacidades y medios que les permiten cooperar efectivamente para el bien propio y de otros, lo que genera en ellos la responsabilidad de hacerlo. Ésta es la gran dignidad y misión que acompaña al don de la vida que toda persona recibe. Para ser fieles a esta misión es necesario darse a cada momento por amor, aunque ello exija sacrificio.

926. Cada persona recibió la vida. Su conciencia le permite comprender que la recibió para un fin, que es el bien que a ella beneficia y que es responsable de compartir con otros. Es importante comprender esto y dedicar la vida y cada acto para servir a ese fin, que ayuda a todos a superarse y realizarse. Es el único camino para la felicidad.

927. La vida que las personas reciben muestra una perfección donde se combinan hasta los más ínfimos detalles para generar, sostener y realizar la vida y el bien de cada ser, dando una sólida evidencia de que existe una fuerza de bien en que todo se apoya y nutre. En esta conciencia se funda la confianza y la paz, pues no hay razón para pensar que esa fuerza que tanto dio y da, abandone a las personas y no les de lo que les falta, y el bien que por naturaleza necesitan y desean.

928. Quien no escucha la voz de su conciencia, que lo guía por el camino del bien y de la verdad no debe sorprenderse si cae en el fracaso y la frustración, pues solo el trabajar por el bien y la verdad lleva en la dirección que toda persona necesita y desea y que la libera de la tiranía de los engaños y fascinaciones del momento.

929. El amor es desear y hacer el bien . La humildad es amar y respetar la realidad. Por lo tanto, practicando el amor con humildad, las personas avanzan, se realizan y contribuyen a la realización de los demás, sirviendo al bien y a la vida.

930. Qué es el sacrificio? Las personas todo lo reciben para bien. El sentido y valor de lo recibido se realiza en emplearlo para ese fin. Para ello, cada medio y momento es una oportunidad. El sacrificio tiene sentido cuando el ser humano se ofrece para el bien de las personas, buscando construir ese bien como un edificio de amor en que todos los medios se organizan e integran para la vida y realización de todos. Éste sentido está no en tomar los medios como fines sino en emplearlos para contribuir a la maravillosa armonía del bien y la vida de la que todos se benefician y a la que contribuyen con su esfuerzo y sacrificio haciendo posible la felicidad.

931. La existencia, la vida y el bien se generan y desarrollan en un refuerzo recíproco en el que todos los seres humanos reciben y dan todo por amor compartiendo en una sola familia. Al dar y sacrificar algo por el bien del otro, se lo hace con alegría sabiendo que el único fruto válido de la vida es el dar y darse haciendo el bien, deseándolo de todo corazón.

932. Las personas hacen el bien cuando se preocupan y ocupan de beneficiar a todos y esto se convierte en el fin y motivo central de su vida. Al hacerlo se suman a una corriente de bien que las precede y de la cual todo lo recibieron. De ese modo corresponden a lo recibido al cooperar conciente y libremente para ello. El amor es la voluntad y sentimiento que mueve a las personas a hacer el bien, deseándolo a todos y alegrándose con él.

933. Las personas reciben medios y oportunidades para dedicarlos al bien, haciendo buen uso de su conciencia y libertad. Para ello necesitan esfuerzo, sacrificio y desprendimiento, considerando que lo que se recibe vale no por tenerlo y retenerlo, ni por consumirlo y disfrutarlo. Vale por darse, compartirse y ofrecerse para el bien de todos.

934. Las personas tienen la oportunidad y responsabilidad de valorar y agradecer el bien que reciben. El camino para hacerlo es dejar que ese bien llene toda su vida y compartirlo, dándolo como se lo recibió. Se vive plenamente en la medida en que se desea y sirve al bien de todos. Esto es el amor, fuente de alegría y plenitud.

935. Las personas no siempre obran bien. A veces eligen el mal erróneamente, como si fuese lo mejor. Ayuda mucho el siempre pensar antes de dar cada paso, para asegurarse de estar en el camino del bien, por el que se puede optar en todo momento. No hacerlo es la mayor pérdida.

936. La vida es un bien que las personas comparten. Es una muy buena noticia. Frente a ella la respuesta sensata es de alegría, entusiasmo y paz, por encima de la tristeza, angustia y depresión. Es una gran oportunidad que toda persona recibe para hacerla rendir frutos. A través de éstos, la felicidad está al alcance de todos. Esto y no otra cosa es el único éxito genuino.

937. Cada persona se encuentra con una formidable organización en la que su cuerpo, su espíritu y el contexto en que vive hacen posible su vida y los bienes de que disfruta. Si esto se da de este modo tan perfecto en que todo se combina con tanta precisión, no hay razón para pensar que la misma fuente de bien que da a los seres gratuitamente todo lo que tienen no los acompañará hasta el final, colmando sus más profundas necesidades y aspiraciones.

938. Recibir la vida es recibir una invitación a participar libremente del bien y a cooperar con él. Para ello se cultivan y desarrollan las capacidades y oportunidades recibidas para beneficio de todos.

939. Las personas existen y cuentan con vida, bienes y oportunidades, sin que nada hayan hecho ni podido hacer para cooperar en hacer posible su propia vida. Si han recibido la vida y el medio en que ella se sustenta con tanta precisión y perfecto cuidado, qué hay razón puede haber para pensar que la fuente del bien recibido no completará la maravillosa obra iniciada? Las personas, que no cooperaron para recibir su vida, sí son responsables de aceptarla y recibirla consciente y libremente con amor, buena fe, buena voluntad y rectitud, cooperando con ella, al esforzarse para desarrollarla y hacerla rendir frutos.

940. Las personas reciben lo que son y tienen, lo que incluye todos los bienes, momentos y oportunidades de su vida. Reciben también conciencia y libertad para conocer, valorar y aceptar con alegría ese bien recibido, y contribuir a él con amor, verdad y humildad. Con esta actitud todas las personas tienen la oportunidad de aportar para el bien de todos. No solamente reciben bien, sino que libremente pueden compartirlo y aportar con esfuerzo, sacrificio y alegría. Uniéndose así a la corriente de bien y vida en que se generan, sostienen y realizan, al recibirlo todo de ella.

941. Amar, desear el bien, y hacerlo, implica estar dispuestos a esforzarse y sacrificarse por el bien de los seres queridos. Los desvelos de los padres por sus hijos son un continuo testimonio de esta misión de amor. Por ello, los gustos y comodidades, se sacrifican con alegría cuando se ofrecen por el bien de aquellos a quienes se ama. El estar dispuesto a sacrificarse por el ser amado, y hacerlo, es la mejor prueba de amor.

942. Cada persona es responsable de hacer lo mejor que pueda, con las capacidades y posibilidades con que cuenta. Lo que toda persona siempre puede y debe es ponerse del lado del bien, de la verdad y de la justicia. Por poco que logre, ello es mucho, si es todo lo que puede. En esto está la medida del amor y el valor de la persona, que todos están invitados a cultivar.

943. Cuando se obra el bien, el buen efecto va mucho más allá, se multiplica, ya que las buenas acciones dejan una fuerza o hábito positivo que tiende a repetir la buena acción. Además, al hacerlo, se estimula a otros a seguir ese camino, con toda la fuerza multiplicadora de la buena compañía y del buen ejemplo. Cada buen acto suma y multiplica para el bien con el ejemplo y el hábito, que tiene la fuerza de segunda naturaleza; así como el acto malo resta y empuja hacia abajo.

944. Las personas tienen, reciben, necesitan y desean el bien que aceptan, desarrollan y renuevan cada día. La felicidad deriva de valorar y reconocer el bien de todos, amándolo, cultivándolo y compartiéndolo, obrando como una sola familia, deseando el bien del otro tanto como el propio.

945. Las personas reciben el bien y la capacidad para reconocerlo, valorarlo y servirlo. De ese modo, contribuyen libre y responsablemente para la realización y vida de todos. Así se construye el bien común y la felicidad, que todos necesitan y desean.

946. El bien de las personas se genera como parte del bien de la familia y sociedad a que ellas pertenecen. Aceptar con alegría ese bien, practicarlo y vivirlo, es el modo en que cada persona contribuye a que otros reciban la oportunidad del bien como ella la recibió.

947. Para amar y cuidar a las personas es necesario esmerarse en conocerlas, con sus capacidades y posibilidades. Solo amando y respetando a las personas como son se practica genuinamente el amor haciendo el bien en consecuencia, y se deriva alegría de ello.

948. Cuando una persona es fiel a su conciencia, trabajando, para el bien y la vida, dando y dándose por amor, ello genera placer y paz a quien da, a quien recibe y a otros, pues suma y coopera con el bien que todos reciben, necesitan y desean. La fascinación con lo ilícito va en la dirección opuesta a la paz y felicidad de todos, al burlar el bien, la vida, la justicia y la verdad.

949. La alegría genuina deriva de respetar y amar a las personas deseándoles y haciéndoles el bien. Esta actitud genera un verdadero entusiasmo por la verdad y la vida, y por trabajar y sacrificarse por ellas con alegría.

950. Los placeres materiales son parte del bien y la vida que las personas reciben. Para disfrutarlos sanamente es necesario subordinarlos a la conciencia que muestra cómo disfrutarlos y cómo sacrificarlos por un bien superior. De este modo, la satisfacción del apetito se subordina al bien de los demás. Así se evitan la mentira, el engaño, el abuso, la injusticia, la infidelidad, la crueldad, la envidia y la violencia. Ellos sólo dañan pues la tiranía del impulso nunca da la felicidad que promete.

951. El placer genuino, profundo y legítimo deriva de hacer el bien con amor, sirviendo a la vida de todos. El placer que no deriva del esfuerzo para hacer el bien, por amor, carece de sentido, y por lo tanto, contribuye a la frustración y no a la felicidad.

952. Todas las personas tienen la capacidad de obrar bien y la posibilidad de hacer lo opuesto. Lo más importante en la vida es optar por hacer el bien, tanto a otros como a uno mismo. No hay otro camino para el avance; realización personal y social, y felicidad.

953. Las personas necesitan ser queridas y respetadas por quienes las rodean. Igualmente necesitan querer y respetar a los demás. En esto, se basan la vida, la calidad de vida y el bien. Amar es desear y hacer el bien a todo y obrar en consecuencia, dando, dándose y compartiendo.

954. Las personas existen y viven gracias a que todo el conjunto de seres que forman la realidad se integran y complementan maravillosamente entre sí, apoyándose recíprocamente para servir al bien y vida de todos. Los seres humanos son responsables de contribuir conciente y libremente a tal proceso de vida y bien, buscando y siguiendo los mejores caminos para aportar en beneficio de todos.

955. La vida y el bien de que disfrutan las personas no puede explicarse sin reconocer que subyace a la realidad un plan extremadamente cuidado y prolijo. En él, todos los seres y acontecimientos se combinan para hacer posible las vidas que continuamente fluyen en el tiempo. Cada persona es invitada a esa fiesta y es responsable de aportar para que los otros invitados se enriquezcan con ella.

956. Cuando una persona obra mal, se la puede ayudar realmente haciéndola ver cuánto ganan ella y otros cuando obra bien. Sólo empeora las cosas el enojarse e irritarse juzgando y agrediendo a quien falla. Se avanza cuando se reacciona en positivo y no en negativo.

957. Los apetitos, impulsos y atracciones son componentes del proceso de vida de las personas quienes los dominan y ordenan para que ocupen su lugar según su función de vida y bien. Si no lo hacen, tales impulsos se convierten en tiranos y se pierde la oportunidad de ejercer la conciencia y la libertad, que sirven a la calidad de vida.

958. Qué más importante en la vida que influir para bien de otros y de uno mismo, y no para mal? Si se vive este camino con coherencia y entrega, la vida tiene sentido y es fructífera. Se contribuye así genuinamente a la realización y felicidad de todos. Siendo esto tan claro, qué importante es trabajar para hacer avanzar el bien y retroceder el mal.

959. Las personas tienen la gran fortuna de contar con la conciencia que les permite discernir lo que es bueno y verdadero de lo que no lo es. Para hacerlo necesitan emplear realmente su conciencia, dedicando sus mejores esfuerzos a descubrir, amar y hacer el bien. Ello implica desechar los caminos fáciles que invitan a cerrar los ojos y dejarse llevar por los impulsos, pasiones e intereses, sin considerar si con ello afectan el bien de otros o de sí mismos faltando al respeto, amor y justicia que merecen todos los seres humanos.

960. Las personas son confiables y creíbles cuando solo desean el bien de todos y actúan en consecuencia. Sólo se puede esperar bien de quienes se preocupan y ocupan por favorecer a otros, y nunca por perjudicarlos. En la medida en quienes así obran sean más e influyan más, la sociedad será mejor y el bien común y la justicia avanzarán.

961. El bien se hace dando. No basta con ofrecer y expresar buenas intenciones. Lo que cuenta es lo que se hace, más allá de lo que se dice. El gran desafío y la gran responsabilidad de las personas está en poner por obra lo que su conciencia les muestra como deseable y debido, haciendo los esfuerzos y sacrificios necesarios para servir al bien de todos con amor, respeto y justicia.

962. El amor, que desea el bien de los demás y lo sirve, da valor a los pensamientos, deseos y acciones de las personas. Éstos se desperdician y hacen perder tiempo y energía cuando no se dedican a dar y compartir haciendo el bien por amor.

963. El alejarse de la verdad impide avanzar en la vida y en el bien que todos necesitan y aspiran. La mentira y el engaño todo lo confunden, traban y dañan, generando un colapso que afecta a autores y víctimas. No sólo se contaminan pensamientos, deseos y sentimientos sino que todos los actos y vida sufren por la falta del oxígeno de la verdad.

964. Predicar el bien con palabras y actos es aliarse con los demás en la acción de bien, apoyándose recíprocamente. Las palabras, divorciadas de los actos, producen el efecto opuesto a lo que dicen, pues se contraponen a la verdad y la coherencia, que son cimiento de todo avance humano.

965. Las personas forman parte de una inmensa corriente de bien en la que se originan y todo lo reciben. Tienen además la capacidad de consciente y libremente desear y hacer el bien contribuyendo a esa corriente para el bien de todos. Si no lo hacen van contra sí mismas y contra la familia y comunidad de la que son parte, con quienes construyen y disfrutan todo el bien y la vida.

966. El universo y la realidad están maravillosamente preparados para la existencia, la vida y el bien, como puede observarse hasta en el último detalle que sostienen cada átomo, cada célula del cuerpo, cada latido del corazón y cada galaxia. Los científicos no se cansan de descubrir con asombro como todo se va explicando hasta el último detalle, quedando siempre mucho por descubrir. El saber que se es beneficiario de semejante proceso es fuente de alegría y gratitud que nadie debería desperdiciar.

967. Cuanto más se ve y vive la realidad, más se confirma que las personas pueden ser, vivir y tener paz y alegría porque todo existe para bien, combinándose de modo maravilloso para hacerlo posible. La certeza de poder apoyarse en una realidad que respalda a todos permitiéndoles ser y realizarse es la única fuente posible de paz y felicidad que se vive desde la más temprana infancia. Es necesario renovar y agradecer cada instante semejante regalo.

968. Las personas no solo reciben todo de la maravillosa armonía de la realidad. Están también invitadas a cooperar con esa armonía dando, dándose, compartiendo y haciendo el bien por amor. De ese modo se refuerzan y benefician recíprocamente y a sí mismas. Ello hace avanzar la vida, el bien, la calidad de vida y la realización humana.

969. Al amar y hacer el bien se aporta al mejoramiento de la vida de todos, obrando en armonía con la realidad en la que todos los seres se refuerzan y benefician recíprocamente. La vida, la existencia y el bien se generan y explican por esta complementación en la que cada uno, desde su lugar y posibilidades, da y recibe en maravillosa armonía.

970. En la realidad se manifiesta el milagro del amor por el que todos los seres se benefician entre sí, en maravillosa armonía y ajuste. En el caso de los seres humanos, su conciencia les hace responsables de contribuir libremente a este milagro de amor, dando, dándose y compartiendo con alegría, esfuerzo y sacrificio. Al obrar así se esfuerzan por el bien de los otros tomándolo como propio, alegrándose con él.

971. Todas las personas tienen una gran oportunidad, que es la de desear y hacer el bien. Pueden optar por ello haciendo rendir frutos, sus mejores frutos, a la vida y talentos que han recibido. Éste es el único modo de crecer, avanzar y realizarse, al contribuir al bien y la calidad de vida de todos. Cada persona es beneficiaria de éstos y responsable de cultivarlos y hacerlos crecer.

972. La verdadera felicidad deriva de desear y hacer el bien, y de complacerse con ese bien. Todos los seres humanos merecen ser amados como hermanos de una sola familia, que necesitan apoyarse mutuamente. La realización y plenitud humanas solamente derivan de dar y compartir con los demás y no de acumular vanidad, dinero, y poder, ni de dejarse envolver por adicciones, impulsos y pasiones en lugar de ordenarlos al servicio del bien por amor.

973. Se contribuye al bien propio y ajeno cuando se toma las cosas en serio, sumando sin restar y sin caer en la contradicción de ir contra el bien de cualquier persona. De ese modo, se es fiel a uno mismo y a los demás, se crece como persona y se aporta para el crecimiento de otros y de la sociedad. Eso es ser responsables, cuidando y velando por las consecuencias de las propias conductas, para que ellas sirvan al bien y a la vida.

974. La existencia y la vida son posibles porque cada ser y aspecto de la realidad obedece rigurosamente a un orden en el que se complementan y benefician en maravillosa armonía. Los seres humanos tienen capacidad y responsabilidad para ser activos aportantes a esta fiesta de la vida y bien, dominándose a sí mismos y a sus circunstancias para ofrecerlos y elevarlos.

975. El poner el orgullo y los intereses propios por encima de todo, lleva a las personas a sentirse ofendidas e indignadas ante cualquier señal de no ser respetadas. El amor y el reconocer las propias imperfecciones y faltas mueven a cada persona a ponerse en el lugar del otro y a respetar el bien y los intereses de los demás y propios.

976. Ningún contratiempo, fracaso o desgracias puede desalentar a la persona que considera que existe y vive gracias a una maravillosa organización en la que todos los seres y aspectos de la realidad se complementan recíprocamente para servir a la vida y al bien de todos, superando los obstáculos que se cruzan en el camino. Sólo esa maravillosa red de seguridad que garantiza el triunfo del bien y la vida explica que nuevas vidas emerjan en este pequeño planeta después de los cataclismos en el universo y en el planeta, y después de los errores registrados en la historia humana.

977. Todas las personas recibieron mucho, recibieron todo. No por mérito propio, sino por el amor que las trajo a la vida y les permite disfrutar del bien. Así es como se hacen parte de la familia del amor en la que todo reciben están llamadas a darlo, aportando al bien y vida que reciben. Es un amor que deben en justicia, y solo él les puede hacer felices, a sí mismos y a sus benefactores.

978. Al ser responsable, sincero y coherente se construye la vida personal y social sobre bases sólidas. Se respeta y ama a las personas y colabora efectivamente para su bien. Sin verdad, coherencia y responsabilidad no se avanza, se queda atrapado en las tinieblas y en la contradicción, atentando contra el respeto y amor debidos a si mismo y a otros.

979. Las personas crecen y se realizan cuando respetan la realidad. No lo hacen cuando la reemplazan con fantasías y ficciones y se dejan llevar por atracciones e impulsos, sin atender al cuidado exigido por el bien y la vida. Este camino fácil no genera los frutos reales que las personas necesitan y desean.

980. En la realidad disfrutamos la vida y el bien. Despreciar su base y cimiento y darle la espalda es la mayor insensatez, ya que se desperdicia y frustra todo lo que se es y se tiene, de donde se recibe todo. Se reemplazan la verdad por la mentira; el abrirse a la vida y al amor por cerrarse a ellos; y la libertad de la luz por la tiranía de la confusión.

981. Cuando una persona centra su vida en ella misma y en darse gustos y satisfacer sus caprichos, poniendo como eje en su corazón y esperanza el dinero, poder, prestigio, placer y éxito se sorprende cuando todo ello, lejos de hacerla feliz, la hace dependiente, al punto que sufre, se frustra y se desespera cuando advierte que, por mucho que tenga nada la llena. En cambio, el amor, dar, darse y compartir con desprendimiento dan felicidad y paz. Son un tesoro que nadie puede quitar pues se guarda al darlo.

982. Al nacer se lucha por vivir, con la única esperanza del amor que se recibe y se da. La vida y el bien avanzan si se persevera y profundiza en la entrega que se inicia con esa inocencia, sin ser desviados por el engaño de lo superficial e inmediato que se toma e idolatra como fin último. De allí la importancia de no perder la humildad de reconocer que todo se recibe y merece respetarse y amarse y así continuar la obra de bien de la que todos son beneficiarios.

983. La vida que recibe cada persona incluye su capacidad de contribuir con ella al bien de todos. Emplear esa capacidad amando a todos los seres humanos y aportando para su bien es el fin y razón de ser de los talentos recibidos por cada persona. La realización y felicidad se dan cuando dedica la vida a servir a ese fin trabajando para el bien de todos.

984. Las principales capacidades que reciben las personas son la conciencia y libertad, hechas para amar y darse sirviendo al bien. Ello da sentido y valor al esfuerzo y al sacrificio que la conciencia mueve a realizar, con el corazón encendido por el amor y la mente iluminada por la verdad.

985. Las facultades humanas superiores permiten ver, amar y servir más allá de las apariencias inmediatas y de los sentidos. Lo que hay debajo de la superficie es lo profundo, que sostiene a todos los seres y hechos visibles con lazos invisibles que la mente está llamada a descubrir guiando al corazón, a la voluntad y a la acción para el bien de todos.

986. Lo material y el presente son apenas la manifestación superficial de lo profundo y superior donde todos los seres se complementan en existencia, vida y bien. Por ello, la menor falla a esta perfecta armonía es percibida por el espíritu, que reacciona con dolor ante lo que contradice a la verdad, al bien o a la justicia, y se mueve para superarla mediante el amor, que desea y hace el bien con alegría.

987. Los seres humanos tienen la capacidad de conocer y comprender lo que son y tienen así como los valores de bien, verdad y justicia. De allí deriva la responsabilidad de hacer rendir frutos a los talentos y oportunidades recibidos para bien de todos y de la sociedad.

988. Los seres tienen existencia, vida y bien que continuamente son sostenidos, desarrollados y realizados. Cada persona tiene capacidad de amar, conocer y hacer libremente y es por ello responsable de aportar al bien propio y de quienes la rodean. Con ello contribuye a la realización y felicidad de todos en la medida en que lleva una vida constructiva, de amor y paz, dando y compartiendo con otros.

989. Las personas tienen la capacidad de descubrir el camino que lleva al bien y felicidad que desean. El método es sencillo: observar la complementación recíproca y armoniosa entre los seres que hace posible su existencia, vida y bien. Sobre esa base, la misión de cada persona, es agradecer lo recibido y hacer el mejor aporte posible, para contribuir a la corriente de vida y bien que mueve, eleva y sostiene a los seres.

990. Conocer y comprender es ver lo profundo, más allá de lo inmediato y visible, prestando atención a como los seres se integran y complementan entre sí sosteniendo y realizando la vida y el bien. Solo así se capta el sentido de cada hecho, y se guían las conductas para libremente amar y hacer el bien cooperando dentro del espacio de vida en que a cada persona le toca existir.

991. Los seres se conectan entre sí en una trama invisible que se infiere al tener en cuenta cómo las personas se condicionan e influyen entre sí. Cuando esa integración es constructiva, contribuye a la maravillosa armonía del bien y de la vida. Comprenderlo, y obrar en consecuencia, es el modo de contribuir al bien de todos, como dignos integrantes de la comunidad a la que se pertenece.

992. Todos los seres se complementan armoniosamente de modo que su existencia y acción es influída por los otros e influye sobre éstos. Esto explica como se combinan para generar, sostener, desarrollar y perpetuar la vida, con mecanismos complejísimos que asombran a los científicos. Esa complementación se da también en las influencias que tienen las personas entre ellas como buenos o malos ejemplos, modelos o compañías. De allí la responsabilidad que todos tienen de decir la verdad y obrar el bien, dándose y compartiendo para el bien de todos. Así es como avanzan la vida humana, social y espiritual. Son más responsables quienes más influyen como es el caso de los padres, maestros, medios de comunicación y dirigentes.

993. Existen relaciones invisibles entre las personas que permiten explicar lo que les ocurre en función de lo que pasa en el ambiente que las rodea. Cada ser influye sobre el ambiente, y éste, a su vez, influye sobre él. De allí deriva la responsabilidad de ejercer buenas influencias para generar buenos ambientes para el bien de todos y en especial de los seres más cercanos y que más dependen y necesitan de quien obra.

994. Los seres y hechos que se observan se complementan entre sí en asombrosa armonía. Por ello, cuando se escucha algo contradictorio con lo que ya se conoce, se deduce que es falso por no corresponder a la realidad en que todo se ajusta. Para vivir plenamente y contribuir a ese bien que se recibe, es necesario respetar con el mayor cuidado esa perfecta consistencia que se manifiesta en la verdad y en el bien, en que todo se da para bien de todos.

995. No hay mundos separados y desconectados entre sí, sino que todos responden a la exigencia de integración, compatibilidad, consistencia y coexistencia, que supone un factor unificador e integrador que sostiene a todos los seres, integrándolos y conectándolos entre sí.

996. Al coexistir y consistir entre sí, las personas y demás seres se condicionan, apoyan y benefician recíprocamente. De allí la responsabilidad que toda persona tiene de hacer el bien a quienes la rodean, y en especial a quienes más la necesitan y sobre quienes tiene mayor influencia. De ese modo, así como se recibe mucho, se debe dar mucho, lo que hace crecer y avanzar a personas y sociedades.

997. Para distinguir lo real y verdadero de lo que no lo es, se cuestiona como falso e irreal, lo que es inconsistente o contradictorio. Lo mismo se aplica para evaluar lo que contribuye a la vida y al bien. Lo que no converge a generar, sostener y realizar las armonías de vida y bien es rechazado por quien genuina y efectivamente desea servirlos. Esa es la coherencia que hace posible a las personas contribuir a la verdad, la vida y al bien de que son beneficiarios.

998. Toda persona puede observar que el bien que desea lo tiene gracias a que vive en un mundo en el que el sol, el agua, los alimentos y el aire la sostienen y nutren a cada instante en ajustada y asombrosa armonía. A ese apoyo material se agregan el apoyo humano y espiritual del amor, la verdad y el compartir entre las personas, en familia y en comunidad. Esto es fundamental para la vida, la calidad de vida y la felicidad de todos. Cada persona está llamada a contribuir así al milagro de la vida y del bien, compartiendo.

999. La realidad y la vida son posibles por la armonía que se da en la relación recíproca entre los seres. Si éstos no se complementasen de ese modo, no habría realidad y vida. Éstas existen gracias a la armonía que suma en positivo en contraste con la contradicción, que en lugar de construir destruye. Por ello, los seres humanos avanzan y aportan a la vida y al bien, cuando se suman a la armonía compartiendo con paz y amor lo que tienen. Es el camino de la calidad de vida y la felicidad.

1000. El conocimiento relaciona entre sí a los seres y hechos como partes de un conjunto donde se insertan más allá de la apariencia inmediata. Por eso, al conocer, se integra a los seres en el marco al que pertenecen, y al amar y hacer el bien se hace justicia a la realidad y al lugar de cada ser en ella.

1001. Para obrar con libertad es necesario considerar la realidad, en la que todos los seres y hechos se relacionan e integran entre sí, de modo que cualquier acto tiene consecuencias para bien o mal de uno mismo y de otros. La libertad se recibe para ejercerse con responsabilidad, obrando de manera de aportar lo más y mejor posible para el bien de todos, cuidando mucho de evitar el efecto opuesto. La libertad necesita de la luz de la verdad, que permite pensar, desear, sentir y obrar según la realidad, con logros reales, persiguiendo fines y metas reales.

1002. Cada persona es responsable de aportar amor y servicio a la armonía de vida y bien de la que todo recibe, compartiendo sus beneficios: haciendo el bien, dando, dándose y alegrándose con el bien de todos.